domingo, 24 de febrero de 2008

Noticias - La presión está altísima

Gobernador Celso Jaque El gobernador Celso Jaque (Ilustración: Gabriel Fernández)

Mientras más veces el gobernador Celso Jaque dice que a él no lo presiona nadie, más lo presionan todos. De forma sorprendente para un hombre que aún no lleva 90 días de gestión. Como si se pensara que el énfasis declarativo de Jaque en negar cualquier presión es un intento del mismo para exorcizar mediante palabras aquello a lo que más le teme: a no ser capaz de mantenerse firme cuando lo presionen demasiado. Como le pasó con el Indec.

La semana que termina fue pródiga en presiones hacia el Gobernador. Inmensa, casi patológica. Por arriba y por abajo. Como una bola de nieve que crece y crece si no se le da un parate definitivo. Cosa que sólo habrá de ocurrir -a esta altura de las circunstancias- cuando Jaque recomponga la autoridad política ya debilitada por una serie de contradicciones que liman y liman su reciente gestión. Como la frenética guerra entre peronistas y radicales K que golpea cada vez más la gobernabilidad porque se trata de dos sectores internos de un mismo poder político nacional. O la silenciosa pero no menos furiosa lucha de posicionamientos dentro de su propio gobierno entre las áreas de seguridad y derechos humanos.
Leer todo el artículo - CerrarPor fin, la auto-caracterización de Jaque al definirse como un kirchnerista de la primera hora pero de pensamiento conservador, lo está metiendo en dificultades, no en Mendoza sino dentro del submundo K. Y no porque se trate de una síntesis imposible (al fin y al cabo Kirchner fue presidente “progre” por oportunidad y oportunismo político, pero en tanto gobernador de Santa Cruz fue tanto o más conservador que Jaque e infinitamente más caudillo, amo, patrón y señor de estancias y calafates) sino porque no queda claro hasta cuándo el Gobernador podrá mantener esa síntesis en la que efectivamente cree, pero que muchos han decidido romperla, quebrarla, por dentro y por fuera.

Porque la gran pregunta que todos se hacen, aunque tanto enoje al Gobernador es: ¿Podrá resistir Jaque una llamada presidencial cuando lo obliguen a definirse para un lado o para el otro? Nosotros, por ahora, confiamos en el gobernador, pero otros parece que no. Por eso lo presionan.

La gran presión externa contra Jaque. El caso paradigmático fue una nota del periodista Horacio Verbistky en el diario Página 12 el domingo pasado, donde emite duras acusaciones y críticas contra todo el equipo de seguridad de Celso Jaque.

El cronista de Capital Federal ha tenido siempre una definida posición sobre el tema de los derechos humanos, por lo que todos los datos y opiniones que aporta en la nota son de utilidad para debatir la crucial cuestión. Se trata de un periodista con clara militancia política pero con amplia solidez informativa e intelectual por lo que -se esté a favor o en contra- conviene escuchar lo que dice, antes y ahora. Excepto que ahora -a diferencia de antes- se le agrega una particularidad: es Verbistky uno de los consejeros más influyentes del matrimonio presidencial, por lo que su palabra tiene algo más que el poder de la influencia o la opinión. A veces, en determinados temas, como el que nos ocupa, es el poder mismo.

Todo esto viene a cuento porque en la nota citada aparecen dos concepciones harto discutibles: la primera es su valoración de Mendoza y los mendocinos; la segunda valoración (más bien desvaloración) del gobierno provincial, hoy conducido por Celso Jaque.

Así, Verbistky critica el estilo conservador de los mendocinos con una frase que suelen sostener todos los funcionarios de seguridad -sean del partido, provincia o país que sean- al decir: “Mendoza es una de las provincias donde la psicosis por la seguridad es mayor”. Para luego generalizar burdamente sobre la forma autoritaria de ser de los mendocinos, citando unos pocos transeúntes indignados que amagaron con linchar a un ladrón en el centro.

Sostener que en Mendoza más que inseguridad hay psicosis y a la vez caracterizar (algo más que subliminalmente) al mendocino promedio como un linchador, son un par de excesos temerarios que, sin embargo, le sirven al cronista porteño para insinuarle a Néstor Kirchner que si quiere seguir siendo calificado de “progresista” (por los que, como él, están autorizados para firmar los certificados de autenticidad), debe decirle ya mismo a Jaque lo que -según Verbitsky- K ya dice en privado: “En conversaciones privadas Kirchner ha cuestionado a ‘quienes creen que la inseguridad se combate designando asesinos’ y dijo haber enviado señales a Jaque para que diera un corte rápido a la desgastante situación”.

Pero como Kirchner aún no se lo dijo a Jaque en público, le advierte el poderoso periodista al ex-presidente: “Esta abstención no podrá prolongarse mucho más”. Vale decir, si K quiere seguir siendo progresista, debe ordenarle a Jaque que eche ya mismo a los “asesinos”.

Es cierto que para nosotros -limitadísimos aprendices de cronistas y para colmo aldeanos- no es tan fácil mirar la realidad nacional desde esta pequeña provincia cuyana, donde además todas las miradas se enceguecen ante el extremo conservadurismo que nos tiene enfermos de psicosis. Pero aún así, dentro de nuestro modestísimo republicanismo conservador y localista -que tanto desprecia el hombre de las luces porteñas-, nos suena una desmesura pedirle al Presidente que le ordene a un gobernador que baje a un ministro provincial.

Tan desmesurado que, en la posibilidad de que Verbitsky tuviera razón en las denuncias que hace contra el equipo de seguridad local, el triunfo de su brutal presión sobre Kirchner para que éste presione sobre Jaque, dejaría al gobernador -en caso de aceptar la presión- en una situación de subordinación insostenible ante el poder central, de claudicación vergonzante y de desprecio institucional absoluto.

Cosa que hubiera sido muy diferente si el lúcido cronista se hubiera dirigido al Gobernador, que es el único que decide sobre quiénes son y quiénes no son sus ministros, en vez de pedirle a Kirchner que lo trate como un virrey. Pero claro, como Jaque es mendocino, y los mendocinos somos todos unos fachos... mejor hablar con el mandamás nacional.

La gran presión interna contra Jaque. Luego de la presión mediática nacional, Jaque recibió otra enorme presión, la legislativa provincial. Más patética aún. Porque en esta oportunidad el Senado local le bochó un técnico propuesto para presidir el Iscamen, organismo encargado de combatir la mosca del mediterráneo.

Ninguno de los que votaron en contra lo hicieron por tener algo contra el técnico sino para presionar sobre Jaque. Y parece que no sólo presionaron los cobistas (que, por supuesto, votaron todos en contra) sino también gente del propio PJ disconformes con las políticas de Jaque, o, por cómo Jaque se ha portado con ellos en cuanto a la partición del poder oficial. Entonces, los que están disconformes, en vez de quejarse públicamente, lo hacen en secreto. Para apretar.

Preocupante, porque a esta altura nada indica que las huestes de Jaque y Cobos se sigan matando porque lo ordenan los líderes, sino más bien porque sus líderes no los lideran y entonces la dispersión -tanto en la UCR como en el PJ- lleva a cosas tan absurdas como que un grupúsculo de senadores favorezca la proliferación de la mosca del Mediterráneo para defender sus míseras prebendas particulares.

O sea, la votación del senado ha puesto en duda si Cobos y Jaque realmente mandan a los suyos. O peor aún, si el problema del kirchnerismo en Mendoza es que nadie manda a nadie, entonces cada cual hace lo que le conviene. Por lo que la presión sobre el gobierno se vuelve insoportable.

La presión y la virtud. Ahora se habla de que habría que eliminar el secreto en las votaciones para evitar vergüenzas como la citada. Puede ser, pero lo cierto es que todas las normas constitucionales tienen su sentido. Como lo tiene la cláusula de que las bancas legislativas pertenecen al legislador y no al partido. Pero, toda disposición republicana que no se maneje con sentido republicano, deja de ser tal.

En ese sentido, si todos devienen borocotós o lavagnas la única forma de evitar tamaña proliferación de oportunismos es darle la banca al partido, para que cualquier personajón no pueda vender su cacho de popularidad al mejor postor.

Y si el secreto senatorial (que busca favorecer la libertad de conciencia para hacer valer la virtud republicana en la designación de jueces y demás) se transforma en una vendetta entre partidos -o peor, entre bandas de un mismo partido-pues, habrá que eliminar el secreto.

Con lo cual tendremos bancas en manos de los partidos y publicidad en las votaciones, pero no virtud.

Aunque por ahora -y aún sin virtud- el problema más urgente de la provincia es la alta presión.

Fuente: Los Andes 24-02-08

La Quinta Pata

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