domingo, 19 de abril de 2015

Audiencia 71: Ocultamientos y revelaciones

El testimonio de Carlos Patroni
El testimonio de Carlos Patroni, sobrino de Aldo Enrique Patroni, confirmó lo conocido sobre su tío y agregó elementos sobre la desaparición de su propio padre. Por su parte, Luz Faingold relató las detenciones y persecución de las que fue objeto y dejó en un lugar comprometido a los exjueces Miret y Romano. Al finalizar la jornada declaró Carlos Arra, sobre la detención de su hermano Atilio y el robo de bienes en su hogar, hechos no investigados por los imputados Carrizo y Romano.

Al iniciarse la audiencia declaró Carlos Fabián Patroni quien, a pedido del Fiscal Dante Vega, relató la detención de su tío, Aldo Enrique, y ratificó lo dicho por su esposa e hijo, “fue una excelente persona”, agregó.

El desaparecido, cuya causa se analiza en este juicio, fue secuestrado con violencia del domicilio de Felisa Rodríguez, abuela del declarante y trasladado a la ESMA. A pesar de la búsqueda que realizara la Sra. Rodríguez, nunca más se supo de su paradero.

El testigo es, además, hijo de Carlos Alfredo Patroni, mendocino desaparecido en Tucumán en 1975. Aclaró que pudo reconstruir la historia siendo ya mayor – “…me dijeron que (su padre) había muerto en un accidente, lo que supe lo aprendí de grande…”, dijo Carlos. Agregó que los hermanos Aldo y Carlos Patroni se llevaban dos o tres años, fueron a estudiar a la ESMA – Escuela de Mecánica de la Armada- y luego se incorporaron, primero a Montoneros y luego al ERP – Ejército Revolucionario del Pueblo- .

Con respecto a su padre, aportó que fue desaparecido durante el Operativo Independencia. Su abuela Felisa y su madre, María Cristina Barbera, se trasladaron a Tucumán a reconocer presuntamente su cuerpo – “las pasearon por todos lados”- pero volvieron con las manos vacías. Según el joven Patroni, su padre había sido objeto de un procedimiento que también comprendía a otros cuatro militantes de apellido Toledo, Guigliardi, Abregú y un cuarto que no recordaba.

Carlos Fabián Patroni manifestó que llevaba consigo la constancia de la muestra de sangre que ofreció para poder hallar a su padre y reiteró que quiere recuperar su cuerpo.

Cerró la declaración lamentando que su primo Aldo se hubiera incorporado al Ejército y adoptara sus actitudes, toda vez que se trata del mismo Ejército que dio muerte a los hermanos Patroni.

Luz Amanda Faingold
Exjueces al descubierto

Luz Amanda Faingold comenzó relatando su temprana militancia política como estudiante secundaria así como las numerosas persecuciones de las que fue víctima. Recordó que a los 17 años, al cursar 5° año fue delegada en el Liceo de Señoritas “Alfredo Bufano” y se incorporó al grupo de la Organización Poder Obrero – OCPO- Si bien a mediados de agosto de 1975 ya había sido detenida, luego de participar en una asamblea de delegados sindicales y estudiantiles en el gremio de Mosaístas, el 28 de agosto comenzó su calvario cuando fue secuestrada junto a su novio, Eduardo Glogowsky, una amiga (María Susana Liggera) y varias personas de la organización, sorprendidas en un domicilio al que Luz llamó a la puerta. En ese momento fue llevada al D2 donde permaneció una semana.

Con valor la testigo relató haber sido abusada sexualmente en dicho centro clandestino, así como haber recibido la visita de una médica que la revisó y le diagnosticó una infección ginecológica. Además, Luz relató haber visto en el D2 a un hombre, que presumió podía ser su abogado que venía a sacarla, pero no fue así. El sujeto, “bien parecido”, abrió la puerta de la celda, la observó y se fue. Ella permaneció detenida.

Años después, al observar una foto del entonces juez Romano junto a Petra Recabarren, publicada en el periódico Mdz, reconoció a Romano como la persona a quien había visto en el calabozo del D2.

Luego de una semana de cautiverio en el Palacio Policial, una noche fue trasladada al Hogar de menores “Niñas de Ayohuma” y a la mañana siguiente llevada al Juzgado Federal, donde fue “atendida” por el exjuez Miret, quien la recibió a los gritos e inició la indagatoria. En esa circunstancia apareció su madre, que se había anoticiado informalmente que Luz estaba en ese lugar. A pesar de que era menor de edad, Miret se negó a restituirla a sus padres, por lo que Faingold debió regresar al “Niñas de Ayohuma”.

Durante su estadía en el internado trascendió públicamente el ataque sexual del que fue objeto por lo que sus progenitores movieron cielo y tierra para conseguir su libertad, llegaron hasta el Ministro de Justicia de la Nación, el mendocino Corvalán Nanclares y a las dos semanas, consiguieron la salida.

Luego de ser liberada, la joven Luz se refugió en su casa, donde permaneció encerrada. “Me lo tomé como prisión domiciliaria”, señaló. El 17 de marzo de 1976 producto de un nuevo operativo, fue secuestrada, pese a haber intentado escapar refugiándose en la casa de un vecino. Fue llevada nuevamente al D2, sólo que esta vez su mamá la acompañó y decidió quedarse con ella. Ahí, el jefe del operativo le dijo a su madre “váyase… váyase… pero llévesela del país”. Pese a la advertencia, Luz decidió quedarse en la Provincia hasta que un nuevo operativo en su casa, ocurrido en setiembre de 1976 (ella no estaba) convenció a la joven y a su familia de tramitar su salida a Uruguay.

Cuando se sentía a salvo en Montevideo, en pleno Plan Cóndor, personal de Interpol se presentó con un pedido de extradición, por lo que Luz debió permanecer detenida un mes en la cárcel de la capital uruguaya, hasta que una jueza denegó la extradición a Argentina y le dio 24 horas para abandonar el país.

Finalmente, salió a Brasil, tramitó el Refugio ante ACNUR, permaneció tres meses en Río de Janeiro hasta que consiguió el asilo político en Francia donde residió hasta el regreso de la democracia.

Luz Faingold puso de relieve que todo lo acontecido le produjo grandes daños psicológicos hasta el punto de sentirse culpable de lo que le sucedía… “creía que me lo merecía” –dijo- , no podía percibir que era víctima de persecución política.

Finalizado su relato, el abogado por la querella del MEDH, Carlos Varela, preguntó a Luz qué le decía Miret cuando profería gritos. La testigo recordó que reiteraba “subversiva”. El maltrato a la menor de edad al grito de “subversiva”, lo coloca al exjuez en un lugar claro y definido. Lejos de la imparcialidad que le correspondía en su rol de magistrado, sus expresiones revelan alineamiento en el discurso de la represión que empezaba a desplegarse en el país. Por otro lado, la adolescente permaneció detenida en sede policial sin que sus padres fueran notificados, ni se tomasen recaudos para ser asistida, lo que deja a Miret en clara violación a la Ley de Patronato vigente por aquellos años.

Juan Day, abogado defensor de Luis Miret, preguntó por las actuaciones que se habían realizado durante la detención. La testigo reiteró que no declaró, en aquellos años, lo sucedido -“me daba muchísima vergüenza”- , señaló. Por su parte Civit, quien patrocina a Romano, la indagó por el hallazgo y reconocimiento de la fotografía de Romano.

Con el pormenorizado testimonio de Luz Faingold se abre la causa que analiza las imputaciones de las que son objeto cuatro exjueces federales de Mendoza: Rolando Carrizo, Guillermo Petra, Luis Miret y Otilio Romano.

Carlos Arra
No se investigó

Luego de Luz Faingold declaró Carlos Fortunato Arra, hermano del ya fallecido, Atilio Luis Arra, miembro de la Juventud Peronista que fue detenido el 22 de noviembre de 1975 en el domicilio que habitaba junto con su madre.

Carlos recordó que esa noche, aproximadamente a las 3 de la madrugada, su madre fue hasta la casa donde él se encontraba y, llorando, le dijo que un grupo de personas armadas y encapuchadas ingresaron al domicilio donde vivían, destruyendo puertas, y se llevaron a Atilio a los golpes, robaron un reloj de oro, anillos, dólares y otros bienes. Fueron al Comando a preguntar por él y no recibieron ninguna información. Además presentaron un Habeas Corpus – H.C- que les fue rechazado.

Después de casi 60 días apareció en la Penitenciaría de Mendoza. Allí, Atilio le comentó que lo pasearon en un camión, presuntamente del Ejército, por una zona de montaña que no supo identificar y, finalmente, lo llevaron al Penal.

El 3 de agosto de 1976 su madre, María Rosa, presentó un replanteo del HC pero nuevamente fue negativo. En un momento de la declaración, Carlos recordó que en el Palacio de Justicia estuvo junto con su madre leyendo la causa y les pareció que estaba mal redactada ya que no explicaba el motivo de la detención ni nunca supieron si se lo acusaba de algún delito. Tampoco, el entonces fiscal Romano y el exjuez Carrizo investigaron la denuncia por los elementos robados, no se hizo inspección ocular y así quedó la presunta “investigación”.
Atilio pasó de la Penitenciaría de Mendoza a la unidad 9 de La Plata. De allí a la cárcel de Caseros, donde estuvo preso varios años hasta que en 1982 obtuvo la opción para salir a Suecia ya que se encontraba a Disposición del PEN. “No recuperó la libertad” reflexionó Carlos sino que debió abandonar el país. También comentó que en democracia, su hermano regresó varias veces a ver su familia hasta que en uno de sus viajes, murió en su provincia natal, en 2003.

El lunes 20 de abril se tomará declaración domiciliaria a Margarita Bisone y el martes 21 a Yanzón, Tomini, Ubertone y Glogowsky, a las 9.30 hs.

Fuente: juiciosmendoza.wordpress.com/

La Quinta Pata

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