domingo, 24 de febrero de 2008

Noticias - Rico: “Nadie nos enseñó que teníamos que torturar y matar”

El subsecretario Carlos Rico también habló con Los Andes para defender el plan de seguridad del gobierno de Jaque.


El Ministro de Seguridad, Juan Carlos Aguinaga, nos recibe en la entrada y nos hace pasar a su despacho. Allí, en una silla al costado nos espera el subsecretario Carlos Rico para una entrevista con Los Andes. He aquí lo revelado por el más polémico funcionario del gobierno de Celso Jaque.

-¿Cómo ve funcionar al plan de seguridad del Ministerio?
-La primera etapa fue lograr estar en la calle en forma inmediata, de la mejor manera, las 24 horas, los 7 días de la semana, para empezar a ganar espacios, hacer retroceder la delincuencia y llevar a cabo las otras etapas del plan.

-¿Retrocedió el delito?
-Soy optimista. Yo no diría que hay un franco retroceso. Digo que hay un retroceso, sobre todo en el robo agravado.
Leer todo el artículo - Cerrar-Lógicamente el delincuente no quiere abandonar el territorio donde hace su ilícito. Pero estamos muy firmes en eso. Hay barrios donde la situación era crítica: en Parque Sur hubo un doble homicidio; en Rodeo de la Cruz -barrio Argumedo- hubo una violación. En esos lugares la población salió a la calle a manifestarse y a partir de allí -con las acciones policiales- hemos logrado recuperar en gran medida esos territorios para la paz. El delito sigue, no lo niego. Pero le doy nombres donde avanzamos: barrio Ujemvi III; en Las Heras por Lisandro Moyano; barrio Lihué; Pedro Molina IV, barrio San Jorge; barrio Alameda. La interrelación vecino-policía es el punto vital de nuestro plan.
-En los diarios se ven muchísimos robos agravados.
-¿Ha aumentado el esclarecimiento de delitos?
-De los de mayores connotaciones quedan muy pocos sin esclarecer. Creo que hay uno solo, el de Rodeo de la Cruz.

-Usted en el '98, durante la reforma policial, tuvo un papel crítico, pero hoy, a 9 años de la reforma, ¿podría decir que la connivencia entre delincuente y policía es menor?
-A mí no me consta que haya o hubo una connivencia estructurada entre policía y delincuencia. Habrá algunos casos puntuales. Hubo, hay y habrá. Con la reforma lo que se produjo fue una purga de policías que en principio sostenían un poco lo que ustedes están expresando. Pero lo cierto es que el tiempo determinó que ninguno de los purgados -sobre todo de las jerarquías superiores- ninguno fue juzgado por una situación irregular en su carrera. No abro juicio sobre la reforma, pero....

-Hay casos emblemáticos: las desapariciones de Garrido y Baigorria; la de Guardatti, el asesinato de Sebastián Bordón, con policías hasta sentenciados. ¿No le parece que esos crímenes contrastan con lo que usted dice?
-Son hechos puntuales y que fueron juzgados previo a la reforma. Ahora, que eso haya motivado la misma es otra cosa. Pero de allí a una connivencia como ustedes me la plantean, no.

-¿Ha hablado con Luis Alejandro Cazabán (actual Secretario General de la Gobernación y ex ministro de Seguridad que ejecutó la reforma) de las consecuencias de la reforma?
-He hablado muchas veces, también en el ámbito privado.

-Pero dentro del Gobierno es otra cosa.
Interviene Aguinaga:
-El “Chiqui” me dijo antes de la reforma que tenía a dos comisarios para nombrar como jefe y uno de ellos era Rico.
-Los que ejecutaron la reforma dicen que la plana mayor de la Policía fue desplazada -no purgada- porque no supo contener la rebelión policial de octubre de 1998 y fue vaciada de poder.
-¿Qué desplazada? Los letreros grandotes decían “purgaron, echaron”. Mi hijo me preguntaba: “Papi ¿te echaron?”

Vuelve a intervenir a Aguinaga dirigiéndose a Rico:
-No, ustedes salieron porque los retiraron; fue una estrategia política.
Responde Rico:
-La rebelión tiene muchas aristas y algún día se tiene que hablar de eso, que fue un antes y un después. Pero quiero aclarar que la última unidad que se plegó a la rebelión, por la presión que había, fue mi unidad regional (la V). Casi que se los afanan a mis milicos porque se los llevan con coacción. Yo nunca fui a la Legislatura.

-En la Policía post-reforma ¿ya no hay más cachetadas como contaba el ministro?
Interviene Aguinaga:
-Hoy aunque les ordenáramos que peguen una cachetada a alguien, no se la pegan.
Responde Rico:
-No, hoy está muy consolidado el tema de los derechos humanos.

-¿Cómo se imagina usted, Rico, al policía ideal?
-Lo idealizo un par de metros o un par de minutos antes de que ocurra un delito. Previniendo, porque ésa es la esencia pura de la policía.

-Hay un debate en la provincia sobre seguridad y derechos humanos, ¿cuál es su posición?
-Seguridad y derechos humanos no son incompatibles, al contrario. Ningún policía debe entender que una cosa prevalece sobre la otra; eso está muy claro en todas nuestras órdenes desde hace muchos años, no sólo desde ahora: garantizamos el goce de todos los derechos.

-El policía acusado de matar a Jonathan Chandía se identificó así: “Soy el que mató a esa rata”. Ese policía no respetó los derechos humanos.
-Lo entiendo perfectamente y lo comparto. Pero la declaración de un solo policía no puede implicar a toda la institución; es individual, es un acto volitivo.

-Las aberraciones de la dictadura militar no fueron casos individuales. Usted fue técnicamente preparado para la lucha antisubversiva, para la represión de ese tipo de cosas en varios cursos.
-Yo en la Escuela de Policía he sido formado por excelentes profesores... médicos... excelentes.

-Pero luego hizo cursos…
-Cuando egresé -como todo oficial- he hecho cursos que obligatoriamente había que rendir, para promocionar en la carrera.

-¿Por qué fue elegido para hacer ese tipo de cursos?
-Había que tener buena condición física y desempeño bueno en Infantería.

-¿Qué significaba enseñar técnicas antisubversivas? ¿Combatir contra qué enemigo? ¿Torturar? ¿Sacar la información de cualquier modo?
-No, no. Eran técnicas de procedimiento ante un nuevo tipo de delincuencia. Para que me entiendan: cómo hacer un allanamiento, cómo bajarse de un vehículo en movimiento, subir o bajar un edificio con soga; ubiquémonos en ese año. ¿Usted se imagina entonces a un policía subiendo con una soga por un edificio de propiedad horizontal? Era una innovación...

-Las desapariciones ¿también fueron una innovación?
-No, no. Lo nuestro siempre fueron técnicas legales y esto lo quiero dejar claro. Leo los diarios y sé de lo que se habla. Creo que amerita, de una vez por todas, que mi comunidad sepa que estas cosas se están tergiversando terriblemente…

-¿Fue parte del equipo de Seineldín en la capacitación?
-No, no hay ninguna relación ni la hubo con Seineldín. Y para aclarar más, antes de este curso estuve destinado varios meses, y hablo de la época constitucional (año 1974) al Ministerio del Interior donde funcionaba la Inspección General de Asuntos Policiales, una institución que hacía de nexo entre el Ministerio y las provincias. Ministro era Rocamora.

-¿Quién era el jefe de policía de Mendoza entonces?
-El jefe de policía de acá en ese momento fue, en ese momento, a ver (piensa)... Santuccione.

-¿Usted fue asistente de él?
-No, fui ayudante del subjefe de policía, el comisario general Arrieta.

-¿Cuándo hizo el famoso curso en el Centro de Instrucción Contrasubversivo?
-Por julio de 1976 (tenía 26 años). Hago el curso, vuelvo a Mendoza y rindo un informe.

-¿Qué le decían allí? ¿Contra quién tenía que pelear?
-No hubo la carga ideológica de decirnos que había que pelear contra quién o cuál. Pero estaba claro que en el país había dos bandas definidas por la Ley 2.840. Era una técnica de lucha para la cual la Policía -que ya también sufría sus bajas- no estaba preparada profesionalmente.

-En ese entonces se torturaba para sacar información, se mataba y desaparecía ¿De eso usted no sabía nada?
-No, no. También hay un tema de formación en esto. Por más que a mí mañana me digan usted vaya y mate… no es tan así, no, no. Nadie nos enseñó que teníamos que torturar y matar.

-¿Usted nunca interpondría la obediencia debida a su conciencia? ¿O sí?
-A mí no me cabe eso porque nunca hice nada fuera de la ley.

-¿Estuvo en el D2?
-No sólo que no estuve sino que mi concepción como policía siempre fue el uniforme. No sé si les dice algo mi formación, pero para mí siempre fue muy importante el uniforme. Nunca estuve en el D2.

-¿Tuvo causas por violación de los derechos humanos?
-Por este tema nunca, por otros casos sí, pero imputado y sobreseído como cualquier policía.

-¿Es decir que la denuncia de la testigo de San Rafael es la primera sobre el tema?
-Me llama la atención que diga ahora que por los diarios me reconoce cuando a partir del cargo de comisario uno tiene una vida pública, salgo en fotos. Todo esto lo voy a acompañar en la presentación. Ella está en su derecho y yo haré valer los míos.

-Vamos al GE 78. ¿Qué es lo que tenían que prevenir? Porque justo en esa época desaparecieron en Mendoza una seguidilla de personas.
-Allí teníamos que pensar y debatir si a una delegación en Mendoza se la secuestraba o si había un acto terrorista, qué respuesta había policialmente. ¿Íbamos a salir con libretita, papel o lápiz sin saber cómo actuar con rehenes o con grupos armados de alta performance? Yo estaba en Infantería, una unidad de choque, prevención de disturbios, con otra concepción; no es igual que la función de la comisaría.

-¿Por qué no es igual?
-Los oficiales de los cuarteles éramos vistos, quizá, como los más duritos. Bueno, lo cierto es que veíamos un poco más allá, porque nuestra función era prevenir. Veíamos que se venía este acontecimiento grande del mundial y entonces decíamos -como el grupo G9 alemán- que había necesidad de tener gente físicamente preparada para este tipo de acontecimientos, terroristas, te-rro-ris-tas, ya no hablemos ni de subversión. Y se nos preparó, y hubo profesores civiles porque teníamos que tener conocimiento en materia de sociología para persuadir en casos de secuestro, por ejemplo. Yo personalmente fui al Cricyt donde me atendió el profesor Triviño que nos derivó a hablar con el licenciado Juan Carlos Carrillo, que fue profesor nuestro. Hasta un cura tuvimos en la formación. Porque para unas preparaciones de alta performance había que formar un individuo espiritualmente muy equilibrado.

-Si en un curso como esos se pregunta si torturar es legítimo para sacar información ante una situación de subversión o terrorismo, ¿usted qué respondería?
- Que no: el hombre siempre debe ser sometido a la acción de la Justicia y esto lo dejamos muy claro en ese curso.

-¿O sea que el GE 78 nunca intervino en ninguna acción fuera de la ley, en una época totalmente fuera de la ley?
-Yo soy un fundador del GES (Grupo Especial de Seguridad derivado del GE 78) que después sigue y se institucionaliza en democracia. Cuando pasó lo de “El Morocha”, los policías que le disparan lo impactan en la muñeca, cuando lo podrían haber matado. Yo en mi fuero interior sentí una inmensa satisfacción por ese tirador especial integrante del GES, porque le pegó un tiro en la mano… Eso marca una capacidad profesional digna de ser mencionada en el mundo. En otros países ¿ustedes creen que hubiera ocurrido así tal cual?

-Seguro que no hubiera ocurrido durante la dictadura.
-Les repito, muchachos. A mí no me tocó actuar en ese nivel de gravedad de decisión. Sepan que estamos hablando de un subinspector, la tercera jerarquía en la carrera, que no tenía ningún tipo de decisión al respecto.

-¿Nunca se enteró que no todos iban a la Justicia, de que muchos iban a pabellones de la muerte? ¿Nunca oyó nada?
-No voy a ser tan ingenuo para decir que no sabía qué estaba pasando, como cualquier argentino. Pero yo tenía muy claro lo que era correcto: el sometimiento de la persona a la Justicia, aun en el planteo violento.

“Tengo las mismas fuerzas, ganas con las que empezamos con Juan (Aguinaga) hace muchos años. La verdad que nunca pensé que después de unas elecciones que perdimos, estemos aquí. Asumí con muchas ilusiones y tengo tranquilidad de conciencia y confío en la Justicia”, sostuvo Rico cuando le preguntamos si no hubiera preferido quedarse en su casa ante la andanada de críticas que recibió desde que el 23 de diciembre se conoció su participación en el GE 78.
Los cuestionamientos hacia Rico chocaron con las explicaciones que dio en la entrevista. Por eso, atribuyó todo a una gran tergiversación de su legajo.
“Punto uno: hay una fuerte desinformación. Punto dos: están haciendo un uso muy extensivo de mi legajo personal y sacan muchas interpretaciones que corren por cuenta y riesgo del que las está haciendo. Y después de haber hecho un análisis muy profundo -que hicimos con el ministro- surgió la necesidad de que éste era el momento de hablar, porque mi comunidad hasta el momento está escuchando una sola campana”, dijo Rico.
En cuanto a los informes de inteligencia sobre el accionar de la protesta social, tanto Aguinaga como Rico intentaron minimizar la performance del comisario Pedro Chacón, hasta enero director de Inteligencia Criminal. La intervención de este ex policía en estos casos puede ser transgresora de la ley nacional de Inteligencia que prohíbe este tipo de seguimiento.
“No es tarea de inteligencia, es prevención. ¿Qué se yo quién es el Polo Obrero? ¿Metimos preso a alguien? ¿Cómo nos vamos a meter con organizaciones casi insignificantes desde lo político?”, desafió Aguinaga mientras este diario le mostraba el memorándum del director de la Policía, Jorge Guerrero, donde consigna el informe que recibió de Chacón.
Se notaron algunas diferencias entre Aguinaga y Rico. El ministro admitió la tendencia policial de maltratar a los detenidos antes de la reforma. “Había prácticas de fuerza sobre el imputado. Por ejemplo, pegarle una cachetada a un detenido”, recordó.


Por Jorge Fernández Rojas y Carlos Salvador La Rosa
Fuente: Los Andes 24–02-08

La Quinta Pata

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