En Lavalle siguen peleando por su territorio. Pero ahora tienen otro problema: los análisis del agua que consumen detectaron arsénico, boro y otros tóxicos.
Termina la Semana de los Pueblos Originarios de América y los huarpes, verdaderas "víctimas de la espera" según la expresión del imprescindible Antonio Di Benedetto, siguen allí, perdidos, en el Norte, lejanos como el desierto que habitan. Pero, aún en la distancia, son una pequeña voz -son lo que hoy se llama "una minoría"- que pide lo que les dio siempre La Pachamama, lo elemental, lo que les quitaron tras la Conquista: la tierra y el agua, porque el fuego que los empuja está siempre presente y eso se nota en el aire que se respira en el desierto.
Quieren -y reclaman judicialmente- la tierra que les restituyó la ley provincial 6.920, sancionada en 2001 y que les negó luego la Fiscalía del Estado al imponer un recurso de inconstitucionalidad. Esta ley ordena que se les restituyan al pueblo huarpe milcallac que habita el desierto lavallino desde tiempos inmemoriales 786.000 hectáreas. El caso se encuentra actualmente judicializado y será la Corte provincial la que decidirá.
Pero el pueblo huarpe no sólo debe pelear por sus tierras sino también por el agua. Quieren agua potable, libre de los peligros del arsénico, el boro y otros elementos nocivos.
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Estos dos elementos - tierra y agua- fueron el tema principal del último Consejo que reunió a los presidentes de las 11 comunidades huarpes de las Lagunas de Huanacache."El principal problema de los huarpes es la tierra, pero ahora se suma el agua. En el último consejo que realizamos en noviembre pasado, elaboramos un documento al respecto", dice Ramón Tello, representante del pueblo huarpe en le Consejo de Participación Indígena que reúne a las máximas autoridades de los pueblos originarios del país.
"Hay que aclarar las aguas"
Como en relación a las tierras no hay novedades, y como decía el poeta de origen huarpe Armando Tejada Gómez, "para saldar las cuentas del martirio hay que aclarar el aguas", Diario Los Andes fue hasta San Miguel de los Sauces, para contar con detalle qué pasa con el agua.
San Miguel es un pueblito donde viven 20 familias. Ubicado a 150 kilómetros de la Villa de Lavalle, es un sitio donde el retamo y el junco desafían al sol y a la arena, donde los patos y los dientudos hacen malabares en el aire y el agua, según lo decidan, y, claro, donde los huarpecitos menores de edad van a la escuela 8-404, mientras sus mayores crían chivos y hacen lo que saben para ganarle al desierto.
Ubicado a 10 kilómetros del límite con San Juan y San Luis, San Miguel es "un lugar perdido en el desierto", sí, pero con una historia rica: desde tiempos inmemoriales fue una población huarpe. Además es un sitio "fundacional" del país: el 22 de agosto de 1822, representantes de Mendoza, San Juan y San Luis firmaron allí el Tratado de San Miguel de las Lagunas, uno de los tantos "pactos preexistentes" que cita el Preámbulo de la Constitución.
Internacionalmente, San Miguel, como parte de los humedales de desierto lavallino, tiene un status distintivo: es sitio Ramsar desde 1999. Esto indica que su agua, fauna y flora deben ser protegidas.
Una planta paradójica
El 19 de abril de 2007 se inauguró en San Miguel una planta potabilizadora de agua con fondos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). A través de una cañería se extrae agua del Río San Juan y se lleva a unos tanques de 50.000 litros para luego purificarla con un gran filtro de arena. El sistema se completa con una red de 12 kilómetros que llega hasta Lagunitas.
En total abastece a 20 familias de San Miguel, 15 de Lagunitas y, a través de un camión- tanque, a 60 de El Retamo, Forzudo y Tres Cruces. La "faraónica" obra costó unos 650.000 pesos pero no cumple con su función básica: no potabiliza. Una planta potabilizadora que produce 200.000 litros de agua diaria "no apta para el consumo humano", según informes municipales, del Epas y de la Comisión de Energía Atómica.
"Desde el principio el agua tenía como olor a gamexane, a barro podrido", cuenta Patricia Valot, directora de la escuela.
En octubre del año pasado la doctora Stella Maris Osach del centro de salud, comenzó a ver algunos niños con problemas y sospechó del agua. Un grupo de médicos comunitarios llevó muestras para que las analizara la Comisión de Energía Atómica. Resultado: había presencia de metales pesados.
Arsénico, boro y turbiedad
El 2 de noviembre la Municipalidad notificó a la escuela y a los presidentes de las comunidades huarpes que "el agua de la red no es apta para el consumo, prohibiéndose el uso para el consumo humano pero no para higiene y servicio".
Con esta novedad, en la escuela se comenzó a consumir agua envasada que envía la DGE y en un camión-tanque para la comunidad. Las muestras que analizó la Comisión de Energía Atómica también fueron tomadas de este camión y resultaron -increíblemente- "no aptas".
Estos estudios dieron altas concentraciones de arsénico, boro, manganeso y otros tóxicos inorgánicos. En la práctica, si bien los niños no toman agua de la planta en la escuela, en sus casas es difícil controlarlos. En cuanto a los mayores, algunos consideran que el agua no puede ser más mala de la que tomaban antes directamente del río.
Claro que no consideran que hoy el río San Juan ha cambiado: se sospecha que los niveles de estas sustancias nocivas podrían estar asociados a las actividades mineras que se desarrollan río arriba, en la montaña, en San Juan. Estas sospechas se encuentran apuntadas en un expediente judicial. Existe una investigación en la Justicia Federal que arrancó en noviembre de 2007. Ahora estarían a la espera de que dos ingenieros de la UNCuyo entreguen los resultados de muestras que tomaron en diciembre para su análisis.
Fuente: Oscar Guillén, Los Andes 28-04-08



2 comentarios :
Ojalà llegue el momento en el que el pueblo huarpe pueda obtener con tranquilidad la tenencia de sus territorios y que pueda vivir libre de toda preocupaciòn pero..ojalà tambien llegue el momento en el que el pueblo huarpe pueda liberarse de los impostores que hace mas de 500 años estàn aqui en nombre de la cruz y que hoy con la escusa de un apoyo incondicional al pueblo huarpe se encargan de enfrentar a huarpes contra huarpes mientras disfrutan de los beneficios que les proporcionan estàn allì.. tan incrustados en el seno de las comunidades.
Queridos Hermanos HUARPES, no encuentro forma de contactarlos, quiero invitarlos para el sábado (próximo) 12 a las 18 horas en la ENOTECA, Peltier 611 a una conferencia que dará el Dr. Alberto Rodriguez Saa, Gobernador de San Luis, es importante que concurran, creo que ya saben todo lo que se hizo en San Luis con las comunidades originarias. Luis Galiotti 2614729118
llámenme para confirmar o escriban a luisgaliotti@yahoo.com.ar para más información
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