domingo, 25 de octubre de 2009

Volver a vivir

Beatriz García

Salíamos distraídos, tranquilos, charlando despreocupados. Como si afuera no existiera el horror. La sala que habíamos dejado atrás era muy grande y estaba poblada por una semipenumbra húmeda y fría. Él avanzó naturalmente, con su paso ágil y juvenil a pesar de las canas que cubrían su cabeza. Parecía desconocer lo que iba a suceder. Sin embargo, era él el protagonista. No podía ser que no lo supiera. Todas estas ideas cruzaban por mi cabeza y se agolpaban en ella en esa fracción de segundo que transcurrió entre que salimos y sonó el disparo. Él cayó, tal como sabíamos que iba a pasar y cayó en el lugar donde debía caer. Pero… cómo. Hace sólo unos segundos estábamos adentro tomando mate y charlando y ahora…

Sólo lo vi de reojo. Sentí el disparo y lo vi caer. Sólo de reojo. Ni siquiera me detuve a mirarlo. Caminé despacio, inmutable. Aquello era solo una película que ya había visto. Atravesé el enorme patio, sin siquiera mirar hacia atrás. ¿Era realmente yo la que hacía eso?

Borrosamente recuerdo que llegué a la puerta de salida. Durante el breve trayecto miles de preguntas me atormentaban. Si ya sabíamos lo que ocurriría por qué estábamos allí, cuál fue el motivo por el que no tratamos de evitar la situación, si él sabía que lo iban a matar por qué había ido. No hubo respuesta a mis interrogantes. Cuando puse un pie fuera de aquel lugar sonó otro disparo. Lo remataron, me dije.

La Quinta Pata, 25 – 10 – 09

La Quinta Pata

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