domingo, 5 de octubre de 2008

Un paseo por la memoria

La obra “La palabra viva” nos acerca a la comunidad de Guaymallén.

Patricia Slukich

El Centro de Investigación y Experimentación Teatral Argonautas presenta hoy su trabajo, junto a la comunidad de Guaymallén.

La función social del teatro, como expresión artística, es motivo de arduos careos teóricos. Sin embargo, y más allá de la copiosa esgrima discursiva, el Centro de Investigación y Experimentación Teatral Argonautas cree firmemente en el valor que este modo de encarar el trabajo conlleva.
Ellos proponen (y se sienten responsables como artistas) de cara a la comunidad en la que están insertos. Es por eso que buscan todos los años la forma de conectar al barrio con el espacio teatral (geográfico y expresivo).
Esta vez la idea surgió de un exhaustivo rastreo histórico por la memoria de los vecinos de Pedro Molina (lugar en el que se encuentra la sala teatral). Tal rescate oral dio como resultado una puesta en escena en la que los protagonistas serán los propios habitantes del territorio. “Es una forma de acercarnos desde otro lugar a la comunidad -aducen las coordinadoras del proyecto: Valeria Rivas, Gabriela Psenda y Nadia Cáceres-.

El año pasado empezamos con las entrevistas a los vecinos de distintas edades y, a partir de allí, fuimos reconstruyendo la historia y el pasado del lugar en el que viven. Esta zona de Pedro Molina tiene una fuerte identidad que estaba oculta”.
El rescate y acopio de material se ha volcado en una puesta en escena que interpretarán los propios vecinos; además del elenco de niños Viajeros y los alumnos de los talleres de Argonautas.
La obra se titula “La palabra viva” y consta de varias escenas que tienen como objetivo recrear “momentos” de la vida cotidiana del barrio: el bar, el club, la escuela, el cine, las calles donde los chicos jugaban o las charlas de las comadres. “Son escenas que tienen como hilo argumental el recuerdo, las vivencias”, dice Gabriela.

Otro ingrediente tentador es la forma que esta puesta ha adoptado. Es que, lejos de presentarse en los márgenes de una sala, los espectadores irán recorriendo distintos lugares donde se desarrollarán las situaciones: el Club Pedro Molina y las calles Matienzo y Gutiérrez.
“La idea es ayudar al encuentro entre los vecinos -argumentan las artistas-. A partir del trabajo de este proyecto se ha comenzado a armar una red social, un reencuentro entre los que viven en la zona y una recuperación del recuerdo: de lo que el barrio fue y, por contraste, de lo que hoy es”.
Así es como se trenza la memoria colectiva. Así es como se estrechan los lazos solidarios: a través del afecto y la construcción de un espacio que es común a todos y al que todos desean habitar. Aplausos a estos artistas, no por su interpretación -esta vez- sino por su compromiso.

Los Andes, 05 – 10 – 08

La Quinta Pata

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