Marcelo Padilla
Premisa sociológica: las ideas en una sociedad se construyen desde los aparatos ideológicos a través de los cuales circulan: los medios, la escuela, la familia, el vecindario, entre otros. Hay quienes se ocupan de ese imaginario espontáneo y lo promueven estratégicamente desde los “think-tanks”. Por supuesto, la gente también ayuda.
Es un lugar común escuchar o leer, ante cualquier hecho policial relacionado con la inseguridad, lo siguiente:
“Los abogados que se ocupan de defender los derechos humanos se dedican a sacar delincuentes de la cárcel o lucran con causas vinculadas a crímenes considerados de lesa humanidad”.
Casi como los jugadores de fútbol, cuando les ponen el micrófono y les preguntan ¿cómo están para el domingo?, el nervio espontáneo de la gente, cual cassette inconsciente sellado a fuego, despotrica y acusa, los vincula y hace responsables de muertes y asesinatos, violaciones, atracos y secuestros. ¿Encono espontáneo?
Es alarmante presenciar cómo se produce tal distorsión ideológica, que ha logrado instalar esta sentencia tan pregnante en el cuerpo social sin el menor grado de reflexión, al menos, para discernir lo uno de lo otro. Hay discursos espontáneos en la gente común, es cierto. Pero ese espontaneísmo, debemos decirlo, no es “natural”, como si se tratara de un estado prelógico propio de la especie. Algo de eso habría en tanto, como humanos, nos movilizamos y actuamos desde la ira. Sin embargo, las ideas en una sociedad se construyen desde los aparatos ideológicos por los cuales circulan las mismas: los medios, la escuela, la familia, el vecindario, entre otros.
Hay quienes se ocupan de ese imaginario espontáneo, y lo promueven estratégicamente desde los “think-tanks”. Intelectuales que pasan por tales o periodistas que lo insinúan. Políticos oportunistas que para adquirir apoyos sociales, se prenden a expresiones de la barbarie: “hay que matarlos a todos”, “¿y qué pasa que no hay ningún abogado de los derechos humanos aquí?”“¿o nosotros no tenemos derechos humanos?”. Indudablemente hay una gran confusión, no me cabe duda, porque de lo contrario estaríamos en presencia de una “supuesta” cuestión ideológica a secas y sin rodeos. Ciertamente, el “modo de pensar espontáneo” - ¿es un modo de pensar?- prepara el terreno para el ingreso impune de los verdugos a la escena social previa legitimación ¿espontánea?, en los aparatos ideológicos de la sociedad.
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