Felipe Pigna
Aquel niño, que había nacido un 10 de agosto de 1880, comenzó a sentir la realidad a través de los Evangelios que le leía su madre. Allí escuchó por primera vez palabras como igualdad, justicia, oprimidos y liberación. El Sermón de la montaña con sus bienaventuranzas lo marcó a fuego. Y decidió, como muchos antes que él, que había que hacer realidad aquellas palabras de Jesús. En un principio creyó encontrar el camino en los Círculos Católicos de Obreros, pero comenzó a sentir que no había tiempo para esperar la redención celestial y su discurso se fue volviendo tan inconveniente a los ámbitos clericales como coherente con las ideas socialistas que comenzaban a difundirse en nuestro país, de la mano de los inmigrantes que llegaban de a miles a la tierra de la gran promesa. Consolidó sus ideas en su época de estudiante de derecho, donde decidió que su título estaría al servicio de los nadies, los humillados y desprotegidos de la sociedad colocando en la puerta de su casa aquella famosa placa: "Dr. Alfredo Palacios, Abogado. Atiende gratis a los pobres".
Cuando presentó su tesis doctoral titulada "La miseria en la República Argentina", los académicos de la Facultad de Derecho de entonces la rechazaron, argumentado que contravenía el artículo 40 de la Ordenanza General Universitaria, que prohibía atentar contra las instituciones. Allí decía Palacios: "Sabiendo que nuestros gobiernos tienen por norma de conducta el despilfarro y que las defraudaciones y los latrocinios se cometen a diario y quedan impunes (...) Que contesten esos suicidas morales que formando círculos han rodeado a todos los gobernantes para lucrar a la sombra de las grandes empresas. Ellos son los responsables de la ruina del país; ellos, que han hecho levantar palacios con los dineros del pueblo para habitarlos después de la catástrofe, encastillados en su asqueroso egoísmo, o que con las arcas repletas desparraman a manos llenas en el viejo Continente el oro que malversaron".
Se incorporó al naciente Partido Socialista y llevó en 1904 por primera vez estas ideas a un Parlamento del continente. Desde la soledad de su banca presentó decenas de proyectos en defensa de los trabajadores y los derechos de las mujeres y los niños, y en 1907 logró aprobar la Ley de descanso dominical. El diputado conservador Belisario Roldán se quejaba del estilo de Palacios y sus seguidores: "Creo que esa turba que a diario acompaña al señor diputado hasta las puertas de esta casa, turba que suele honrarnos con sus silbidos y que para algunos constituye la expresión misma de la soberanía popular, no es otra cosa que la prolongación del despotismo sectario. Creo que mi país se debe seguir desarrollando sin que banderas rojas, que serán siempre trapos intrusos en su seno, turben la augusta majestad de su marcha".
Leer todo el artículoFue uno de los más notables impulsores de la Reforma Universitaria y de la defensa de la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos. Opositor al último gobierno de Yrigoyen, se opuso sin embargo en estos términos al golpe inminente: "La juventud debe fiscalizar celosamente a la oposición, que no siempre es digna y detrás de la cual se agazapa el ejército. La juventud no podrá honrosamente llamarse así si permitiera, sin que la masacren, que gobernara el país una dictadura militar". Durante la década infame tuvo una actuación parlamentaria notable. En 1937, Palacios recorrió Santiago del Estero, Salta, Tucumán y Jujuy y tomó contacto con Salvador Mazza, quien trabajaba sobre el Mal de Chagas.
El notable infectólogo le entregó un informe sobre la grave situación sanitaria de la región y la única medicación efectiva: la construcción de viviendas dignas vinculadas a la creación de fuentes de trabajo estables en las zonas afectadas. De regreso de aquel viaje, Palacios presentó en el Senado su Plan Sanitario y Educativo de Protección a los Niños que es ignorado por aquel parlamento complaciente con el modelo social imperante en aquella Argentina atendida por sus dueños. También insistió con su proyecto de ley de voto femenino, que ni siquiera fue tratado en el recinto. En 1942, volvió a recorrer el Noroeste y a denunciar la inacción del régimen conservador frente a enfermedades como el bocio endémico, la fiebre ondulante, el paludismo y mal de Chagas. Palacios sabía que todos aquellos males tienen los mismos agentes transmisores: la pobreza, el ninguneo, la miseria extrema a la que venían sometidas aquellas poblaciones desde el fondo de los tiempos.
Desde el Senado luchó contra el monopolio del transporte, por la nacionalización del petróleo, de los ferrocarriles y de la tierra y denunció la penetración extranjera. Denunció negociados escandalosos como el de las tierras del Palomar, en el que estaban implicados altos oficiales del Ejército y ministros del gobierno de Ortiz.
Frente al peronismo coincidió con una parte importante de la izquierda en caracterizar a Perón "como un líder fascista que venía a frenar el ascenso del sindicalismo de izquierda" y en negarse a reconocer las mejoras sociales palpables obtenidas por los trabajadores durante el peronismo. Esta férrea oposición le valió la persecución y el exilio desde donde pudo ver cómo muchos de sus proyectos de ley que habían dormido años el sueño de los justos en el Parlamento eran aprobados por aquel gobierno que detestaba.
Participó activamente de la llamada Revolución Libertadora de la que fue embajador en Uruguay, pero se opuso públicamente a los fusilamientos ordenados por Aramburu y Rojas, y como abogado defendió a presos políticos peronistas como Miguel Unamuno. Apoyó la Revolución Cubana y el 5 de febrero de 1961 fue electo senador por la capital por el Partido Socialista Argentino. Su primer acto como tal fue visitar a los presos políticos y gremiales y el 20 de mayo de 1961, revólver en mano, secuestró una picana eléctrica usada por la policía de San Martín. Desde su banca presentó 15 proyectos de ley sobre amnistía a los que cometieron "delitos" políticos, gremiales y de opinión; pidió el levantamiento del estado de sitio y de la intervención en varias provincias, y propugnó la creación del Seguro Nacional de Maternidad.
Cuando en marzo del 62 triunfó el peronismo en la provincia de Buenos Aires, sostuvo que debía entregarse el gobierno a los triunfadores y que las Fuerzas Armadas no debían intervenir. Tras el golpe de marzo de 1962, pedirá la liberación de Frondizi, desconociendo al nuevo gobierno de Guido.
Fue designado profesor emérito por el rector de la UBA Risieri Frondizi en julio del 62 y se opuso al enfrentamiento de Azules y Colorados, acusando a ambos bandos militares de facciosos y enemigos de la democracia. En abril de 63, fue elegido diputado nacional por el PSA. Realiza su tarea de legislador desde su casa. Desde allí se dirige al presidente Illia pidiéndole que en la reunión de cancilleres de la OEA la Argentina no vote sanciones contra Cuba, defendiendo el principio de autodeterminación de los pueblos y la no intervención.
Presentó 82 iniciativas parlamentarias. La última, ingresada el 1 de diciembre de 1964, fue la declaración de interés nacional de las investigaciones de causas de mortalidad infantil y creación del Instituto Nacional de Investigaciones Pediátricas. El 20 de abril de 1965 murió trabajando por los demás el hombre que había dicho: "¡Manos a la obra, señores diputados! ¡Construyamos el derecho nuevo con entusiasmo! ¡Dejemos a un lado ese optimismo enervante, generador seguro del estancamiento e hijo ilegítimo de la ignorancia! ¡Acordémonos de quien dijo con gran verdad que la actitud pasiva es suicida, que la lógica de la ciencia es la acción, y que sólo los cerebros y las manos ocupadas son capaces de atenuar los males que afligen al mundo!"
Clarín, 19 – 04 – 09
La Quinta Pata
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