El periodista Carlos Salvador La Rosa dedica una buena parte de su artículo (“La presión está altísima”, Los Andes, 24-02-08) a cuestionar la injerencia de Horacio Verbitsky en asuntos que deberían competer solo a las autoridades democráticamente elegidas de nuestra provincia. Es que los círculos de poder locales no ven con buenos ojos que cuestiones domésticas – como la designación de Carlos Rico como viceministro de Seguridad, y otras – cuenten con exposición nacional y las pongan a las excesivas alturas del Juárez santiagueño, el Romero Feris correntino o el Romero salteño a secas, por mencionar solo algunas joyitas de lo más granado de los feudos del interior del país. Todo indica que Verbitsky visitará la provincia esta semana y ante esa posibilidad la yunta Aguinaga – Rico prepara sus huestes y a la opinión pública: abren el paraguas antes de que llueva.
Leer todo el artículo - CerrarA decir verdad, la lucha de los organismos de derechos humanos junto a otras organizaciones sociales no alcanza para librar una disputa como la que sucede en Mendoza en cuanto a la designación de ex represores con funciones de jerarquía en la actual administración de gobierno. Los organismos se mueven con el prestigio que otorgan treinta y dos años de ardua e ininterrumpida labor oponiéndose a los excesos del Estado. Pero su exposición mediática es limitada, por lo que sus acciones muchas veces pasan desapercibidas y otras tantas son tergiversadas. Como en la mayor parte del país, los medios televisivos y gráficos se encuentran en manos de grupos concentrados que responden a intereses concretos, para nada democráticos y por lo general contrapuestos a la mayoría de la comunidad. Los Andes no es ajeno a esta realidad. De ahí que el artículo de Página 12 del domingo 17 de febrero (“Retoño de Seineldín”), la visita al gobernador Jaque de la diputada Victoria Donda apoyando las posturas de los organismos de derechos humanos, la nota de Canal 7 de Buenos Aires emitida el pasado lunes 18 y la próxima llegada a Mendoza del periodista y presidente del CELS, Horacio Verbitsky provoquen tanto revuelo entre quienes tienen la sartén mediática por el mango en la provincia. Los organismos ahora no están tan solos.
En Mendoza, por obra y gracia de los medios, se ha esparcido la idea de que la gente que milita en derechos humanos defiende a delincuentes y se opone a las medidas que disponen las autoridades para combatir la inseguridad. Cuando ocurre un crimen, cualquiera sea su gravedad, ciudadanos comunes y decentes, bombardeados a diario por mensajes mediáticos subliminales, tiran al aire la tristemente célebre frase menemista: ¿dónde están los derechos humanos ahora?
Los militantes de los derechos humanos sufren tanto la inseguridad como el resto del pueblo. Pero a diferencia de los madamases de turno, proponen que como una forma de combatirla se intente la inclusión a las bondades de la democracia del marginal que creó este sistema que aún existe; no solo dar palos y mano dura. Se trata de una problemática compleja que no responde a ningún binarismo, pero ¿por qué no ofrecer más educación, trabajo y salud a quienes el neoliberalismo entregó a las fauces de la miseria? Si se combatiera la indigencia con todos los recursos disponibles ¿no se estarían atacando las condiciones sociales que dan posibilidad de desarrollo y florecimiento al delito?
El caballito de batalla con que el gobernador Celso Jaque – aparte de proclamarse kirchnerista – se impuso en las elecciones provinciales de octubre de 2007 fue la lucha contra la inseguridad. Ya en el gobierno y para cumplir tal emprendimiento se ha rodeado de asesores provenientes del Partido Demócrata (PD), agrupación política de frecuentes apoyos a gobiernos de facto, entre los que se incluye la última dictadura. Verbitsky en su mentado artículo señala esta colaboración; además, indica la falta de idoneidad ética para ocupar un cargo público de Rico y otros sospechosos. El editorialista de Los Andes prefiere no meterse con esas acusaciones. Luego de protestar que los “datos y opiniones” de Verbitsky constituyen un parangón para cualquier debate serio en el país sobre el tema de derechos humanos, desliza con ironía que su cercanía e influencia sobre los Kirchner convierten a su pluma en arma poderosa. Y gracias a ello los mendocinos quedamos ante el ex presidente como burdos y generalizados aldeanos, a más de conservadores y pichones de linchadores.
Ironías aparte, lo cierto es que el ciudadano que deambula distraído por el centro de la ciudad y que ha asimilado el mensaje mediático sobre la inseguridad, ante la eventualidad de un robo, está dispuesto a jugarse la vida en atrapar al ladrón. Y si lo atrapa se le unirán unos cuantos en una golpiza brutal al caco, a quien, de no estar la policía cerca, literalmente lo matarían a trompadas y patadas. Estos hechos son aprobados por quienes lo presencian. Así, lamentablemente, queda establecida la existencia de un retroceso en la conciencia de nuestra formación social. Es un retroceso la cantidad de delitos, la marginación actual de quienes los llevan a cabo, cómo se informa en los medios sobre ellos y la manera inquisitorial de lidiar con el delincuente. No es “temerario” como La Rosa le atribuye a la opinión de Verbitsky que unos “ciudadanos indignados amagaron con linchar a un ladrón en el centro”. Es más frecuente que lo que el redactor local se imagina, y a pesar de ello los mendocinos no “somos todos unos fachos”.
El tono juguetón del columnista de Los Andes se termina de disipar cuando comenta acerbamente acerca de una supuesta “presión brutal sobre Kirchner para que éste presione a Jaque…” En realidad, más allá de presiones e influencias exógenas y pretendidamente brutales (nada más brutal que la violencia desaparecedora y los medios que la apoyan y apoyaban y/o se hacían los desentendidos), fue nuestro gobernador el que se metió en tremendo berenjenal. Declararse e ir aliado de Cristina Kirchner en las elecciones pasadas y una vez en la gestión elegir caminos opuestos a los trazados por el gobierno nacional en materia de derechos humanos – en nombre de la inseguridad que también es un problema de la Nación – constituye una contradicción no menos que insalvable. No otro que el mismo Jaque sabrá cómo resolver el dilema. A nuestra modesta publicación no la lee el ex presidente y tampoco la actual primera mandataria. Sin embargo creemos saber, como Verbitsky, que “esta abstención [la del gobierno nacional] no podrá prolongarse mucho más”. Hasta el día de hoy, sin embargo, la abstención persiste y la lucha continúa.
Redacción, La Quinta Pata 25-02-08
lunes, 25 de febrero de 2008
La Pata Semanal-2008
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