Frei Betto
Anduve, en julio, por Venezuela y Bolivia. Dos países gobernados por figuras singulares en búsqueda de alternativas al neoliberalismo: Hugo Chávez y Evo Morales. Los dos, elegidos democráticamente (Chávez reelegido).
Una primavera política sopla sobre América Latina. Tras décadas de dictaduras militares (made in USA) y gobiernos neoliberales corruptos (made in Consenso de Washington) –Collor en Brasil, Menem en Argentina, Fujimori en Perú, Andrés Pérez en Venezuela y Sánchez de Losada en Bolivia– los electores optan por elegir políticos de extracción social popular y/o identificados con movimientos sociales progresistas.
Estuve en Barquisimeto, capital musical de Venezuela, invitado por la Universidad Politécnica. Participé del seminario sobre extensión universitaria como forma de solidaridad con los sectores de la población marginados o excluidos.
Encontré una nación dividida. Chávez encarna, para unos, el Mesías, para otros, el diablo. El primer grupo habla entusiasmado de las organizaciones “comunales” (versión venezolana del presupuesto participativo) y de la creciente interacción entre sociedad civil y poder público. Reconoce la mejoría en los salarios, en el consumo de bienes durables (sobre todo carros) y en los servicios de salud, educación y construcción de viviendas populares.
Montado en sus barriles de petróleo (Venezuela es el segundo exportador para EEUU, después de Arabia Saudita), el país se da el derecho de promover grandes inversiones en su infraestructura.
El repudio Chávez viene de la oligarquía que, gracias a los petrodólares y a la corrupción, hacía de Miami su capital. Y también de sectores de la clase media, descontentos con el frecuente desabastecimiento de productos de primera necesidad y la inflación anual que llega al 21%.
Leer todo el artículoLa oposición, respaldada por los obispos católicos, acusa a Chávez de “cubanizar” el país, debido al gran número de médicos y profesores cubanos activos en programas sociales dirigidos a los más pobres. Se molesta también con la retórica presidencial centrada en la Revolución Bolivariana “rumbo al socialismo del siglo XXI”.
En La Paz, participé en el encuentro de intelectuales y artistas, de varios países, por la unidad y soberanía de Bolivia. Estuvieron presentes algunos ministros de Cultura de países latinoamericanos, incluído Juca Ferreira (Brasil), que ahora ocupa el lugar dejado por Gilberto Gil. Tuvimos oportunidad de estar con Evo Morales. Se aprobó una declaración de apoyo a su gobierno que, el 10 de agosto, será sometido al plebiscito revocatorio.
El plebiscito revocatorio es un recurso sumamente democrático (adoptado también en Venezuela) que obliga al presidente, en pleno mandato, a someterse a la valoración del electorado. Toda la nación se transforma en un gran escenario de debates respeto del gobierno.
Morales es una figura singular. Oriundo de la etnia aymara, de líder indígena se volvió dirigente sindical. En un país de 9 millones de habitantes, de los cuales un tercio vive en el exterior en búsqueda de mejores condiciones de vida, él trata de que Bolivia se apropie de sus fuentes energéticas, como el gas, y de los minerales preciosos, hasta ahora explotados por transnacionales, inclusive Petrobras.
Chávez y Morales enfrentan el gran desafío histórico de promover reformas estructurales en sus países por la vía democrática y pacífica. Los dos sufren presiones constantes de la Casa Blanca y de la oligarquía nativa. En Bolivia hay un fuerte movimiento por la autonomía de algunas regiones, con nítidas tendencias separatistas (apoyadas por el gobierno estadounidense).
Tanto a Chávez como a Morales se les impone la exigencia –urgente– de dar consistencia a la organización y movilización populares, a sus partidos políticos y, sobre todo, al proyecto de nación que pretenden implantar –lo que, hoy, se presenta confusamente con una retórica izquierdista que los pobres no entienden, la clase media teme y la rica repudia-.
En Brasil, el gobierno Lula optó por un desarrollo sin inflación descontrolada y con fuerte inclinación social, a través de políticas compensatorias (y no emancipatorias) como la “Bolsa Familia” –todo dentro de los marcos del neoliberalismo-. En Venezuela y en Bolivia, la opción es romper esos marcos y promover reformas estructurales de modo de construir un modelo de sociedad con menos desigualdad y más participación popular.
El futuro es imprevisible. Una cosa, sin embargo, es obvia: en ninguna otra parte del mundo hay tanta esperanza, tanta búsqueda de alternativas, tanta utopía como, hoy, en América Latina. Ojalá que el sueño se transforme en realidad. (Traducción ALAI)
- Frei Betto es escritor, autor de “Calendário do Poder” (Rocco), entre otras obras.
América Latina en Movimiento, 08 – 08 – 08
La Quinta Pata
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