Alfredo Saavedra
En fiesta prenavideña se convirtió en varios países el incidente en Bagdad el domingo, cuando un audaz periodista de televisión le lanzó sus zapatos al presidente Bush, en un hecho que comentaristas de prensa consideran un homenaje a la intrepidez y que ha sellado con ignominia el final de la jornada gubernamental del mandatario estadounidense.
Los medios televisivos, en los mismos Estados Unidos, han tenido en ese suceso el acontecimiento favorito para sus espacios de noticias y hasta la CNN, vinculada al oficialismo en ese país, exhibió durante todo el día, este martes, un reportaje con incidentes similares, reales o ficticios, en los que el calzado ha jugado un importante papel utilizado como proyectil para las más diversas circunstancias en las que haya sido necesario ventilar la ira por medio de ese procedimiento nada convencional, pero definidamente terapéutico, según lo señalara ayer la columnista Andrea Gordon, en el importante rotativo The Toronto Star.
Mientras tanto en Bagdad y otras capitales del Medio Oriente, hubo demostraciones multitudinarias para celebrar los zapatazos que Bush esquivó con habilidad pero que para los iraquíes han tenido mucho más significación que la supuesta en occidente, donde el evento ha sido visto con una frivolidad que no merece el señor Bush. En las manifestaciones por las calles de las ciudades árabes se ha exaltado a Muntadhar Al Zeidi, nombre del arrojado reportero, elevado por las multitudes a la categoría de héroe y para quien se ha exigido la inmediata libertad. Sin embargo la prensa local estima que el joven enfrentará cargos por lo que las autoridades gubernamentales en Irak consideran un delito, en el que estuvo a punto de ser agredido su primer ministro.
Leer todo el artículoPara los iraquíes, se ha informado, la utilización de los zapatos para una un ataque personal tiene alto significado como insulto mayor. En ese sentido la televisión en los Estados Unidos ilustró ese acto con escenas de la demolición de la gigantesca estatua de Sadamm Hussein, durante el inicio de la invasión armada a Irak en el 2003, cuando la cabeza de granito del gobernante fue arrastrada por las calles de Bagdad y castigada a zapatazos para expresar repudio y desprecio hacia el dictador. Ante lo que la televisión exhibió ayer en Estados Unidos no es ese el caso en la cultura occidental, pues los zapatos han sido utilizados como arma lo mismo en la comedia que en la vida cotidiana para resolver por lo general riñas domésticas. En un segmento televisivo apareció una dama mostrando en una zapatería de la 5ª. Avenida de Nueva York, calzado femenino de tacón con afilada punta, en lo que manifestó ser excelente munición para defenderse de los maridos abusadores o simplemente trasnochadores incorregibles.
En síntesis, los zapatazos al presidente Bush han venido a convertirse en un sabroso ingrediente que les ha caído como del cielo a los comediantes de la televisión, y al público en general como un relajante antídoto contra las tensiones agudizadas cada día más por la crisis financiera en que se debate el mundo entero. Pero no todo ha sido para taconazos y carcajadas. La dinámica (y bella) periodista Cathy Curiec, de CBS, amonestó a los medios que han convertido en chacota el incidente y les pidió «más respeto para con el presidente Bush».
Uno de los análisis más serios fue el formulado por el profesor Shibley Telhami, de la Universalidad de Maryland (experto en asuntos del Medio Oriente) quien expuso que el incidente reflejaba el grado de exasperación en los ciudadanos iraquíes por la anarquía derivada de una guerra destructiva. Sin embargo puntualizó que había que entender que aunque el acto constituía una situación embarazosa para el gobierno de Iraq, era en cierta forma una catarsis para el pueblo de ese país.
Redacción
La Quinta Pata, 17 – 12 – 08
La Quinta Pata
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