domingo, 28 de marzo de 2010

Porquerías, señorías

Matías Perdomo Larrea

El accionar dilatorio de parte de la Justicia Federal respecto a las causas contra los genocidas de la última dictadura ya no esconde su objetivo principal, aunque paradójico: impunidad. A la vieja estrategia del paso del tiempo y la muerte sin condena, se acopla ahora el envalentonamiento que provoca, en las corporaciones cómplices del genocidio, un virtual cambio de gobierno en 2011.

Suponen que aletargar las causas hasta el próximo recambio presidencial les asegura evitar el castigo de manera definitiva. Subestiman así la fuerza y convicción que durante más de treinta años han demostrado tanto madres, abuelas, hijos y familiares, como centenares de organismos de derechos humanos y sociales, que solo buscan lo que el poder fáctico sistemáticamente rechaza: Justicia. El pésimo desempeño de quienes deberían ir en busca de ella, descubre el entramado mafioso, antidemocrático y nepotista de sus estructuras. Sin embargo, evidencia la afinidad ideológica de gran parte de su jerarquía con los genocidas. ¿Por qué deberían juzgarlos si estuvieron de acuerdo con lo que hicieron? ¿O acaso pidieron perdón por su colaboración, complicidad o indiferencia? La Justicia demuestra una vez más su fenomenal capacidad para mantenerse lindante al poder, y ahora olfatean que la mano viene por otro lado, más precisamente el derecho.

Indicios de la escalada conservadora sobran: recusación de González Macías en Mendoza y postergación de los juicios; suspensión de los análisis de ADN de los hijos apropiados por la innoble Ernestina; extorsión de la jueza Sarmiento al Poder Ejecutivo intentando disimular a su padre torturador. Las demás corporaciones, en sociedad con el menjunje opositor, no se quedan atrás: el “campo” se queda con las comisiones de Agricultura del Congreso; los señores feudales Rodríguez Saá imponen a su lacaya Liliana Negre de Alonso, del Opus Dei, al frente de la comisión de legislación general del Senado. Resurgen los discursos tibios, típicos de la resistencia del statu quo: la Corte Suprema pide mesura; la iglesia aboga por convivencia; la Asociación Empresaria Argentina exige cordura y que los aumentos salariales no redunden en más inflación, claro; la ambiciosa clase media, en fatídica e impuesta sintonía con la dominante, despierta su odio hacia los pobres a partir de la implementación de la Asignación Universal por Hijo; no tardará el momento en que reaparezca El pelotudo con sus pedidos de consenso. Todo debidamente guionado y disipado por el monopolio mediático Clarín.

Hace 34 años, la totalidad de este poderoso colectivo reaccionó y accionó de la manera más cruel con jóvenes que se rebelaron por una Argentina más justa. Ni olvido ni perdón, juicio y castigo. Y MEMORIA.

Río de Palabras, 28 – 03 – 10

La Quinta Pata

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