domingo, 21 de febrero de 2010

Debate entre Norberto Galasso y Alejandro Jasinski sobre la legitimidad de la deuda


Sobre la legitimidad de la deuda


Norberto Galasso

El 19 de enero último, desde Infosur, página web de Proyecto Sur, me han lanzado un agravio que me veo obligado a responder.

Desde Infosur me califican de “gran historiador”, autor de “un libro fabuloso”, “una obra clásica sobre la Deuda Externa”, al igual que la “maravillosa biografía San Martín” y me tratan reiteradamente de “querido compañero”, para, después, lanzarme esta baja puñalada: “¿Qué hacemos ahora con esas cuatrocientos páginas (del libro sobre la Deuda Externa)...?”, como diciendo: “nos las vamos a meter en cierta parte” pues el autor sería un traidor, se habría quebrado, estaría al servicio del gran capital financiero internacional.

Todo esto con motivo de que he sostenido que “ahora es difícil desentrañar la ilicitud de parte de la deuda” y que varios gobiernos le han dado “una especie de legalización” al renegociar sobre ella aunque igualmente “hay que investigar los ilícitos”, pero que lo más importante “es unir a América Latina en el no pago y patear el tablero” porque la cuestión no es tanto tener razón “sino tener fuerza”.

Curiosamente, la nota de Infosur prueba mi coherencia. Se inicia con una frase de mi libro: “La deuda ha operado como un instrumento de saqueo y sumisión semicolonial” (2002).Y concluye con otra declaración mía, actual: “Ahora hay que favorecer la unidad latinoamericana y proponer que todos los países denuncien que fueron estafados y que no se paga”.

Mayor coherencia, imposible. En “Cash”, del 24/1/2010, sostuve lo mismo: “Hay que investigar y reforzar nuestro poder para decidir en conjunto. A las finanzas internacionales no les importa cuándo (ni cómo) se contrajo la deuda. Hay que finalizar este proceso de otra manera, a partir de la unidad latinoamericana, donde todos los países puedan expresar una opinión común frente a los acreedores internacionales”.
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Es decir, hay que investigar y hay que poseer suficiente fuerza para no pagar. Hoy no contamos ni con una cosa, ni con la otra, pero el objetivo final es el no pago. Disentimos, eso sí, en la táctica, como también disentimos en la táctica general que desarrolla Proyecto Sur en política.

¿En qué disentimos? En primer término, en que no se trata de quién grita más fuerte ni quién se escandaliza moralmente contra los piratas internacionales, sino en tener la fuerza suficiente: un pueblo movilizado y consciente del problema, capaz -como lo han sido los cubanos- de aguantarse todas las represalias, inclusive un bloqueo.

Por eso, es imprescindible una acción concertada de América Latina -que va camino a su unificación- para patear el tablero. En la discusión con los filibusteros, estábamos mucho mejor parados en 1983, como ha dicho la Presidenta, porque salíamos de una dictadura y habíamos allanado el estudio Klein Mairal y Olmos había presentado su acusación... pero también es cierto que no teníamos fuerza y Alfonsín tampoco tuvo audacia y concluyó claudicando en ésta, como en otras cuestiones.

Después hubo canje de títulos que complican nuestra argumentación respecto al comprador de buena fe y sucesivos gobiernos pagaron y renegociaron y se negaron a analizar lo rescatado en el estudio Klein, así como la acusación de Olmos que el juez Ballesteros remitió al Congreso. En 1999, recuerdo que fuimos al Congreso con Olmos, Norberto Acerbi, Luis Donikian, Carlos Juliá y unos pocos más -no estaban muchos que ahora levantan su voz y celebro que ahora lo hagan-, pero, entre los diputados, sólo Alfredo Bravo y Luis Zamora –más allá de mi disidencia política con ellos- se preocuparon por escuchar el alegato de Olmos. Y no pasó nada.

Después vinieron otras negociaciones, entre ellas, la quita de la época kirchnerista. Nos guste o no, implícitamente también la quita significó lo que llamé “una especie de legalización” y que tanto ha irritado a Infosur. Pero de ninguna manera digo que no hay que investigar. Tampoco propongo no pagar mientras no tengamos fuerza para desconocerla.

En fin, insisto, se trata de diferentes tácticas, porque las tácticas cambian según el momento histórico y no hay por qué injuriar ni descalificar cuando coincidimos en lo central: que fue una estafa y que, cuando podamos, debemos declarar que la deuda es cero. Ahora bien, como el “querido compañero” se preocupa y no sabe en qué lugar colocarse mis 400 páginas del libro De la Banca Baring al FMI, voy a tranquilizarlo con respecto a mi supuesta traición.

Entonces, empiezo para disipar dudas: con 50 libros publicados (discúlpeme pero hay tanto soberbio suelto que por una vez puedo violar mi modestia) nunca he sido invitado al programa de Mariano Grondona, ni he almorzado con Mirtha Legrand, ni me he abrazado con gorilas como Carrió, ni he coincidido con Pinedo (ni el abuelo, ni el nieto), ni he sido cómplice de la Sociedad Rural en ninguna votación.

Tampoco me reportean ni “La Nación” ni “Clarín”, así que puede estar tranquilo. Esa gente sí tiene conciencia de clase, no la que supone Pitrola que deberían tener los trabajadores. Son clasistas en serio y hay que tener cuidado porque a veces son muy amables y si pueden, lo usan a uno.

Le sigo contando para que vea que no estoy “quebrado”. Vivo en Parque Chacabuco, un barrio de clase media, en una casa con pileta... de lavar la ropa. Una sola casa (herencia familiar) no dos, porque se sabe que alguna gente tiene dos: una para vivir y otra para albergar el ego. Tampoco tengo auto. Viajo en subte (vocación de minero, como decía Unamuno).

Futbolísticamente soy de San Lorenzo que ya es demasiada carga para andar por la vida. Cobro la jubilación mínima y subsistimos con mi familia con algunos derechos de autor y un modesto alquiler de un local de esa vieja casa paterna... Usted, “querido compañero”, dirá seguramente: -Aquí te pillé, ¡eres rentista! (Carlos Marx seguramente no me lo reprocharía y sabría comprenderme ya que, salvando las distancias, no tengo ningún Federico Engels a mano).

No soy revisionista a secas, como usted dice, confundiéndome (por ignorancia o por picardía) con Ibarguren o Irazusta. No soy rosista, soy de la línea: Moreno, Artigas, Dorrego, los caudillos federales (en especial El Chacho y Felipe Varela), el PAN en su época antimitrista, Yrigoyen y Perón.

Esta reivindicación, hecha desde una Izquierda Nacional, que apoya todo movimiento antiimperialista tratando siempre de mantener su independencia ideológica, política y organizativa, es decir, “Frente Obrero” en el 45, representada luego, por bastante tiempo por Abelardo Ramos, salvo sus últimos años. Asimismo, me siento latinoamericano de Martí, Sandino, Fidel, El Che, Evo, Chávez, Correa y tantos otros.

Me considero, sobre todo, un militante y por ello he sacrificado mi interés por la literatura y la cinematografía. En música, cero. Salvando también la distancia, digo, como Jauretche, que no distingo la marcha peronista de la marcha de la libertad. Desde esa perspectiva de Izquierda Nacional, estoy más a gusto en la CGT de Moyano o en la CMP de D’Elía, que viajando por Europa o asistiendo a fiestas de embajada. No soy kirchnerista pero apoyo a este gobierno.

Lo considero lo mejor que hubo desde que murió Perón, más allá de limitaciones y carencias, que son propias de una sociedad fuertemente golpeada por la dictadura genocida, la frustración de Alfonsín, la traición de Menem, la estupidez de De la Rúa, el derechismo de Duhalde, etc.

Me defino así porque creo conocer dónde está el enemigo principal, la correlación de fuerzas y el nivel de conciencia política de los trabajadores y de los sectores medios (algunos de éstos, me aterran). Por eso, jamás se me ocurriría hacerle juicio penal a Cristina por mal desempeño, porque no corresponde y porque la pondría al borde del juicio político, para solaz de Cobos y la “nueva unión democrática” y además porque entonces eso debiera habérselo hecho a todos los presidentes anteriores (incluso legisladores) y hacerlo ahora es demasiada complicidad con los destituyentes.

Este gobierno avanza todo lo que puede y si llegase a caer, no deliremos que va a venir algo mejor, sino la derecha más reaccionaria.

Algo más: integro la Corriente Política Enrique Santos Discépolo, dirijo el mensuario “Señales Populares”, adscribo a Carta Abierta.

En lo fundamental, tengo la certeza de que el futuro es nuestro, de los trabajadores, en el camino de la liberación nacional y la unidad latinoamericana, hacia el socialismo. Sólo ocurre que, “como lechuza largamente cascoteada”, sé distinguir los enemigos y los tiempos.

Creo que Trotsky era el que decía que hay gente que confunde 1905 con 1917 ó, ahora en el bicentenario, 1810 con 1816. Y para terminar, me acuerdo de Cooke.

Él le decía a Hernández Arregui: el intelectual se define sobre el trazo largo de la historia, pero el político tiene que definirse hoy y aquí, todos los días, teniendo presente aquellos objetivos finales, pero sin perder conciencia de en qué momento y en qué lugar está actuando. Creo que algo de esto es lo que nos aleja.

Disculpen la extensión pero, en verdad, preferiría que no se ocupasen de mí y profundizasen la discusión sobre la naturaleza histórica del kirchnerismo y cuál es la mejor forma de ayudar a Argentina y al resto de América Latina en estas luchas que van hacia el 2011.

Revista Zoom, 18 – 02 – 10



La deuda ha operado como un instrumento de saqueo y sumisión semicolonial


Alejandro Jasinski - De la Redacción InfoSUR

Esta definición corresponde al gran historiador Norberto Galasso. Fue hace apenas 6 años, en ocasión de su importante investigación histórica sobre la deuda externa argentina. Ahora, sostiene que no se puede cuestionar su legitimidad porque ha sufrido en los últimos años una "especie de legalización". Desde InfoSUR, reproducimos parcialmente las conclusiones de su libro, dedicado a la militancia popular y libertaria.

“Desde la contratación del primer empréstito (1824), la deuda externa ha operado como un instrumento de saqueo y sumisión semicolonial”. Así decía el historiador Norberto Galasso, al comenzar la introducción de uno de sus principales libros, entre tantos otros que acercaron una lectura de la historia argentina desde los sectores nacionales y populares. También sostenía que “esta obra cumple alguna función en el sentido de ayudar a comprender la historia de nuestra dependencia”.

Este es el comienzo del libro “De la banca Baring al FMI”, del año 2003, de este hijo y continuador del revisionismo histórico argentino, donde se enhebra un relato historicista, año por año, crónica por crónica, de este “gran instrumento de saqueo y sometimiento”.

Allí también, Galasso recordaba, en algunas páginas, a este “gran patriota” que fue Alejandro Olmos y su denuncia: “Con notable perseverancia, Olmos activa permanentemente con nuevas comprobaciones y testimonios (…) para demostrar que la deuda y su ilicitud constituyen claves para el destino de nuestro país.”

La claridad de la exposición de este gran historiador, su capacidad didáctica, era acompañada por la propuesta, un clásico en la narrativa revisionista. El último capítulo, se dedicaba a este punto justamente. “Esclavitud nacional”, “Expoliación social”, “El gran frente de las mayorías populares”, algunos de los apartados, para finalizar con uno que reproduciremos parcialmente, porque un clásico es un clásico, no pierde vigencia, y porque no queremos intervenir la claridad de una propuesta actualizada para terminar con este latrocinio financiero.

“¿Y la deuda externa?”
“En este trabajo se ha insistido en la doble opresión que significa la deuda externa, tanto sea el saqueo permanente, como la imposición de planes económicos expoliadores. Se ha insistido, asimismo, en su ilegitimidad, proveniente no solo de operaciones fraudulentas sino de tasas usurarias. Además, su crecimiento determina hoy la imposibilidad de su pago.”
(…)
“Desde hace ya varios años, Fidel Castro se ha preocupado por denunciar las causas originarias de la gravosa deuda externa que pesa sobre tantos países: tasas usurarias, discriminación comercial, intercambio desigual, sobrevaluación del dólar, etc. En agosto de 1985, se refirió especialmente a estas cuestiones, como así también a la impagabilidad de la deuda (...) Castro formula la necesidad de organizar un club de deudores, como condición insoslayable para defender los intereses de América Latina y del Tercer Mundo, en general.”
(…)
“Desde otra óptica, en noviembre de 1999, el Papa Juan Pablo II proclama el Jubileo del año 2000 con un llamamiento a las grandes potencias ‘a fin de que condonen, parcial o totalmente, las deudas contraídas a nivel internacional.’ (…) Asimismo, diversas organizaciones políticas y entidades sociales intensifican su militancia denunciando la ilegitimidad del endeudamiento y exigiendo el ‘no pago’. En Buenos Aires, se realizan –durante el año 2000- diversas actividades de este tipo, algunas impulsadas por el Foro Argentino de la Deuda Externa, alentado por Alejandro Olmos (…) Desde el sufrido norte, llega, a su vez la voz del obispo Joaquín Olmedo: ‘Ustedes han hecho de la vida un paisaje de la muerte. La deuda externa ilegítima e inmoral está provocando en el mundo la muerte prematura de millones de inocentes…”
(…)
“Últimamente, Alfredo Eric Calcagno sostiene: ‘Antes de preguntar qué posibilidades hay de pagar, habría que saber si queda algo legítimo por pagar. Porque la deuda contraída por la dictadura entre 1976 y 1982, debería haber quedado paga en 1988. Y la asumida durante los 90, igual que aquella, lo fue a intereses usurarios, una práctica condenada en todas las legislaciones serias del mundo’. Por lo tanto, debe plantearse el desconocimiento de toda deuda externa originada en maniobras financieras tramposas, como autopréstamos, facturaciones indebidas de exportaciones e importaciones, maniobras con paraísos fiscales, etc., así como también exigir que todos aquellos intereses que se han pagado por encima de tasas razonables se imputen a amortización de deuda, con lo cual el endeudamiento queda reducido a cero.”
(…)
“Pero, como se comprende, frente a la avidez de las burguesías imperialistas no solo se trata de argumentos con verdad y razón, sino de poseer decisión y la fuerza suficiente, lo cual solo es posible mediante gobiernos auténticamente populares, concertados férreamente para acabar con esta pesadilla. La resolución de la cuestión de la deuda externa se inserta, pues, para nosotros, en la lucha por la liberación, unificación y transformación de América Latina.”

Una "especie" de resignación
Así terminaba el fabuloso libro para lectura militante, para la educación en un proyecto popular, de igual énfasis libertario como la maravillosa biografía sobre San Martín.

Los que así entendimos este libro, nos quedaremos allí, porque quiere decirnos querido compañero Galasso, ¿qué hacemos con estas cuatrocientas páginas que nos devoramos, ahora que usted nos dice en un reportaje de actualidad que “la deuda que impugnaba Olmos no tiene nada que ver con la actual”? ¿Cuándo se produjo ese pozo ciego en su relato, si el libro termina en el año 2000 y no en el primer gobierno democrático, como gusta decir a la presidente Cristina Fernández?

También dice ahora que “es casi imposible desentrañarla” y considera que “los sucesivos gobiernos la han aceptado, han negociado sobre ella y realizaron una especie de legalización”. ¡Una “especie de legalización”! ¿Usted se refiere a una “especie de legalización” de ese “instrumento de saqueo y sometimiento” al que le dedicó 400 páginas? Compañero Galasso, a cada “especie de legalización” de las que usted menciona, le corresponde un compendio de ilicitudes y nuevas causas en la Justicia argentina, y unos cuantos tomos sobre doctrinas jurídicas de las cuales servirse, como la doctrina de la "deuda odiosa" o la del "delito de ejecución continuada". En otra nota se lo comentaremos.

Finalmente, termina aduciendo que “ahora hay que favorecer la unidad latinoamericana y proponer que todos los países denuncien que fueron estafados y que no se paga”. Bueno, pues, le informamos que Ecuador ya comenzó. Sería bueno, por la unidad latinoamericana, acompañar a estos hermanos de la Patria Grande.

InfoSUR, 19 – 01 – 10

La Quinta Pata

1 comentario :

Anónimo dijo...

falta una respuesta

http://www.infosur.info/n/debatir-el-kirchnerismo.html

Debatir el kirchnerismo: ¿dependencia o emancipación? Por ALejandro Jasinski

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