Federico Mare
Posiblemente no haya experiencia filosófica más radical que responder ad infinitum las re-preguntas de un niño. Es sorprendente la facilidad con que los más pequeños, una vez que descubren la mágica pregunta del por qué, nos ponen contra las cuerdas del ring axiológico en un solo round. La mayéutica parece haber sido hecha a medida de la obstinada curiosidad infantil. Al cabo de unos minutos nos encontramos, para nuestra perplejidad, hablando de la vida y la muerte, del bien y el mal, de la existencia o inexistencia de dios, de la naturaleza humana y sus grandes pasiones, de la verdad y la falsedad, de lo bello y lo feo, de lo justo y lo injusto, del amor y el odio... Nada más parecido a un diálogo socrático que jugar al juego de los porqués con un chico.
La Quinta Pata, 20 – 10 – 09
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