Cuando amagaba a tomarse el buque por el asunto de las retenciones a la exportación de petróleo, por la negativa del gobierno a permitir subas en la nafta para el mercado interno a tono con los precios internacionales y por su inferioridad de condiciones frente a otras petroleras instaladas en el país, ahora resulta que se quiere quedar. Se va de Brasil y parece que de Chile también por falta de rentabilidad y problemas legales. Y eso que Brasil y Chile, a pesar de los rasgos progresistas que les dibujan sus respectivos gobiernos actuales, se resisten, más que otros, a revertir significativamente su adhesión a los programas neoliberales en vigencia hasta no hace mucho. Al menos en el plano del lenguaje lucen más conservadores que nuestro país. Sin embargo, Esso los desecharía y ha manifestado su deseo de permanencia en nuestro suelo. La decisión de quedarse no es azarosa. El gobierno le ha soplado a la multinacional con la intención de retenerla que pronto habrá reducciones de retenciones para mejorar las condiciones de exportación del petróleo. ¿Para qué? ¿Acaso seguimos con el cuento de no hacer olas para seguir siendo confiables ante los depredadores de nuestros recursos? ¿Tal vez se espera que con sopladas como esta se produzca el nocivo retorno de la inversión transnacional? ¿Las retenciones a la exportación de petróleo, entre otras, no vendrían de mínima manera a morigerar el hecho de que el Estado se haya ausentado en la explotación de recursos propios? ¿Quién se beneficia con la eliminación de las retenciones? ¿Las arcas públicas? Por favor, que se pierda esta gloriosa oportunidad de sacarse de encima a la Esso. Déjenla que se vaya solita.
Luis Alberto Cañas, Redacción, La Quinta Pata
miércoles, 12 de marzo de 2008
Noticias-2008
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