domingo, 1 de noviembre de 2009

La ofensiva política sigue en manos de la presidenta, para furia de la oposición

Emilio Marín

Cristina de Kirchner volvió a sorprender a la oposición con tres iniciativas que formalmente figuraban en su agenda. Reforma política, reapertura del canje con los bonistas y asignación a la niñez fueron ahora iniciativas de la presidenta.

De la reforma política se venía hablando desde tiempos inmemoriales, casi desde que la práctica demostró que no era cierto que con la democracia automáticamente se comía, educaba y curaba. Después vino la explosión de 2001 y el tema se puso en el centro del tapete. Pero al final se habló mucho y se hizo poco, excepto cambiar ciertas políticas y estilos de dirigentes, dejando a Eduardo Duhalde en el estereotipo del "Padrino" y a Fernando de la Rúa en el de tonto total. Aunque les cueste admitirlo a los opositores, la presidencia de Néstor Kirchner y la de Cristina Fernández implicaron una mejoría. No tanto en el sentido de las leyes y formas, que también son importantes, sino en lo que el ciudadano común aspira de mínima: vivir un poco mejor.

La mejoría fue más allá de la mesa de alimentos y la reactivación de la economía entre 2003 y 2008. Los derechos humanos, la integración latinoamericana y otros aspectos también merecieron una mejor calificación. Eso aunque el tribunal examinador de la derecha conservadora los haya querido mandar a marzo a los K. O como dijera Elisa Carrió, "los quieren matar", poniéndose en intérprete de una supuesta opinión pública.

Pero hasta los oficialistas más entusiastas tendrán que admitir que en lo político-electoral, su gobierno estaba en mora. Más, el santacruceño llegó a la presidencia luego que su padrino, con minúscula, suspendiera la ley de internas partidarias y avalara tres candidaturas por el PJ. En ese tiempo y aún hoy, Kirchner se mantuvo en los marcos del pejotismo, con todo lo malo que cabe en él.

Las presidenciales en octubre de 2007 y las legislativas de junio de este año, reflotaron las discusiones sobre una reforma. Sin que esos resultados pudieran calificarse de "fraudes", se registraron robo de boletas, listas colectoras y otras irregularidades que a veces son "legales". De allí que Cristina Fernández lanzó el 9 de julio la convocatoria a un diálogo con todos los partidos, con Florencio Randazzo como interlocutor. Casi todos, con ausencia de Carrió y Solanas, llegaron a esa mesa y dijeron lo suyo.

El miércoles la presidenta lanzó su propuesta, que supuestamente toma en cuenta varias de las sugerencias opositoras. Pero tales anuncios fueron boicoteados por los partidos que militan en la vereda de enfrente. Desde Carrió hasta Solanas, pasando por Francisco de Narváez y Mauricio Macri, dispararon con munición gruesa contra lo que suponen un "traje a medida" para que Kirchner se lo calce en 2011. "Trampa mortal", dijeron.

Algo de gorilismo
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En este caso se emplea el término de "gorilismo" para aludir a un rechazo visceral a todo lo que proponga el peronismo, como en su momento se llegó a cuestionar el aguinaldo. Ahora sucede algo similar, porque aquellos opositores, a los que hay que sumar a Eduardo Duhalde, rechazan in totum todo lo que proponga la presidenta. Lo hacen mecánicamente. Son como esos toros mihura, que salen disparados a embestir a quien les muestra un género color rojo. Esa parece la media de racionalidad de quienes aspiran a conformar un nuevo gobierno en dos años.

La reforma política, que deberá discutir el Congreso, tiene costados negativos. Al menos para este cronista, que las internas sean abiertas y cualquiera pueda votar en un partido político, aún cuando sus ideas sean las opuestas, parece un despropósito. Que cada quien vote en la interna del partido de sus simpatías, sería lo razonable.

Otro error limita a las minorías: el piso de un 3 por ciento de votos en esas internas para poder participar en las siguientes elecciones, y un requisito del 5 por mil (en vez del 4 por mil actual) para mantener la personería. Esto suena discriminatorio contra un sector de la política: la izquierda y centro-izquierda.

Estos aspectos deberían ser modificados y es de esperar que eso suceda en el trámite parlamentario, si se sigue con la costumbre del debate de 2008 sobre las retenciones, continuada en otros asuntos importantes (fondos previsionales, Aerolíneas, ley de medios democrática).

¿Pero el anuncio de la jefa de Estado no tiene nada de positivo? ¿No está bien que se terminen las listas espejo y colectoras? ¿No está bien que se ponga fin a la financiación privada para campañas de radio y televisión? ¿No está bien que se acorten efectivamente las campañas? Y sobre todo, ¿no es un cambio favorable que los candidatos de los partidos surjan de internas y no de las componendas de algunos dirigentes? ¿O que el Estado provea la financiación a los partidos, con un 50 por ciento que se divida en forma igualitaria y el otro 50 según los votos recibidos en la elección previa?

A esos interrogantes habría que darles una respuesta positiva. Pero varios opositores se quejan de la prohibición de financiación privada a las campañas, con lo que muestran la hilacha. Sin los 50 millones de pesos puestos por sus empresas, De Narváez difícilmente hubiera sido el ganador de junio.

Ese punto de vista con algo de gorilismo se advierte más nítido en cuanto a la iniciativa sobre asignación universal a la niñez pobre. El jueves 29 la mandataria se despachó con algo que hará época: 180 pesos de asignación a cada hijo de desocupado o trabajador en negro. El beneficio llegará a entre 5 y 7 millones de chicos y adolescentes y tendrá un costo fiscal de 10.800 millones de pesos anuales, que se financiará con las ganancias de las inversiones hechas por la Anses. Eso iba antes a las ganancias de las AFJP y bancos. Al margen de los límites o intencionalidad política que la medida pueda tener, es digna de aplaudirse. La CGT y la CTA aplaudieron al unísono, pero los opositores se hicieron los "Clemente", el personaje de historieta que no tiene brazos.

No todo está bien
De todos aquellos, el que quedó más descolocado fue Gerardo Morales, titular formal - el real parece Julio Cobos - de la UCR. El miércoles 28, cuando la reforma política había salido al ruedo, Morales la denostó diciendo que "la prioridad es la lucha contra la pobreza y un proyecto de ingreso universal para la niñez". Su desgracia fue que al día siguiente Cristina hizo el acto y comunicó al país que el 1 de diciembre se cobrará esa asignación.

Los radicales tendrían que pensar en un dirigente más vivo, sino más capaz, que el jujeño, quien viene de sufrir una derrota catastrófica en la pulseada por la ley de medios. Y para disimularla, se lanzó con denuncias maccartistas contra Milagro Sala, con la que en 2007 confraternizaba. En ese tiempo Morales era el candidato a vice de la fórmula con Roberto Lavagna y empezó su campaña en Jujuy.

Al senador y sus correligionarios puede ayudarlos cierto espíritu bipartidista que está presente en varias cláusulas de la reforma política en ciernes, que favorecerá a los grandes partidos. Según Mariano Grondona, Kirchner le habría propuesto al senador radical Ernesto Sanz una especie de Pacto de Olivos II, lo que le pareció monstruoso al columnista de "Gaceta Ganadera".

Sin embargo, cuando Duhalde diserta con Rodolfo Terragno en el 45° Seminario de IDEA en Mar del Plata con un mensaje bipartidista bien explícito hacia la UCR, invocando que el 85 por ciento de los intendentes son de esos dos palos, ninguno de esos columnistas se rasgan las vestiduras. ¿Es que creen las bravuconadas del ex presidente provisional de que "voy a participar de las internas del PJ y le voy a ganar a Kirchner"?

A pesar del oxígeno que pueda insuflar en el sistema de representación el debate de la reforma política y de la buena recepción que tendrá en la mayoría de la gente la novedad de asignación familiar, de allí a pensar que está todo bien hay un larguísimo trecho.

Hasta la presidenta, al presentar esa asignación, la calificó de "paliativo". Ella dijo bien que la solución a la pobreza pasa por la creación de empleo decente. Lo que hizo mal, y eso tiene que ver con sus concepciones ideológicas y políticas, fue ir a la fábrica de General Motors en cercanías de Rosario y reivindicar a esa firma. "¡Qué plata bien invertida" dijo en relación a los 70 millones de dólares que el Estado K prestó al quebrado ícono del capitalismo norteamericano.

La otra movida del gobierno fue confirmar que está a punto de pactar con los bonistas "holdouts" que quedaron afuera del canje de 2005. Amado Boudou lo ratificó al ir al Congreso a pedir una suspensión de la "ley cerrojo" con que Kirchner aseguró en 2006 que no habría una segunda oportunidad a esos tenedores y fondos buitres. La reapertura le costará dinero al Estado aunque ese ministro diga que no abonará comisiones a los bancos, puesto que se blanqueará parte de los 20.000 millones de dólares que esos "holdouts" reclaman.

Es una iniciativa negativa. Pero sólo pueden cuestionarla aquellos que fueron críticos de pagar en forma anticipada al FMI y de que la tasa de corte a los bonistas no fuera mayor. La oposición conservadora, en cambio, no puede impugnar al gobierno porque está haciendo lo que esos opositores querían hacer. Así lo pedían el FMI, el Club de París, la UIA, AEA, IDEA y otros cenáculos empresarios.

La Arena, 01 – 11 – 09

La Quinta Pata

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