Julio Ortega
Gabriel García Márquez. A Life. Gerald Martin. Knopf. Nueva York, 2009. Bloomsbury. Londres, 2008. Debate publicará la edición española en octubre.
Sólo a Gerald Martin, un profesor británico que es el hombre más paciente del mundo, se le pudo ocurrir escribir la biografía de Gabriel García Márquez, casi imposible de discernir de la urdimbre de sus novelas, que la han reescrito al punto de convertirla en ficción. Relato de relatos, como los mitos, este libro suma cientos de testigos y versiones. Gabo lo calificó de "biografía tolerada", ya que todo escritor respetable debe tener un biógrafo inglés.
Martin enfermó a mitad del libro y decidió jubilarse para proseguirlo; dejó Pittsburgh, se refugió en el campo inglés y Gail, su esposa, se encargó de la casa y las hijas. Tras las huellas de su personaje, Martin recorrió el Caribe colombiano, París, Barcelona, La Habana y México, y habló con la familia y los amigos como un Melquíades verosímil. Diecisiete años y dos mil páginas después, la biografía era impublicable. Gabriel García Márquez, A Life (Knopf, Nueva York, 2009, 642 páginas) es el resumen de un libro que tal vez no terminará nunca.
El trabajo de Martin es extraordinario. Cronológico y factual, incluye la historia de los libros del autor, intrínsecos a su vida, y nos provee de revelaciones y esclarecimientos. Siempre discreto, prolijo y puntual, no se demora en la anécdota ni el chisme. Y nos hace entender mejor la integridad de García Márquez: su asombrosa aceptación de la vida como un don dichoso. No hay otro modo de decirlo, porque la pobreza familiar, la dureza del periodismo, la miseria del exilio, los trabajos precarios que impiden escribir, aunque lo abruman, no lo abaten ni amargan. Se ha jugado la vida por la literatura. No puede ser sino más cierta.
A veces he creído que en el internado de Bogotá recibió lecciones sobre virtud y ética, pero no todo viene de los libros, también de la época: el escritor se hacía en su obra. No nacía en un mercado ni lo inventaba un premio. No menos sufrió Cervantes, y quizá rio más de la brutalidad de su tiempo.
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