Fidel Castro
La agencia cablegráfica alemana DPA divulgó ayer que la CIDH de la OEA aprobó un informe, señalando que Cuba “siguió transgrediendo” los derechos fundamentales al mantener las “restricciones” a los derechos políticos y civiles de la población, a la par que continuó siendo el “único” país de la región donde no hay libertad de expresión alguna.
¿Es que en esa podrida institución existe una CIDH? Sí, existe, me respondo. ¿Y cuál es su misión? Juzgar la situación de los derechos humanos en los países miembros de la OEA. ¿Estados Unidos es miembro de esa institución? Sí, uno de sus más honorables miembros. ¿Ha condenado alguna vez al Gobierno de Estados Unidos? No, jamás. ¿Ni siquiera los crímenes de genocidio cometidos por Bush, que han costado la vida a millones de personas? No, ¡nunca!, cómo va a cometer esa injusticia. ¿Ni siquiera las torturas de la Base de Guantánamo? Que nosotros sepamos, ni una palabra.
Conseguimos por Internet copia del acuerdo contra Cuba. Basura pura. Se dedica a la chismografía contrarrevolucionaria. Es largo, al estilo de los del Departamento de Estado, paradigma político y jefe de la OEA. ¡Con cuánta razón Roa la llamó Ministerio de Colonias yanki!
Cabe preguntarle a esa desvergonzada institución que si nosotros fuimos expulsados de la OEA por proclamar nuestras convicciones y no somos miembros de esa institución, ¿qué derecho tiene a juzgarnos? ¿Haría lo mismo la OEA con la República Popular China, Vietnam y otros países que proclamaron como Cuba su adhesión a los principios marxistas-leninistas?
La OEA debiera saber que hace rato no formamos parte de esa iglesia, ni compartimos su catecismo. Partimos de posiciones diferentes. Si hablamos de libertad de expresión, debemos recordarle que en nuestro país no se reconoce la propiedad privada sobre los medios de comunicación. Fueron siempre los propietarios de estos los que determinaron qué se escribía y quiénes escribían, qué se transmitía o no, qué se exhibía o no. Los analfabetos y semianalfabetos no pueden hacerlo, y durante cientos de años, en tanto reinó el colonialismo y se desarrolló el sistema capitalista desde que fue inventada la imprenta, las cuatro quintas partes de la población no sabían leer ni escribir, ni existía la educación gratuita y pública.
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