El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se vio enfrentado ante la casi unánime demanda de los jefes de estado de la región de que su gobierno trate de mejorar las relaciones con la isla y que ese esfuerzo se dirija al levantamiento del embargo que pesa sobre el país caribeño desde hace 47 años.
La respuesta del presidente Obama, y que refleja un consenso de opinión en Washington, es que la decisión de normalizar las relaciones con el gobierno cubano está sujeta a que en Cuba se restaure la “democracia” para que prevalezca de nuevo la “libertad”. Conceptos reiterados en la retórica del gobierno estadounidense y que corresponden a la utilización de un discurso hipócrita y falaz. Porque el término "democracia" se ha convertido en un anacronismo que ha perdido su fundamental definición para tornarse en un manoseado vocablo secuestrado por formas de gobierno antagónicas con el principio de “gobierno del pueblo y para el pueblo”. Conforme a esa definición se puede afirmar de forma irrebatible de que Cuba es una legítima democracia, mientras que la potencia norteamericana si quiere adjudicarse una categoría dentro de una concepción filosófica y política le corresponderá otra nomenclatura, pero no la de democracia.
Si Estados Unidos por un proceso electoral en la alternancia del poder se considera una nación “democrática” resulta también una concepción aberrante por cuanto esa alternancia es entre dos partidos con el monopolio del poder y que no discrepan en su fundamento ideológico. Van unidos los dos en su objetivo común de mantener el statu quo, regido por el capitalismo, y su afán de sostener el sistema libre del riesgo de sucumbir a cualquier eventualidad de un proceso político contrario a su política convencional.
Fue precisamente el celo por no caer en ese riesgo lo que determinó inicialmente la ofensiva contra Cuba, que desembocó en el embargo. Es decir que el surgimiento de una democracia socialista a pocas millas de su territorio, resultó para los Estados Unidos algo más que un desafío y a partir de ese momento se inició una política de agresión que, después de la fracasada invasión de la Bahía Girón, cuando apenas el proceso revolucionario tenía tres años, alentó al interior de la isla el surgimiento de la llamada disidencia, patrocinada por el gobierno estadounidense. El alegato actual de Washington de que en Cuba no hay libertad, ha sido consecuencia de esa agresión que obligó al gobierno cubano a defenderse de una oposición empeñada en obstaculizar el programa socialista en servicio de la ambición política, estimulada por los esfuerzos de Estados Unidos por destruir ese proceso dentro de un siniestro plan que ya en el pasado había terminado con el proyecto revolucionario en Guatemala y la posterior ofensiva a Nicaragua y El Salvador, en Centroamérica, territorio que Washington con arrogancia ha llamado su traspatio.
"Democracia" y "libertad" al estilo yanqui
Este 20 de abril se ha conmemorado el décimo aniversario de la masacre de Columbine, donde 12 estudiantes y un profesor fueron ultimados con armas de fuego por dos estudiantes también, entrenados para matar al estilo "americano". Recientemente fue también recordada la masacre ocurrida el 16 de abril de 2007 en el Instituto Tecnológico de Virginia, donde más de 30 estudiantes murieron en la misma forma. Si esa es la clase de "libertad" de que se ufanan los Estados Unidos, ciertamente no la ha tenido Cuba, que nunca, jamás, ha experimentado acciones sangrientas como las mencionadas.
Los viernes se han convertido al parecer en días trágicos en el “democrático” Estados Unidos. Un hombre, antes de suicidarse, mató en Maryland el viernes 17 de este mes a su esposa y a sus tres hijos. El viernes anterior, en condiciones similares, otro hombre dio muerte a sus cinco hijos. Ya en días anteriores ocurrieron desgracias iguales en varios estados, incluyendo dos en Los Angeles, California, donde hombres mataron a sus cónyuges y a sus hijos, dejando notas en las que explicaban que sus decisiones, que comprendía suicidio, atendían a su desesperación por no encontrar un empleo. No hay noticias de que en Cuba, donde según el gobierno estadounidense no existe democracia ni libertad, hayan sucedido hechos iguales.
Toda una cadena de suicidios se produjo con la crisis financiera que llevó a la ruina a millares de propietarios de casas que perdieron sus viviendas por los turbios manejos del sector de bienes raíces vinculado al latrocinio de Wall Street, en un fenómeno que unido al abrumador desempleo llevó a la desesperación a las familias perjudicadas, con las consecuencias descritas. Es esa otra prueba de la funcionalidad de la democracia en Estados Unidos y de los beneficios de la libertad, que según Washington, no tiene Cuba.
Por causa de la “democracia” estadounidense, Latinoamérica se encuentra hundida hoy en uno de los períodos más tenebrosos de violencia delictiva, determinada mayormente por el crimen organizado del narcotráfico, alimentado por el masivo consumo de drogas en los Estados Unidos, que de no existir dejaría sin razón de operar a los criminales. Opinión reiterada la semana pasada por el presidente de México, Felipe Calderón, con motivo del paso por ese país del presidente Obama.
Estados Unidos es el principal proveedor de armas para el crimen organizado en México, lo que ha sido denunciado por la prensa de ese país que la semana pasada divulgó un documento de la Universidad Nacional, donde se informa que anualmente se trafican desde USA unas 730 mil armas de alto poder, es decir unas dos mil por día, provenientes casi siempre del principal proveedor estado de Texas. Sobre ese particular, el director del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, de esa universidad, José Luis Valdés, destacó que el problema del tráfico de armas está vinculado a la inmensa demanda de estupefacientes en Estados Unidos, donde se estima que hay unos 35 millones de adictos. Otro elemento para aplaudir la “democracia” y la “libertad” en el país del norte.
Otro trillado argumento utilizado contra Cuba por el gobierno estadounidense es el de los derechos humanos. El presidente Obama, como su antecesor George W Bush, remacha sobre el tópico cuando se plantea la discusión sobre la isla, substrayéndose el hecho de que dentro y fuera de los Estados Unidos ha habido una permanente violación de derechos humanos. En el reciente libro La edad del guerrero, del periodista inglés Robert Fisk, se documentan muy bien los innumerables casos de violación de mujeres y asesinatos cometidos por las tropas estadounidenses en Irak, aparte de lo ya conocido sobre la abrumadora cantidad de violaciones a derechos humanos que ha revelado la periodista Amy Goodman en sus programas de televisión. En el balance, el gran violador de derechos humanos resulta ser Estados Unidos y no Cuba.
Qué decir del trato a los inmigrantes ilegales cuyas deportaciones han resultado, en muchos casos, en la desintegración de la familia, en situaciones tan dramáticas como la de niños de corta edad que han quedado desamparados por la falta de alguno de los padres lanzado fuera de los Estados Unidos sin consideración alguna. Patética violación de derechos humanos que el gobierno finge ignorar.
Abogados del Departamento de Justicia en Washington revelaron la semana pasada documentos que describen los métodos de tortura empleados por la CIA en los interrogatorios a prisioneros. Ya el año anterior el presidente Bush admitió y justificó la aplicación de tortura, lo cual ni siquiera inmutó a los funcionarios del Capitolio y la Casa Blanca, quienes afirman que en Cuba no hay democracia ni libertades. Como corolario de la denuncia contra la CIA, el presidente Obama visitó esas oficinas centrales esta semana donde, de manera significativa fue recibido con aplausos, tal vez en anticipo a la declaración complaciente del gobernante de que se absolverá a esa institución de sus actuaciones en el pasado. Es decir, borrón y cuenta nueva.
Vale la pena establecer las diferencias democráticas entre los dos países en cuanto a salud y educación, por ejemplo. El actual presidente Obama ha prometido un programa de atención a la salud, que no hay garantías de que se cumpla, como ocurrió con su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, que lo intentó siendo senadora y, según documental de Michael Moore, fue reducida a la impotencia mediante el soborno por el imperio farmacéutico. Ya es lugar común decir que en Cuba los servicios de salud no son negados como en los Estados Unidos a quien no puede pagar médico ni medicinas. Lo mismo se puede decir de la educación, que en Cuba “sin democracia” está al alcance de todos, mientras que "la libertad" en Estados Unidos no permite escuela superior ni universidad al que no tiene dinero. El mismo presidente Obama que exige “democracia” y “libertad” para Cuba, reconoció durante la reciente Cumbre, el mérito del gobierno cubano en su cooperación a países latinoamericanos con el envío de médicos.
Desde sus inicios la revolución cubana fue asediada por los Estados Unidos, el proyecto socialista fue entorpecido de forma permanente, las conspiraciones tuvieron su mayor alcance con la invasión de 1962, pero no cesaron los esfuerzos del gobierno estadounidense por buscar la reversión del proceso mediante la propaganda, la instigación y el fomento de la traición a través de la formación de la disidencia externa e interna, que disfrazada de oposición política busca con la ayuda de los yanquis el asalto al poder para entregarle a los Estados Unidos una Cuba subyugada y obediente a los designios de Washington.
La Quinta Pata, 23 – 04 – 09
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