Adalid Cabrera Lemuz
La Paz. Para unos es un héroe porque dio a conocer detalles de los riesgos que corría Bolivia a manos de un grupo de mercenarios y terroristas contratados por bolivianos que tenían la misión de provocar la división nacional y, peor aún, regar de sangre y luto a las familias bolivianas.
Julio César Alonso, un periodista español que se hizo corresponsal de guerra a los 20 años, conoció a varios mercenarios que operaban en las guerras civiles que asolaron al mundo en Los Balcanes, Croacia, África y otras naciones.
Alonso está a punto de cumplir 50 años, la mayoría vividos al ardor de la lucha fratricida con su cámara en mano y codeándose con los actores de las guerras para cubrir las noticias.
Después de varios años de circular con ese riesgoso trabajo, hoy se dice decidido a llevar adelante una campaña de información al mundo sobre lo que significa la guerra y cómo destruye a los países.
"Ya no quiero que mis hijos me recuerden como aquel corresponsal de guerra que arriesgaba su vida a cada minuto y cuyo trabajo era gambetear las balas y las bombas que se lanzaban los bandos. Hoy quiero advertir al mundo que la guerra no solamente deja dolor y muerte, sino odio y ganas de una revancha para amplificar la confrontación”, dijo.
"Yo he ganado dinero por mi trabajo como corresponsal, pero después de ver tantas muertes y la forma cómo de un chispa se arman guerras civiles quisiera que mi familia me recuerde como un hombre que ha contribuido a la paz al alertar a los demás sobre lo doloroso que suele ser un guerra", reiteró.
Su llegada a Bolivia se produjo en forma sorpresiva. Los bolivianos comenzaron a escuchar sus declaraciones y sus ganas de saber más sobre lo que significaba el jefe de los mercenarios, el boliviano-húngaro-croata Eduardo Rózsa Flores, nacido en 1940 en la ciudad de Santa Cruz, pero ciudadano del mundo donde recaló como uno de los más avezados terroristas en varias guerras.
"Él (Rózsa) era un experto en provocar guerras, las planificaba y hasta las filmaba para incluirlas en sus antecedentes a la hora de negociar la presencia de su grupo de mercenarios, terroristas y extorsionadores que se autodenominaban ‘Los Perros de la Muerte’ en diversas partes del mundo", señaló Alonso en forma insistente en varios de los medios de comunicación en los que fue entrevistado.
Dijo que su interés por conocer más de la vida y muerte de Rosza nació cuando se enteró que la banda que este conducía en Bolivia había sido desarticulada por la Policía boliviana a mediados de abril pasado en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Leer todo el artículoEste corresponsal de guerra señaló que desde hace muchos años estaba tras la pista de Rózsa, después de que "mató al periodista suizo Cristhiam Wattemberg, en Los Balcanes, quien era mi amigo", dijo.
"Cristhiam fue asesinado, estrangulado por la banda de Rózsa, porque sabía mucho de la forma cómo operaban los mercenarios, era la hora de matarlo para que no hable. Yo también me libré de ser asesinado", dijo.
"Salvé la vida de milagro porque uno de los chóferes que transportaba a dos mercenarios contratados por Rosza los redujo en un descuido y después me avisó que tuviera cuidado", dijo.
Es que Rósza Flores quería "quemar archivo", que en el argot policial significa acabar con todas las personas que puedan conocer sus andanzas, su altas y bajas, de su vida como mercenario.
"Está claro que Rosza y sus mercenarios vinieron a Bolivia a cumplir un contrato, alguien los contactó y los trajo con el fin de que hagan lo que sabían hacer, montar una guerra civil sin importarles la sangre que iba a quedar en el camino", anotó.
Enfatizó que las investigaciones muestran que cuando el 16 de abril, Rosza y cuatro de sus cómplices, se retiraron a descansar al hotel, tenían todo listo para iniciar como máximo en semanas o un mes la guerra en Bolivia.
"He leído informaciones que lo muestran como víctima de una ejecución sumaria por parte de la policía, creo que es un error pensar que los mercenarios son inocentes palomitas, ellos nunca duermen sin armas de grueso calibre a su lado para repeler ataques sorpresivos. Rósza era, además, un especialista en el repliegue de sus tropas cuando la mano venía mal para los suyos", expresó.
Recordó episodios que se han vivido por el terrorismo en otras naciones como España donde un grupo de cinco mercenarios terroristas, como Rózsa, era capaz de hacer volar un edificio para no ser detenidos, aunque fallezcan inmolados.
"Por lo que sé a Rózsa le encontraron en su habitación el terrible explosivo C-4, cuya utilización era una de sus especialidades", dijo.
Sobre lo que implica una guerra civil para los pueblos, Alonso manifestó que no quisiera que estallen en países como Bolivia. "Es que una guerra comienza con un chispazo y se propaga por una mecha con explosiones difíciles de contener. Cuando termina la guerra los pueblos quedan destruidos y divididos y listos para partir nuevamente al ataque. Eso es lo que pasó en Croacia, en los Balcanes, en África y en todos los lugares donde actúan mercenarios", agregó.
"Rózsa era un fascista y criminal de guerra que pasó por varias religiones y terminó matando por dinero, a la mejor usanza de estos grupos de mercenarios", afirmó.
En su opinión, aquellos que contrataron a Rózsa para que venga a matar y a dividir Bolivia "no sabían con quién se metían, a la larga sus propios financiadores podrían haber sido sus víctimas", dijo.
Subrayó que los mercenarios que alquilan sus servicios para montar guerras en el mundo son personajes sin patria ni familia, deambulan por el mundo y sirven al mejor postor, cobran el dinero a sangre y fuego.
"Hubo casos en los que ejecutaron a sus propios financiadores cuando no recibían el dinero que se les prometió o no cedían a sus extravagancias", dijo.
"Estuve cerca de ellos para cubrir información, era mi trabajo, y vi cómo definían sus acciones con una frialdad espantosa. Podían hasta decidir el asesinato de su propia familia, si es que era conveniente para sus negocios", anotó.
Alonso manifestó que esa clase de personas operaron en Bolivia muchos meses hasta que fueron muertos el 16 de abril de este año en el Hotel Las Américas de Santa Cruz, uno de los varios centros en los que se hospedaron desde que habrían llegado a Bolivia entre septiembre y noviembre del año pasado.
"Donde viajaban a montar guerras, vivían como reyes en hoteles cinco estrellas, comiendo a lo Dios, bebiendo todo el alcohol que podían y participando en ostentosas fiestas para codearse con sectores de la sociedad", expresó.
"Por lo visto no era diferente lo que hacían en Santa Cruz a lo que siempre acostumbran hacer en los países donde van a ‘trabajar’, inicialmente se muestran como angelitos y patriotas, pero después muestran las garras", dijo.
Sobre el supuesto patriotismo regional que habría llevado a Rózsa Flores para venir a Bolivia, Alonso mostró sus dudas porque en las reuniones nunca se declaró amante de Bolivia, su país de origen.
"Es más, alguna vez se le preguntó sobre Bolivia y su reacción fue de molestia. Dijo que "Bolivia está lleno de "indios de m….", para mostrar la vena de racismo de un oscuro personaje que odiaba a aquellos que no eran blancos", narró.
Con esas revelaciones, Alonso fue buscado por periodistas de diversos medios de comunicación, desde aquellos interesados en conocer más a fondo lo que representaba Rózsa Flores y sus mercenarios, hasta los que esperaban un traspié para difamarlo y mostrarlo como un charlatán.
Aprovechó su estadía en La Paz para dictar un curso sobre "Periodismo investigativo en situaciones de conflicto" en el que relató la forma cómo trabajan los corresponsales de guerra en diversas partes del mundo.
Llegó hasta a ser convocado a declarar por la Comisión Parlamentaria que investiga el caso Rózsa Flores, donde ratificó sus denuncias y temores sobre lo que implicaba la presencia de ese personaje en Bolivia. También se presentó ante el Ministerio Público, cuyos fiscales anotaron varios detalles de la forma de actuar de los mercenarios.
Con las afirmaciones de este periodista español fueron desbaratas muchas de las opiniones en contrario que pretendieron mostrar a Rózsa Flores como "una víctima de las balas policiales".
El término "supuesto" invadió varios de los despachos periodísticos.
Poco después se supo que Rózsa Flores, no había sido un patriota que llegó a Bolivia para "defender a Santa Cruz", sino un mercenario bien pagado que tenía la misión de provocar una guerra civil.
Alonso dijo que los mercenarios son los que desarrollan inicialmente actividades de guerra de baja intensidad, como perpetrar pequeños atentados terroristas contra las viviendas de algunas personalidades con el propósito de provocar temor e incertidumbre y desestabilizar a las democracias y gobiernos.
"Eso fue lo que pasó con la residencia del cardenal de Bolivia Julio Terrazas, donde los terroristas colocaron una bomba conocedores de que el prelado no se encontraba en el lugar. Al parecer el objetivo era que los feligreses responsabilizaran al Gobierno por ese hecho. Eso se llama tácticas de guerra de baja intensidad", anotó.
Agregó que los mercenarios de Rózsa Flores alientan la incertidumbre, el temor y la confrontación por los países donde marchan.
Este corresponsal de guerra relató que, por ejemplo, en la guerra de los Balcanes los mercenarios generaron condiciones de confrontación y después llegaron a matar por la espalda a los grupos a los que habían entrenado para que sus familias reaccionen e ingresen de lleno al problema por venganza y odio contra sus eventuales contendores.
"En Santa Cruz no tengo dudas que Rosza y sus muchachos entrenaron a varios jóvenes para que sean la ‘carne de cañón’ de una guerra civil. Los mercenarios jamás ingresan a las batallas en la primera línea de combate, lo hacen atrás y muchas veces con francotiradores disparando contra los grupos que entrenaron", dijo.
Agregó que esa era la figura de Rózsa y lamentó que algunas personas lo hayan contratado para que venga a Bolivia a sembrar el terror y muerte.
"Sus financiadores no sabían que podrían haber sido también víctimas, si es que no cedían a las exigencias de los mercenarios", insistió.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por el Ministerio Público, algunas personalidades de Santa Cruz que se habían negado a contribuir puntualmente con dineros para desarrollar actividades de una supuesta autonomía, recibieron amenazas de secuestros de ellos y de sus familiares por parte de los terroristas.
Para Alonso, esa es la forma de actuar de Rózsa y su banda, quienes son contratados por millonarias sumas, pero dada la vida desordenada que llevan las gastan muy rápido, por lo que recurren cada vez en busca de más dinero.
Este periodista español señaló que la historia de este mercenario y quienes lo financiaron podría develarse en octubre, cuando un periodista húngaro haga públicos dos vídeos que le habría enviado el propio Rózsa Flores bajo el compromiso de que no lo haga público antes de octubre de este año.
"Es que Rosza era un psicótico que le gustaba publicitar sus ‘hazañas’ rodeadas de sangre, al punto que uno de sus objetivos para venir a Bolivia era, además de provocar una guerra civil, filmar una película para mostrar al mundo cómo se prepara una guerra", afirmó.
"De la que os librasteis, estaban frente a un criminal de guerra sin escrúpulos que no creo que haya venido a Bolivia a defender a los suyos presuntamente acosados por el gobierno, sino a matar gente, a veces a sus propios contratantes", dijo.
Contra Alonso han salido varios detractores, entre ellos los abogados de los cómplices del jefe de los mercenarios: Ellot Toasó y Mario Tadic, y el actual candidato a la Presidencia, Germán Antelo, quien fue presidente del Comité Cívico de Santa Cruz.
Antelo dijo que no conocía nada sobre las acciones del grupo terrorista en Santa Cruz y mucho menos viajó a Europa a tomar contacto con Rózsa Flores para contratarlo.
El Ministerio Público investiga las conexiones que tuvo Rózsa Flores en Bolivia y las personas que financiaron sus actividades. Algunos de los investigados prefirieron huir al exterior ante la fuerza de las evidencias.
ABI, 26 – 07 – 09
La Quinta Pata
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