sábado, 30 de mayo de 2009

Pensamiento descolonizador en el Caribe

El Caribe

Isabel Soto Mayedo
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El Caribe - donde tuvo lugar la primera simbiosis entre las culturas europea, indígena y africana – es una espléndida realidad y el común destino no deja lugar a dudas, al decir del cubano Alejo Carpentier.

La experiencia generalizada de la plantación azucarera esclavista imprimió un sello particular a la región, cuya dimensión adquiere un carácter sociocultural, más que geográfico, y sirvió de inspiración a los llamados estudios poscoloniales.

Estos países estuvieron en la diana de los peores intereses de las otroras potencias coloniales y en sus predios acaecieron procesos históricos de connotación internacional como la primera revolución antiesclavista e independentista de la región, en Haití, en 1804; y la cubana, en enero de 1959.

En nuestro tiempo, cobra peculiar fuerza en la zona la búsqueda de la identidad nacional en medio de la diversidad, por oposición al legado colonial.

Cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo, eran las metas propuestas por Franz Fanon, adalid de esta corriente en el área.

En opinión del martiniqués, la descolonización es creación de hombres nuevos, pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: el colonizado se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera.

"No se desorganiza una sociedad, por primitiva que sea, con semejante programa si no se está decidido desde el principio, es decir, desde la formulación misma de este, a vencer todos los obstáculos con que se tropiece en el camino".

"La descolonización no pasa jamás desapercibida puesto que afecta al ser, modifica fundamentalmente al ser, transforma a los espectadores aplastados por la falta de esencia en actores privilegiados, recogidos de manera grandiosa por la hoz de la historia. Introduce en el ser un ritmo propio, aportado por los nuevos hombres, un nuevo lenguaje, una nueva humanidad"
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Fanon, para quien la liberación en sí no era suficiente, consideraba que "ser responsable en un país subdesarrollado es saber que todo descansa en definitiva en la educación de las masas, en la elevación del pensamiento, en lo que suele llamarse demasiado apresuradamente la politización".

"Hacer comprender a las masas que todo depende de ellas, que si nos estancamos es por su culpa y si avanzamos también es por ellas, que no hay demiurgo, que no hay hombre ilustre y responsable de todo, que el demiurgo es el pueblo y que las manos mágicas no son en definitiva sino las manos del pueblo", sentenciaba en su obra Los condenados de la tierra.

"El mundo colonizado es un mundo cortado en dos. La línea divisoria, la frontera está indicada por los cuarteles y las delegaciones de policía. En las colonias, el interlocutor válido e institucional del colonizado, el vocero del colono y del régimen de opresión es el gendarme o el soldado".

En las sociedades capitalistas, añade, la enseñanza, religiosa o laica, la formación de reflejos morales trasmisibles de padres a hijos y otras formas estéticas del respeto al orden establecido, crean en torno al explotado una atmósfera de sumisión y de inhibición que aligera considerablemente la tarea de las fuerzas del orden.

"En las regiones coloniales, por el contrario, el gendarme y el soldado, por su presencia inmediata, sus intervenciones directas y frecuentes, mantienen el contacto con el colonizado, y le aconsejan, a golpes de culata o incendiando sus poblados, que no se mueva".

Recuerda Fanon que "el intermediario del poder utiliza un lenguaje de pura violencia. El intermediario no aligera la opresión, no hace más velado el dominio. Los expone, los manifiesta con la buena conciencia de las fuerzas del orden. El intermediario lleva la violencia a la casa y al cerebro del colonizado".

Es contra esa violencia que debe alzarse primero el colonizado, sugiere el martiniqués, como paso previo a la remoción definitiva de las estructuras de dominación y la liberación desde otros planos.

El diagnóstico socio-histórico del perfil psicológico y del patrón de comportamiento de los pueblos del Tercer Mundo, en su condición de víctimas del proceso de expansión europeo, derivó de la experiencia de Fanon como médico psiquiatra y luchador por la liberación del pueblo argelino y otros en África.

Tales vivencias le llevaron a identificar a Europa como sinónimo de capitalismo, colonialismo, explotación, dominación, discriminación y deshumanización, rasgos prolongados en el neocolonialismo de la segunda mitad del siglo XX y en la globalización del siglo XXI.

Al margen de algunos desencuentros con consideraciones suyas, relacionadas con una época histórica diferente a la nuestra, su contribución a la realización de un ser humano auténtico, libre y emancipado es digna de tomar en consideración.

La historia está plagada de incidentes que contribuyeron a la deshumanización progresiva de los pueblos del Tercer Mundo, pero también de los habitantes de los países metropolitanos, convertidos en autómatas, en seres humanos alienados, en hombres unidimensionales.

El método sugerido por Fanon para la emancipación de los pueblos del Tercer Mundo es la ruptura total con el opresor y el rechazo contundente a orientarse en cualquiera de los valores diseminados por este, los que no llevaron sino a la identificación del agredido con su agresor.

"Para muchos de nosotros, el modelo europeo es el más exaltante. Pero hemos visto los chascos a que nos conducía esta imitación. Las realizaciones europeas, la técnica europea, el estilo europeo, deben dejar de tentarnos y de desequilibrarnos".

*Especialista en temas de América Latina y el Caribe.

PL, 30 – 05 – 09

La Quinta Pata

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