viernes, 26 de diciembre de 2008

Encono ¿espontáneo?, think-tanks y derechos humanos

Marcelo Padilla

Premisa sociológica: las ideas en una sociedad se construyen desde los aparatos ideológicos a través de los cuales circulan: los medios, la escuela, la familia, el vecindario, entre otros. Hay quienes se ocupan de ese imaginario espontáneo y lo promueven estratégicamente desde los “think-tanks”. Por supuesto, la gente también ayuda.

Es un lugar común escuchar o leer, ante cualquier hecho policial relacionado con la inseguridad, lo siguiente:
“Los abogados que se ocupan de defender los derechos humanos se dedican a sacar delincuentes de la cárcel o lucran con causas vinculadas a crímenes considerados de lesa humanidad”.

Casi como los jugadores de fútbol, cuando les ponen el micrófono y les preguntan ¿cómo están para el domingo?, el nervio espontáneo de la gente, cual cassette inconsciente sellado a fuego, despotrica y acusa, los vincula y hace responsables de muertes y asesinatos, violaciones, atracos y secuestros. ¿Encono espontáneo?

Es alarmante presenciar cómo se produce tal distorsión ideológica, que ha logrado instalar esta sentencia tan pregnante en el cuerpo social sin el menor grado de reflexión, al menos, para discernir lo uno de lo otro. Hay discursos espontáneos en la gente común, es cierto. Pero ese espontaneísmo, debemos decirlo, no es “natural”, como si se tratara de un estado prelógico propio de la especie. Algo de eso habría en tanto, como humanos, nos movilizamos y actuamos desde la ira. Sin embargo, las ideas en una sociedad se construyen desde los aparatos ideológicos por los cuales circulan las mismas: los medios, la escuela, la familia, el vecindario, entre otros.

Hay quienes se ocupan de ese imaginario espontáneo, y lo promueven estratégicamente desde los “think-tanks”. Intelectuales que pasan por tales o periodistas que lo insinúan. Políticos oportunistas que para adquirir apoyos sociales, se prenden a expresiones de la barbarie: “hay que matarlos a todos”, “¿y qué pasa que no hay ningún abogado de los derechos humanos aquí?”“¿o nosotros no tenemos derechos humanos?”. Indudablemente hay una gran confusión, no me cabe duda, porque de lo contrario estaríamos en presencia de una “supuesta” cuestión ideológica a secas y sin rodeos. Ciertamente, el “modo de pensar espontáneo” - ¿es un modo de pensar?- prepara el terreno para el ingreso impune de los verdugos a la escena social previa legitimación ¿espontánea?, en los aparatos ideológicos de la sociedad.
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Los derechos humanos no son ideológicos. Son derechos adquiridos y es el Estado el que tiene que bregar por ellos y garantizarlos. No existen abogados de derechos humanos, así como lo indica el titulo de la columna. En todo caso, existen abogados penalistas que se amparan en normas jurídicas sancionadas en el código penal o en convenciones internacionales para ejercer la defensa de tales derechos.

Si por “ideología” entendemos el “discurso conceptualmente viciado, puesto al servicio de los intereses de un grupo de personas”, entonces los Derechos Humanos no expresan una “ideología”, sino una forma consistente de universalismo moral, un signo de civilización.

Será cuestión entonces de saber distinguir, y educar para distinguir, porque de lo contrario vamos camino a culpar a quienes promueven la idea de justicia, corriendo el riesgo de tirarlos a la hoguera social en plena ira colectiva.

La liberación de represores en Mendoza hace unas semanas no hace más que confirmar que todavía hay quienes pretender hacernos creer que se puede convivir con criminales. ¿Imaginemos que liberen a todos los presos de la cárcel de Mendoza porque no tienen sentencia firme y llevan años en esa situación, y los dejen, sin más, en la calle? ¿Qué pasaría?

Es claro que la “gente”, por estos días está “en otra”, y pareciera no importarle más que la liquidación en los shoppings y las ofertas de supermercados. Digo “la gente”. Justamente esa expresión que no designa nada, pero que pretende abarcarlo todo.

MDZ Online, 25 – 12 – 08

La Quinta Pata

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