Rubén Darío Romani
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El gobierno actual ha adherido recientemente a los eventos de la celebración de los 200 años de Charles Darwin. Como homenaje impensado a este Bicentenario de verdad, (el otro es bastante trucho digamos hasta que llegue el 2016) evolucionó de la obligación de “levantar vuelo” cobijado en la imagen del milenario cóndor andino a simplemente la “necesidad de cacarear” en medio de la democracia fallida que representa, trasmutando los desaciertos de su ser político en una simpleza de gallináceas afónicas.
La Secretaría de Cultura no puede ser menos en esta ocasión, aunque la derivación de los insondables caminos de la genética institucional la bajaron un escalón evolutivo de Ministerio a lo que es, ya por el solo hecho de echarse a andar de la mano del cansino Scollo, logró por sus propios méritos, mutar de liebre en tortuga.
Aunque en eso de pagar recitales a terceros, Catupecu Machu me remito, mostró una rapidez inusitada y pionera, sólo superada 6 meses después con los pagos a los Cádillacs, aunque luego se empantanara en sus devaneos de papeleo y demorara 4 meses en informar lo peticionado a Diputados, o 1 año en la rendición de cuentas de fondos del INCAA o nunca en 2 años haber publicado el Balance del Fondo de la Cultura e informado a los organismos de control, y decimos “balance” como la ley lo ordena, no un simple listado de beneficiarios.
O la lentitud de palabra, interesada, de no decirles a los ganadores de Becas y Subsidios 2009 que no queda 1$ para pagarles, que deberán esperar a que depositen el monto 2010, por lo cual se van a “saltear” una Convocatoria pagando tarde como en las peores épocas del iglesismo, ya que sería un imposible que les duplicaran el monto del Fondo porque la propaganda gubernamental en la camiseta del Tomba se llevará 1 millón y nos va quedar casi nada para Cultura…
Esta discrecionalidad informacional, que se intentó incluso reglamentar con un memorándum que prohibía a los Directores y empleados entrevistarse con la prensa sino depender exclusivamente de lo dictaminado por la nueva Directora de Comunicación evolucionó directamente de la actitud censuradora sobre los contenidos, los modos expresivos, los verbos, adjetivos, los modales, los comentarios, las carteleras gremiales, las notas periodísticas de diarios amarillos, fueran impresos o digitales (el amarillo será el color de los bits on-line?) los pensamientos y las oraciones conjuntivas, las firmas en declaraciones de Asambleas y las subjetividades que las encarnan en la figura de sus empleados, con expedientes sin destino realizados para coartar la libertad de expresión y sus demandas.
Leer todo el artículoLa libertad expresiva de los artistas de varios rubros ya se sabe cómo se limita: asociaciones que cobran por sus representados, la comisión de sus facturas, y la sabiduría pícara de quienes saben que levantar el dedo inquisidor le cuesta la mano que debe parar la olla en el próximo evento al cual no se los llamará... De allí la tradicional inquina de esos sectores con la administración cultural y sus empleados, funcionarios o ignotos; sólo deben ser los pasapapeles de sus honorarios. Por eso el silencio cómplice de cuantos en privado reconocen que “la nave (no) va”, a ningún lado, y por eso la defección de la reforma política en general y de la mejora cultural en particular.
No importa que no tengamos infraestructuras culturales dignas en cada departamento, silencio ante el Palacio de la Cultura que el sultanato jaquista quiere edificar en Guaymallén mientras le paga en negro a los empleados contratados y a los hacedores que andan por barrios complicados y se pierden las vacantes en museos, bibliotecas y otras áreas por falta de presupuesto y de coraje para pelear en Hacienda o en Gobernación, lo que debe pelearse.
No importa que las Ediciones Culturales Debidas no nazcan nunca si mientras “nos consolamos”, los que participan, de olvidables antologías departamentales ondeando al sol mezquino del bicentenario en que pocos creen.
No importa que los museos provinciales se lluevan o tengan deficiencias estructurales remozadas por temblores inoportunos (“en el cobismo pasado, hubo temblores e inundaciones. Por qué a mí me pasa todo” se quejan en el 4 piso…) cuando dilapidamos subsidios en proyectos de monumentos a la bandera incumpliendo leyes ambientales y patrimoniales y sin llamar a concurso para que los especialistas en la nada cobren subsidios vía facultades de ciencias económicas por proyectos de arquitectura…?!
Jugando al fútbol estatal aprendimos qué piensan de la Secretaria de Cultura los propios funcionarios, como el ministro Pérez, impune pateador de tobillos de un delantero de la Secretaría, al cual, encima, insultaba contrariando los códigos del fútbol, y expresando a viva voz, dijo Pérez: “Ustedes los de Cultura, vayan a jugar a las muñecas”. Y a eso nos reducen: a administrar la Vendimia de muñequitas inventadas y buenos campesinos que nunca opinan de política ni se comprometen con un arte popular transformador.
Sr. Scollo, ¡despiértese! Los Pérez de su Gobierno jamás le van a aumentar el presupuesto, usted no les sirve ni para facturar a un (Pedro) Infante cuando ellos lo necesitan. Los Cazabán tampoco le darán plata para recuperar edificios patrimoniales. Usted mismo es un caníbal político que se devoró 3/4 de su propio gabinete, sumiendo la Secretaría en un oscuro ladineo de aduladores y asesores leguleyos imposibles de soportar en un verdadero estado de derecho.
Llevada la alta política provincial (Casa de Gobierno, 800 m.s.n.m) a las vicisitudes de la escala dodecafónica de gallinero no hay muchas esperanzas que los buenos hombres y mujeres que administran la cultura provincial produzcan genéticamente hablando un salto evolutivo hacia “saber para qué están allí” y que dejen de echarle la culpa de su esterilidad a otros congéneres de la avifauna nacional o regional. Parece que cuando no se tiene mejores habilidades, solo queda “hacer la del tero”, reclamando lo propio en nido ajeno o la del tordo, tomando los méritos del nido de terceros.
No se trata de cacarear cuando se pone un huevo, o dos, o los que se tenga, porque se sabe en nuestra cultura agrícola que las gallinas también cacarean cuando sueltan sus huevos hueros.
¿En qué estamos entonces los mendocinos? Entre metáforas cuasi pascueras de gallinas tímidas y huevos hueritos de colores para repartir a la indiada local y los devaneos imposibles de futres bienpensantes, en eso estamos…
¡San Cucufato, si nos ayudás, te juro que te los desato!
* Museólogo
MDZ Online, 22 – 12 – 09
La Quinta Pata
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