El jueves, Cristina elevará al Congreso el proyecto de ley de servicios audiovisuales. Según Quevedo, referente de la Flacso, “para engrandecer la nueva ley habría que olvidarse de la pelea entre el Gobierno y Clarín”.
El licenciado en Sociología y Especialista en Medios de Comunicación Luis Alberto Quevedo estuvo en Mendoza para dictar el seminario Comunicación y Globalización (Tecnologías, Economía y Cultura) de la maestría en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Cuyo. Quevedo opinó sobre la estatización de las transmisiones de fútbol, desmenuzó el proyecto oficial de ley de radiodifusión, criticó a la televisión y analizó con ojo clínico al periodismo argentino de hoy.
- ¿Cuál es su opinión sobre que el Estado sea socio de la AFA en la transmisión y comercialización del fútbol? - La temática del fútbol trasciende una mirada puramente privatista de un negocio que podría resumirse en un acuerdo entre dos partes, la AFA por un lado y una empresa de televisión por otro, porque el fútbol tiene en nuestro país una dimensión cultural, comunicacional y de vínculo social que lo vuelve necesariamente objeto de una política pública. No se puede minimizar la trascendencia cultural identitaria que tiene el fútbol y que cualquier actividad relacionada con la transmisión de televisión, tanto de la selección como de los otros torneos, requiere de una política pública. Pero no necesariamente debe ser el Estado el que se haga cargo de las transmisiones de los eventos, sino que debe encargarse de que haya transparencia en las contrataciones, que haya pluralidad de los emisores. No creo que sea bueno para Argentina pasar de un monopolio de las transmisiones privadas a un monopolio estatal. Tiene que haber una transición en la cual luego se pueda licitar la transmisión a través de muchas empresas que puedan hacerse cargo de eso.
- ¿Cree que el fútbol puede vivir sin el cable? - El fútbol está inevitablemente asociado al cable por lo que es la manera de recepcionar televisión en Argentina hoy. El cable no solamente es un negocio para las empresas que han concentrado la mayor parte de abonados, sino que también es la única posibilidad de que en casi todo el territorio argentino se pueda ver televisión. El cable no es una opción. Canal 7 Televisión Pública está tratando de instalar repetidoras en todo el país, pero aún con un esfuerzo de inversión importante en antenas para que se pueda tomar por aire, hay enormes partes del territorio argentino donde Canal 7 sólo se puede ver por cable. Entonces, el cable, seguramente por muchos años, va a ser parte necesaria del negocio de las transmisiones de partidos o de poder proveer televisión a todos los hogares. El inconveniente es que el monopolio del cable lo tiene el grupo Clarín.
Clarín tiene 60% del mercado, el cual fue forjado a través del uso intensivo del fútbol como modo de presionar para tener los abonados de aquellos cables locales y regionales que antes estaban en manos de pequeñas empresas. La democratización del fútbol puede llegar a significar, como efecto contrario a lo que fue la década del 90, la democratización del cable. Hay una red de 800 cables en todo el país que no están en manos del grupo Clarín y que son de pequeños cableros del interior, que se ven perjudicados por el uso que hace Clarín con el tema del fútbol. Democratizar las transmisiones de fútbol puede volver más competitivos a nivel nacional a quienes tienen el negocio del cable. Ojalá repercuta de esa manera. Hay un problema que es que una mayor cantidad de gente que no puede pagar el cable pueda tener señales de aire. Pero también está la gente que elige el cable porque, en realidad, lo que prioriza es tener una mejor imagen televisiva y más oferta en grilla, más las transmisiones premium de cine y fútbol. Es un consumo cultural, tienen que existir las dos cosas. La política pública de Canal 7 en los últimos años fue mejorar la cantidad de repetidoras en todo el país. Ahora existe en el Sistema Nacional de Medios Públicos, un proyecto para distribuir antenas de muy bajo costo que puedan emitir señales satelitales. Si eso prospera, son formas de democratizar el espacio audiovisual. El cable en Argentina es caro, comparado con precios internacionales, y eso tiene que ver con el monopolio que existe en la provisión de señales. La fórmula debería ser que haya más competencia entre privados.
- ¿Cuál es su opinión sobre la política de medios que tiene el Gobierno? Leer todo el artículo- Ha sido errática. En primer lugar, el Sistema Nacional de Medios Públicos, tomando los dos gobiernos, el de Néstor y el de Cristina, tuvo una política muy positiva en la democratización de la distribución de la frecuencia del Canal 7 y de Radio Nacional, que hay que apoyar para mejorar la pantalla y la calidad de la oferta de la televisión pública, que incluye también al canal Encuentro. Pero hay una deuda que seguimos discutiendo hoy y que es la de tener un marco regulatorio que sustituya a la vieja Ley de Radiodifusión, que es este proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisuales, donde el Gobierno ha demorado mucho su discusión.
- ¿Qué le parece el proyecto?
Tiene muchas cosas positivas, y lo primero es que se pudo discutir. Ha habido en todo el país más de cien foros de debate sobre este proyecto, donde participaron universidades, ONG, sindicatos, y el Congreso debería tomarlo como punto de partida para un debate, para mejorar el proyecto y para discutir si este es el modelo de comunicación audiovisual que queremos. En esto, el Gobierno ha sido ambiguo, porque por un lado ha tenido la iniciativa de llevarlo adelante, pero no ha tenido la fuerza política para que esto ya se hubiera comenzado a discutir en el Parlamento. Para engrandecer la nueva ley habría que olvidarse de la pelea entre el Gobierno y Clarín. Por ejemplo, el Comfer está intervenido desde 1983, donde en su estatuto dice que debe estar conformado, entre otros, por un miembro de las Fuerzas Armadas y otro de la SIDE. Entonces, hay que tener una buena autoridad de regulación, tener un consejo consultivo que pueda pensar la comunicación de una manera más integral, mejorar el control sobre las pantallas. La ley tiene otro propósito muy bueno, que es la protección de las producciones nacionales, y todo eso son cosas que se deben discutir. Hay otro problema que es que buena parte de la oposición se niega a discutir el proyecto porque lo que quiere discutir son los propósitos políticos del Gobierno contra el grupo Clarín. Eso es empequeñecer un debate que merece otro tipo de discusión. Pero quiero aclarar algo, o esta ley sale con consenso y hay que construirlo o esta ley está destinada a que fracase, tanto en su tratamiento en el Parlamento como en su posterior aplicación.
- ¿Usted le modificaría algo al proyecto?
- Sí. El tema de los cupos de contenidos de la producción audiovisual. Yo discutiría que si uno piensa en porcentajes de producciones nacionales, en cuotas de pantalla para el cine nacional, mi pregunta es, si la ley prescribe esto, debería existir al lado una política pública que garantice una producción nacional en este nivel, porque 60% con producción nacional no creo que estemos en condiciones de hacerlo. El proyecto tiene una profunda vocación federal pero todos los que conocemos la realidad de las productoras en las provincias sabemos que deberían tener alguna política pública de apoyo. La producción audiovisual en el interior es muy dependiente de Buenos Aires, por eso debería sancionarse alguna ley de fomento para las producciones en las provincias.
- ¿Mira mucha televisión?
- Sí, toda la que puedo. No sólo porque la estudio, a mí me gusta ver televisión.
- ¿Y qué ve?
- Hago zapping y veo mucha televisión local, programas nacionales. Me gusta ver a (Roberto) Pettinato cuando llego a casa, y el de Mariana Fabbiani. Soy un fanático de Fútbol de Primera, Paso a paso, algunas series, soy fanático seguidor de Dr. House, Lost la vi completa, veo series y películas viejas y veo cine en televisión. Soy consumidor de televisión.
- ¿Qué opina del periodismo que se hace, en los noticieros fundamentalmente?
- Veo bastante televisión en mis viajes y sobre todo en América latina. Últimamente estuve en México, Colombia, Chile, puedo decir que el nivel de los noticieros en Argentina es bueno en términos generales. Pero hay dos cosas a las cuales han renunciado: las coberturas internacionales, en la mirada hacia afuera somos dependientes de la CNN o de otras cadenas, no tenemos una mirada propia en nuestros noticieros, y lo segundo es que han virado mucho hacia el sensacionalismo, dramatizan la realidad de un modo extremo, y este no es el mejor camino. Lo que ha pasado es que se ha perdido la diferencia entre noticia y entretenimiento. El info-entretenimiento es un género inventado en EEUU que existe bastante en todo el mundo y aquí también. Esto es que una noticia, además de informarme, me debe entretener, entonces aparece el show. El caso Nora Dalmasso y de otros crímenes son un ejemplo de ello. El género policial ha crecido en todo el mundo como un género literario, mucho más que un género informativo.
- ¿Cuál es su parecer sobre el periodismo deportivo?
- Argentina tiene muy buen periodismo deportivo. Lo que pasa es que es una bolsa donde hay de todo. Por ejemplo, Paso a Paso, los dos periodistas y el estilo es un invento extraordinario. Fútbol de Primera como programa es inigualable en América Latina y en Europa. No hay ninguna transmisión más interesante desde el punto de vista de la narrativa audiovisual que ese programa. En cuanto a los relatores, no se encuentra en Europa a duplas como algunas que hay acá. El trabajo de cámaras se maneja muy bien, los norteamericanos son extraordinarios en la transmisión de los eventos deportivos, pero Argentina no va a la zaga cuando transmite fútbol, básquet, vóley.
- ¿Concuerda con que las nuevas generaciones de periodistas deportivos, las que se han formado en Olé, TyC Sports, Fox Sports, por mencionar algunos medios, han banalizado mucho la información, han degradado el uso del lenguaje, no hay rigurosidad en el tratamiento de la noticia?
- Hay de todo, pero hay un ejemplo radial que también tiene implicancias para el mundo de la televisión. El equipo que tiene Víctor Hugo Morales de Competencia. Es difícil encontrar un equipo de periodistas deportivos como ese. Pero hay otros que no sólo son poco profesionales, sino que, además, apuntan a hacer sólo un show y un regodeo narcisista en ellos mismos. Pero no es fácil encontrar buen periodismo en otras latitudes. Europa tiene periodistas deportivos malos. Argentina, en cambio, tiene una escuela en radio que les enseñó a otros países, como Colombia, por ejemplo. Es muy heterogéneo ese campo.
- Con respecto a internet, según su visión, ¿cree que ha democratizado las comunicaciones?
- No. Internet no es una herramienta que por sí vaya a democratizar nada. Internet no resuelve los problemas de concentración en el mundo de las telecomunicaciones, no resuelve los temas de concentración de medios tradicionales, no resuelve el tema de la formación de la opinión pública, no crea agenda que sigue estando en manos de los grandes medios. No es cierto que vaya a traer polifonía, muchas voces que sean capaces de competir en el espacio audiovisual, más bien crea tribus, pequeñas comunidades, grupos. Todos tenemos un uso muy limitado de internet, debe ser 0,5% de la red. Cuando navegamos la red, en realidad tiene una densidad que nosotros no somos capaces de atravesar. Crean más comunidades que espacio público mediático, no es lo mismo que cuando un diario o un noticiero crean un contenido y eso impacta en la sociedad fuertemente y se transforma en tema de discusión. Cuando hablamos de democratización de medios, siempre estamos pensando en un espacio público más amplio y que tenga repercusión en la cultura contemporánea. Por supuesto que internet es extraordinaria y ha cambiado nuestra visión del mundo y nuestra relación con el conocimiento. Ha impactado de una manera brutal.
- ¿Y la telefonía celular?
Es un aparato que dejó de ser un teléfono y que es un dispositivo de comunicaciones móviles que tiene la enorme capacidad de haber concentrado todos los medios de comunicación que se inventaron en los siglos XIX y XX. Eso que llamamos teléfono hoy es un aparato con una tecnología que, en realidad, es un gran resumen de lo que fue el cine, la fotografía, la telefonía, los mensajes, la comunicación más internet. El impacto cultural de la telefonía celular todavía no lo conocemos. Ha cambiado todo, como que hemos dejado de estar en un lugar para estar en un teléfono, es un lugar móvil que nos acompaña, que forma parte de nuestra vestimenta. Si salimos sin el celular, nos sentimos desnudos. Nos ha cambiado las costumbres a todas las clases sociales, nos ha vuelto ubicuos, nos encontramos en cualquier lugar, nos ha vuelto groseros, maleducados, porque hablamos a los gritos, interrumpimos cualquier reunión o conversación, porque ya no existe una privacidad entre unos amigos que se juntan a comer. Es un aparato prepotente que suena en los teatros, en los cines, en las aulas. Además, nos hemos vuelto demasiado tolerantes con el celular porque es muy invasivo y, en realidad, deberíamos ser más respetuosos con nuestras relaciones y con nosotros mismos. Nos ha cambiado hasta la percepción propia de lo que es el buen gusto.
¿Y cuál cree que será la evolución tecnológica?
Va a haber una aparatología que todavía ni siquiera podemos imaginar. Así como hace 10 años no podíamos imaginar los aparatos que hoy tenemos. Vos leés toda la bibliografía de los años 90 y nadie imaginó que el teléfono celular iba a ser la vedette del siglo XXI. Nadie, ni Bill Gates ni Negroponte. Y tampoco predijeron el mp3, el mp4 y demás. Nadie sabe qué tipos de aparatos vamos a tener en unos pocos años. Ha habido acercamientos y fusiones entre el televisor, la computadora, el teléfono, pero todavía estamos en una mezcla que no se ha estabilizado. Incluso, no sabemos si el celular va a ingresar en el cuerpo, pero ya están trabajando en eso.
El Sol, 25 – 08 – 09
La Quinta Pata
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