Mariano Fraschini
“Defina el movimiento como lo que es, como lo único que puede ser, un movimiento de liberación nacional de extrema izquierda, en cuanto se propone sustituir el régimen capitalista por formas sociales de acuerdo a las características propias de cada país.”John William Cooke. 1962. Correspondencia Perón-Cooke", T II, p 216- 222
Las páginas que el lector tiene en sus manos intentan abordar a un actor político, la Izquierda Peronista (desde aquí en adelante: IP) y a un tiempo histórico que recorre los años que van desde 1955 hasta 1974.
Mucho se ha escrito y se ha reflexionado en estos últimos años sobre la década del ’70. Este libro también concentra su atención en aquellos años, pero lo hace a partir de un análisis de lo que fueron las décadas precedentes, ya que considero que la IP de los setenta no puede explicarse sin considerar sus antecedentes de la primera resistencia (1955-66) y de su referencia inmediata (1966-69). Reitero, no puede pensarse a la IP setentista si no se realiza un rastreo preciso de los años previos a la explosión social y política de amplias capas de la sociedad argentina. Esta continuidad histórica es la que permite comprender en totalidad, y no en forma fragmentada y parcializada, el fenómeno de la Izquierda Peronista.
El peronismo de fines de los cincuenta y sesenta ha sido un tema escasamente abordado por parte de la historiografía nacional. La cercanía del tiempo histórico sumada a una bibliografía concentrada en la reiteración testimonial de los protagonistas de la época, así como también en el racconto histórico producido por quienes tuvieron un papel estelar en la misma, justifican en forma genérica dicha ausencia. En forma complementaria, se debe indicar que los estudios históricos se han abocado a la década del setenta en donde han encontrado una mayor recepción en los circuitos comerciales. Sin embargo, considero vital para poder comprender en forma sustancial a las décadas en donde el peronismo produjo su quiebre interno, realizar un análisis que abarque los años en donde se incubaron los discursos y las prácticas que hicieron eclosión en la tumultuosa década del setenta. Desde esta lógica, insistimos en que concebir los antecedentes de las décadas precedentes es el camino más indicado para comprender el fenómeno de la izquierda peronista setentista. No puede entenderse la fortaleza en la acción, masividad y organización de esta, sin inmiscuirse en el pensamiento y praxis de aquella. Aquí radica, tal vez, el punto más importante de estas líneas que el lector tiene ante sí.
Leer todo el artículoEn términos metodológicos debemos indicar que la definición de Izquierda Peronista (IP) no responde a ningún canon tradicional. Es decir, el concepto IP será descrito a partir de una abstracción conceptual sin la totalidad de las connotaciones que el término pueda tener en lo estrictamente político. Desde esa lógica, definiremos a la IP como los grupos que adhieren en sus discursos y prácticas al universo ideológico constituido por el peronismo revolucionario que, durante las décadas de estudio, dirigieron sus esfuerzos a llevar al Movimiento a posiciones de intransigencia, intentando dotarlo de claridad ideológica y ligaron sus luchas a las emprendidas por los movimientos de liberación latinoamericanas y tercermundistas. A su vez, para estos grupos, la vuelta de Perón al país y la consolidación de un proyecto con orientación socialista representaban las condiciones necesarias y suficientes para que el proceso revolucionario pudiera ser materializado con fidelidad. En forma adicional, se debe indicar que la noción de IP es, a lo largo de este libro, un concepto dinámico que permite el movimiento continuo de diferentes organizaciones y líderes políticos y sociales que expresan en determinados momentos al peronismo revolucionario, como en otros instantes se alejan del mismo hacia posiciones más moderadas.
Esta elección se sustenta en que, durante las décadas en las que se desarrolla este trabajo, no existe organización que adhiera a este universo ideológico desde una posición que se enuncie como IP. De esta manera, entonces, el concepto IP incorpora a un vasto número de núcleos políticos ganando en amplitud y dotando de relevancia a lo colectivo y evitando, de esta forma, el análisis parcializado o testimonial de grupos aislados. El enfoque que orienta este estudio optará por englobar en el concepto IP a todas las experiencias y discursos de los grupos que adhieren desde diferentes instancias al peronismo más intransigente y combativo en el marco del Movimiento peronista en el período mencionado.
Debo dejar establecido, por último, que considero que la Izquierda Peronista previo a la caída de Perón no tiene un despliegue real, como sí acontece luego de esa fecha. En el mismo sentido, debo indicar que el gobierno de Perón era, de alguna manera, un representante concreto de esa proto IP e impedía la conformación de un núcleo político e ideológico estable en el interior de las filas del peronismo. Esto pudo desarrollarse fielmente a partir del golpe de Estado de 1955, con la inauguración del ciclo político cívico militar y por la sistemática proscripción del peronismo.
En síntesis, el objetivo central de este trabajo es el de indagar la constitución de la Izquierda Peronista así definida a través de cuatro ejes. En primer lugar se interroga acerca de quiénes son los grupos e ideólogos que constituyen la IP y cuál es su procedencia. En segundo lugar, y ligado a lo anterior, cabe preguntarse qué lugar ocupa el sistema de exclusión impuesto por el golpe de estado de 1955 y mantenido en períodos de semilegalidad, hasta 1973, para que la IP crezca y se consolide. En tercer lugar, y enlazando a las preguntas precedentes, se cuestiona el lugar que ocupa la IP en el dispositivo estratégico de Perón. Por último, se interroga sobre las estrategias posibles de la IP en el interior del Movimiento popular a partir del advenimiento de Perón al poder en octubre de 1973.
Conclusión. El tiempo histórico que abarca el fenómeno de la Resistencia Peronista asiste al nacimiento y consolidación, en el interior de las filas del Movimiento popular, de la Izquierda Peronista. Los sectores combativos del peronismo encuentran, en el contexto de un sistema político basado en un régimen de exclusión de la fuerza mayoritaria, los insumos principales para su práctica política. La consecuencia inmediata que genera este contexto de proscripción en el interior de la sociedad argentina es el incremento de la intransigencia política, así como también, la clausura de los métodos que tienen en el consenso y el pluralismo los pilares de una sociedad democrática. El “hecho maldito del país burgués”, como sintetizaba Cooke al peronismo, se convertía en la fuerza incapaz de integrarse a un régimen que basó su estrategia principal en la eliminación directa del Movimiento, en las diferentes instancias que lo pudo llevar a cabo.
La IP pudo crecer y consolidarse como núcleo duro en el interior del peronismo por el contexto de exclusión y clausura en que se encontraba el sistema político argentino y fue desde ese lugar en que insertó su praxis revolucionaria. Este elemento es de suma importancia para poder comprender que el ascenso y afirmación de la IP del período estudiado fue complementado por la participación activa de Perón en su instrumentación a la hora de combatir a las otras expresiones que se desplegaban en el interior del Movimiento, ya sean en sus movimientos tácticos y estratégicos. Es decir, Perón, en sus interminables giros coyunturales, que respondían a la lógica de ofrecer la mayor resistencia a las estrategias militares, delineó una IP funcional a sus apetitos políticos ya sea cuando este encontraba su poder discutido, o cuando su estrategia viraba a balancear los poderes internos del peronismo en Argentina. En síntesis, la IP pudo acrecentar y robustecer su poder en el interior del peronismo a expensas de un contexto dominado por la exclusión sistemática de la fuerza mayoritaria y por las necesidades coyunturales de Perón a la hora de marcar su estrategia de poder. Estos giros de Perón, que durante toda la etapa de su exilio engordaron las apetencias de la IP, se desarrollaban en un marco internacional dominado por la relevancia de las categorías de Revolución y Tercer Mundo.
Será a partir del golpe de Onganía en que la IP producirá una más amplia acumulación política. En ese sentido, podemos manifestar que el crecimiento más importante de la IP se va a desarrollar en esta segunda etapa (la tercera y cuarta en el orden cronológico de este trabajo 1966-1973) y lo hará a partir de nuevos actores que en una primera instancia no se encontraban en el interior del peronismo. De todas maneras, estos nuevos contingentes que abarcaban a los sectores juveniles, estudiantiles, los ligados a la militancia eclesiástica consecuentes con el Concilio Vaticano II, encontrarán los discursos y envases ideológicos constituidos en la etapa anterior. Estos nuevos actores que se incorporan al Movimiento popular lo harán a partir de la radicalización política que acontecerá a partir de mediados de los sesenta y principios de los setenta, con la clausura total del ciclo político argentino, por la amplia convocatoria que el espacio de intransigencia suponía desde las categorías nacionales y populares alejadas del clasismo dogmático y por el llamamiento de Perón a una “actualización doctrinaria” y al “trasvasamiento generacional”. Todos estos elementos formaron parte y fueron los insumos principales que permitieron que la IP desarrollara una acumulación de fuerzas realmente exponencial a principios de los años setenta.
La característica saliente que deparará esta radicalización política de estos sectores tendrá como nervio central la masividad convocante. La fusión de estos nuevos métodos de lucha, a partir de la alternativa armada, con las nuevas ideas políticas que la sustentaba, permitió que numerosos grupos sociales optaran por la participación política en el interior del núcleo ideológico de la IP. La legitimidad que obtenía la violencia como elemento depurador y defensivo, a partir de la instalación de un gobierno de fuerte contenido autoritario, permitió que la sociedad se encontrara preparada y alentara las expresiones políticas que ligaban su práctica con la militar. Los jóvenes que se integran a la IP en la década del ’70, lo harán a partir de los discursos y prácticas elaboradas por sus antecesores en las décadas precedentes. La IP setentista, tendrá como característica distintiva el uso de la violencia como método particular del logro de sus objetivos. El horizonte continuó siendo el socialismo nacional, categoría que Perón compartirá en su definición pero no en su contenido, y el medio para arribar a ese estadio será la violencia política.
Este elemento quedará inaugurado por la organización Montoneros a partir del secuestro de Aramburu y será abandonado en forma parcial a partir del proceso electoral que se abrió en el país desde enero de 1973, para volver a abrirlo con el atentado a Rucci en septiembre del mismo año. Este hiato, producido por la vuelta a la institucionalidad, le permitió a la IP crecer de manera vertiginosa acumulando, para su propio espacio, un poder no conocido en las décadas precedentes. El acierto de la IP setentista se encuentra en poder revisar su táctica militarista, en pos de desandar el camino armado y concentrar sus fuerzas en el proceso electoral. Esto implicó un giro que dejó aliados en el camino, pero fortaleció a la IP en el objetivo de consolidar su crecimiento político y su incidencia en la realidad nacional. Este acierto se encontraba en el mismo andarivel de los deseos de la sociedad, que preveía un cambio de estrategia coherente con la coyuntura histórica. Es decir, ante la modificación del escenario y la vuelta a la institucionalidad, la IP abandonaba el “camino armado” en pos de la constitución de un espacio que intentaría incidir en la realidad nacional desde un territorio apartado al de la violencia armada. La inmejorable relación construida con el delegado personal de Perón y futuro presidente, Héctor Cámpora, es un elemento adicional que permite visualizar la maduración de la IP en el escenario que se despejaba a partir de la campaña electoral que encumbraría al peronismo, tras los dilatados dieciocho años ausentes del poder.
El Perón que regresa, y por lo tanto el Perón que actúa, no es el mismo líder que la IP construyó durante los años del exilio. Lejos del “trasvasamiento generacional” y del “socialismo nacional”, el líder vuelve como el “abanderado de la unidad nacional” y dentro de su estrategia de poder la IP juvenil debía esperar su momento de volver a actuar. Los caminos institucionales por los que el peronismo debía atravesar los años de vuelta al poder, no requerían el concurso inmediato de la IP y, por lo tanto, este espacio debía capacitarse en la gestión aguardando que la coyuntura precisara de su labor. En esto había sido claro Perón, como observamos en el apartado correspondiente, durante las reuniones europeas. El mes de abril de 1973, representa, seguramente, el momento simbólico del divorcio entre Perón y la IP y la decisión de esta última de emprender el camino autónomo, más allá de que desde el discurso la IP continuaría reivindicando un tipo particular de verticalidad al líder. Estas charlas personales entre Perón y los líderes de las expresiones de la IP de la etapa, clarifican los objetivos políticos de ambos y el desencuentro posterior. A su vez, esas reuniones expresan metafóricamente lo desarrollado en este trabajo y que el lector con seguridad compartirá: la IP se constituye alrededor de un espacio que es conducido por Perón, al cual debe responder y en el cual se encuentra limitado para la materialización de su estrategia. Por lo tanto, el cumplimiento de sus objetivos últimos debe, necesariamente, realizarse por afuera de ese conjunto. En este sentido es que la autonomía sea su única jugada, si la IP se decide a concretar su anhelada “revolución socialista de contenido nacional”.
Aquí se encontraba el límite de la IP. Desde allí su íntima lasitud de ser una parte del Movimiento, desde donde radicaba su fuerza, su capacidad de acumulación y de liderazgo y su debilidad, en el acatamiento a las directivas de una conducción externa. Al encontrarse con el Perón activo, la IP no encontró las respuestas que le permitiesen mantener la “camiseta peronista” como elemento legitimador de su praxis en el Movimiento y la consecución de su objetivo revolucionario que tenía como horizonte el “socialismo nacional”. Desde allí que su única jugada fuera, pasando por la “teoría del cerco”, la de apostar a un juego político autónomo. Perón actuó por última vez el 1° de mayo de 1974, y su actuación fue la consecuencia directa del proceso de deterioro que se incubaba en la relación entre el líder y la IP. Su discurso fue el final de aquella relación incapaz de mantenerse desde que Perón regresó al poder. Desde ese momento y luego de la muerte de su líder, la IP pudo finalmente desarrollar su estrategia autónoma.
Los años siguientes serán testigos de esta orientación autónoma de la IP, como así también la de sus errores tácticos y estratégicos en la concepción de su política aislada de las masas peronistas. Una vez que la IP pudo, finalmente, jugar sus fichas políticas sin el condicionamiento de su líder y de las estructuras del Movimiento, se refugió en el aparato militar intentando replicar el “éxito” obtenido en los años de crecimiento 72-73. Sin embargo, el paraguas protector brindado por el peronismo en aquel contexto legitimaba su práctica violenta. Reiterar esta estrategia en los años posteriores a la muerte de Perón y sin el apoyo del sujeto al cual la IP, en teoría, se sentía unívoco en la representación, redundó en una estrategia que tuvo como denominador el alejamiento de sus bases de apoyo en la sociedad, una excesiva militarización y una respuesta basada en la represión sistemática desde las esferas del Estado.
*El brazo izquierdo de Perón, el libro de Mariano Fraschini de próxima publicación, indaga sobre sus orígenes, ideólogos y actores, entre 1955 y 1974.
Sur, 13 – 12 – 08
La Quinta Pata
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