Leonardo Boff
Quienes tuvieron la suerte de dar seguimiento a la cumbre de los pueblos (192 pueblos), en la ONU, del 24 al 26 de junio, para encontrar salidas incluyentes a la crisis económico-financiera, vivenciarían una doble perplejidad. La primera, el haber llegado a un sorprendente consenso acerca de medidas económicas y financieras que deberían ser puestas en marcha a corto y a medio plazo, en función del desarrollo/crecimiento. La segunda, el verificar que todo se concentró solamente en el aspecto económico-financiero, sin referencia alguna a los límites de la biosfera y a la devastación de la naturaleza que el tipo de desarrollo vigente implica. Es decir, la economía se volvió un conjunto de teorías y fórmulas que los expertos dominan y aplican a los países, olvidándose de que esa economía es parte de la sociedad y de la política, y que, por lo tanto, está ligada a la vida de las personas. Era como si los políticos y expertos no respiraran, no comieran ni se vistieran, y anduvieran por las nubes en lugar de andar por el suelo. Para ellos, tales cosas importantes son externalidades que no cuentan.
Al oírlos, pensaba yo para mis adentros: cuán inconscientes e irresponsables son estos políticos, representantes de sus pueblos, que no se dan cuenta de que la verdadera crisis no es esa que discuten, sino la de la insostenibilidad de la biosfera y la incapacidad de la Madre Tierra para reponer los recursos y servicios necesarios para la humanidad y para la comunidad. Bien advirtió el ex secretario de la ONU Kofi Annan: esta insostenibilidad no impide solamente la producción y la reproducción, sino que pone en riesgo la supervivencia de la especie humana.
Todos están siendo rehenes de la locura económica del «desarrollo», entendido como mero crecimiento económico (PIB, producto interior bruto...). Ahora bien, este paradigma de desarrollo – mentirosamente sostenible – del actual modo de acumulación mundial, está llevando a la humanidad y a la Tierra a la ruina. Las personas son lo último que cuenta. Primero vienen siempre los mercados, los bancos, el sistema financiero. Con sólo el 1% de lo que se aplicó para salvar a los bancos de la quiebra (algunos billones de dólares), se podría solucionar el hambre del planeta, afirma la FAO. Y actualmente la misma FAO ha alertado de que existen países con reserva de alimentos para sólo tres meses. Sin una cooperación mundial articulada, habrá hambre y muerte para millones de personas.
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