Los ladrillos del medio

Sebastián Moro

La Agenda del Miedo
Pánico. Terror. Pestes incontrolables. Fines de la Historia. Amenaza del Otro, sólo por serlo. Regreso indiscutible al Fondo o a cualquiera que decida por nosotros. Imposibilidad absoluta de intentar soñar con modelos distintos. El enemigo es TODO lo que nos rodea, mientras no sea avalado por el sistema. Lo nuevo es sólo más de lo de siempre, lo que vuelve, aunque nunca se fue, es el falso liberalismo y la vacía democracia. Las botas vuelven.

Asistimos a la construcción por parte de los grandes medios nacionales de una agenda del Miedo a semejanza de lo que viene sucediendo a escala mundial desde hace ya más de una década. Recuérdese que este fue uno de los pilares fundamentales de la política comunicacional de la era Bush hijo, como estrategia clave para avasallar los derechos de los pueblos, las autonomías regionales y un paso más en la constitución de un Mercado internacional como el determinante exclusivo de las economías y culturas locales. Los medios, con su impresionante desarrollo tecnológico, actúan en este nuevo milenio como herramienta del poder neoliberal generando disvalores afines con la tan mentada posmodernidad. Así, en nuestras sociedades, es el miedo el generador de indiferencia, aislamiento e individualismo y atenta contra todo vestigio de solidaridad, diversidad, pensamiento autónomo o proyección social. La inmediatez y liviandad mediática desmoronan, o al menos ponen en grave crisis, toda idea de futuro.

“Gente” Catódica
En Argentina hay una clase media metropolitana que piensa, y lo más grave de todo, que actúa, discrimina y vota como sus representantes, es decir ellos, los famosos y ricos, la bendita farándula. Algunas preguntas: ¿por qué el vaciado ideológicamente a poco de surgir “que se vayan todos”, en referencia a una clase política envilecida y entregadora, no incluyó a los lideres simbólicos de la Nación, enemigos acérrimos de cualquier atisbo de independencia cultural, discursiva o económica? Profundamente autoritarios, con mayor o menor exposición según el gobierno de turno, los exitosos de la tele, de los negocios, los dueños de la sonrisa perfecta y el puñal siempre dispuesto, siempre terminan estando allí, cada vez que los dueños del país los necesitan, para marcarnos y cándidamente aconsejarnos qué es lo que debemos pensar y cómo debemos hacerlo. Exitosos y oídos con atención en todas las etapas políticas desde el Proceso en adelante (algunos hay que ya llevan más de 5 décadas en este “negocio”) nada los afectó. ¿Serviría de algo en Argentina que de una buena vez se vayan de la arena nacional ellos, los cómplices de genocidio y saqueo, los tan familiares Mirta, Mariano, Marcelo, Susana, Moria, Gerardo y tantísimos más? No se trata de acallarlos, censurarlos u ocultarlos, como ellos sí pidieron con una generación y piden acerca de los pobres, los negros y los desesperados, pero que al menos sean otras las voces hegemónicas, un tris más plurales.
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No sólo de estrellas se alimenta ideológicamente el sempiterno medio pelo jauretcheano, también filtra pensamientos más complejos de posiciones intelectualoides (periodistas de masas criollas) y académicas (los sucesores de Lugones, desde rabinos nazis, pasando por un Aguinis escriba siempre al servicio remozado ahora con fundaciones - máscara, hasta los tecnócratas expertos en todo). La mediocridad presente del “gran” periodismo argentino tiene profundas razones históricas, íntimamente ligadas a su complicidad con los amos del pensamiento único, que no se resolverán sólo con una renovación de figuritas porque obedece también a causas económicas y laborales (no sólo éticas y políticas) debido a la hiperconcentración mediática y a la extrema precarización laboral. Por todo esto se avizoran malas noticias: si es que hay debate (y no mero boicot) acerca de la imprescindible Ley de Radiodifusión no será serio, a diferencia de lo trabajado y añorado por otros sectores. Parecen ser el poder y los poderosos los únicos verdaderos dueños de elegir.

Un ejemplo de los días que corren: saturadas las pantallas de los noticieros, las dobles-página de los grandes diarios, las programaciones de los canales de información (curioso que dichos canales se categoricen nada más que de ese modo, tan supuestamente aséptico y neutral) con el primer aniversario, plagándolo todo con entrevistas al héroe, “simpatiquísimas” notas de color y puestas en escenas de un gladiador. ¿Qué es lo que le están festejando los medios a su público? ¿De quién es la fiesta y cuáles los invitados? ¿Se cumple un nacimiento, un renacer, una medida revolucionaria o por lo menos paliativa del hambre, la enfermedad, la ignorancia o la anomia de una comunidad? No. Los medios nos enseñan cómo celebrar el “no positivo” de Cobos como si se tratara de algo constructivo.

De Caza
Dando por sentado que Mendoza es una de las sociedades más recalcitrantes y conservadoras del país, no se puede esperar mucho más de su prensa. Diarios, canales y pro-hombres formadores de opinión, no son ya otra cosa que malos clones de malos originales, que editorializan desde San Martín y Peatonal o Colón y España, pero con el cerebro, las ideas y el bolsillo desde Buenos Aires, completamente ajenos a una realidad que ni geográfica, ni económica ni socialmente es pampa ni mucho menos húmeda. Obsesos fomentadores de pánico con la cantinela martillante de una seguridad represiva, como el percutor de un arma que se prueba y se prueba hasta golpear la pólvora, su objetivo: sangre. O al menos ceguera y silencio.

Y qué decir de los nuevos medios independientes de la provincia, que semanalmente empapelan de orgullo las calles del centro publicitando sus miles de visitantes digitales, en su evidente y tendenciosa campaña a favor del candidato que no lo fue, pero sin ningún despacho en denostar día tras día al PJ bonaerense por la barrabasada de las candidaturas testimoniales. La prensa independiente local apoyó a un NO candidato, a un NO positivo, cuyo mayor mérito de toda su carrera política fue negarse a un mínimo avance impositivo sobre la renta de uno de los sectores que más acumularon en el último lustro. Independencia de base lobbysta, podría ser la curiosa concepción de este tándem del que usufructúan los sectores más retrógrados del país gracias a un impresionante operativo de imagen.

Por último, el genio de la campaña en Mendoza según todos los medios: ¿Una idea, una acción, un hombre, un plan? No, el jingle y su creador, el indiscutido aporte de la 503, “con vos con él conmigo con todos...” ¿Con quiénes? ¿Con el pueblo, “la gente”, los lobbys? Parece un chiste de muy mal gusto para con una sociedad planchada entre la siesta y el miedo.

Telepatía
Lejos de agujas hipodérmicas, de estados absolutos, de cobayos humanos y de visiones apocalípticas al modo cristiano-occidental, pero conscientes de que actualmente el poder se reproduce más eficazmente mediante el abuso de medios hipertecnologizados, sin entrar en pánico debemos estar más atentos que nunca no solo en qué, cómo y desde dónde pensamos, sino que también cómo, por qué y para qué o para quiénes somos pensados. Para no temer, pero sí para inquietar, intentar mover algo, queda una última reflexión robada de la ficción:

La facultad telepática tiene un inconveniente grave. No puede seleccionar, recibe cualquier información, es sensible a los pensamientos marginales de las personas, lo que los viejos psicólogos llaman el inconsciente. Ante el exceso de datos amplía el radio de represión y no distingue la historia cierta de las versiones falsas. Existe una cierta relación entre la facultad telepática y la televisión: la cámara graba y transmite los pensamientos hostiles y reprimidos de las masas convertidos en imágenes. Ver televisión es leer el pensamiento de millones de personas. ¿Comprende usted? (Ricardo Piglia, La ciudad ausente, 1992).

La Quinta Pata, 20 – 07 – 09

La Quinta Pata