viernes, 8 de mayo de 2009

Vade retro

Vade retro
Éramos pocos y parió la choca. Elisa Carrió, entre gallos y medianoche, confesó ser hincha de Racing. La mujer posee un apreciable filón indigerible que nadie acierta en especificar. Los finolis la llaman apocalíptica, soberbia, iracunda, falaz, citadora defectuosa de Hanna Arendt (director de la Biblioteca Nacional Horacio González dixit); los menos sofisticados, chiflada, fanfarrona, la mamá de Tarzán, la tipa del crucifijo y puntuales referencias corporales que cierta nobleza deportiva prefiere callar. Hasta aquí se podía condescender con un “ma’ sí, nadie es perfecto”. Pero ahora lo imperdonable: tuvo que agregar a su currículum sus simpatías futboleras para escarnio de los genuinos y sufrientes hinchas de ese cuadro sintomático de la esencia argentina que es la venerada Academia. ¿Por qué no se habrá decidido por los vilipendiados vecinos rojos de enfrente? ¿O por los funebreros de Barrionuevo? ¿El Taladro albiverde del cabezón Duhalde, tal vez? ¿Quizá por nuestra Lepra mendocina, como el ubicuo Vila? No. Se tenía que largar con el brulote – el maleficio – que a ver si todavía nos condena – como a su alianza electorera – a no escaparle otra vez a la infame Promoción. Esto la torna irredimible. – De aquí en más solo el infierno, Lilita, ¡vade retro!
Luis Cañas


La Quinta Pata

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