martes, 18 de mayo de 2010

El matrimonio homosexual es más democracia

Natalia Brite

Mario Vargas, sociólogo y activista sexo-político, se refiere al escenario abierto en Argentina como consecuencia del amplio debate instalado en torno a un proyecto de ley que garantiza ciudadanía plena a quienes optaron por una sexualidad distinta a la hegemónica. Argentina sería el primer país en América Latina en legalizar el matrimonio igualitario

Vanguardia Queer es una de las organizaciones en la que confluyen personas de diversas identidades sexuales. Desde esos espacios se trabaja activamente por las demandas específicas del movimiento y, en algunos casos, logran articular sus propios reclamos con reivindicaciones más generales. Mario Vargas es un joven dirigente que aporta una mirada lúcida, sin apelar a lugares comunes ni estereotipos románticos, sobre el debate en torno al matrimonio.

- ¿Qué representa para el conjunto de la comunidad el proyecto sobre matrimonio para personas de un mismo sexo, aprobado por los diputados?
- Al matrimonio lo está planteando el colectivo de Gays, Lesbianas, Travestis, Transexuales y Bisexuales como una equiparación de derechos civiles con respecto de los heterosexuales. Existe el reclamo porque hay derechos que nosotros y nosotras nos vemos impedidos de ejercer, a raíz de nuestra condición sexual. Entre los puntos más importantes que este proyecto cubre figura el derecho a la salud, obra social, y hasta a saber sobre la salud de nuestras parejas. En la actualidad, si uno está hospitalizado, su compañero o compañera no tiene derecho a que le informen sobre su condición, porque no somos familiares legales. También se habilita el derecho a la herencia, de carácter patrimonial, y la posibilidad de acceder a bienes mancomunados. Por eso hablamos de equiparación de derechos.

-¿Si este proyecto se convierte en ley, para los cual requiere de su sanción en el Senado, qué se modificaría en relación a la posibilidades de ser padres y madres?
- Se habilitaría la co-adopción. Hay parejas homosexuales que tienen hijos adoptados, pero sólo por medio individual. Pese a que los más conservadores renieguen de la realidad y expongan este hecho como una aberración, lo cierto es que la ley de adopción permite hoy que los y las solteras accedan a tener un hijo. No se pregunta cuál es su elección sexual; hay muchos niños criados por gays, travestis, lesbianas o transexuales. Pero nosotros apuntamos a poder co-adoptar, es decir, a que los niños tengan derecho a que sus dos papás o sus dos mamás sean responsables completamente de su crianza. En ese sentido, el derecho que se está vulnerando actualmente es el de esos chicos de familias homoparentales, ya que están en desigualdad frente a los demás hijos.

- ¿La ley actuaría como reguladora de una realidad existente o como promotora de nuevas realidades?
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- Es sumamente interesante que la igualdad ante el matrimonio se discuta y se haya aprobado ya en una de las cámaras. Eso ha provocado que se discuta en todas las mesas familiares. Pero, por otro lado, existe una falsa noción: hay quienes creen que cuando se apruebe esta legislación nosotros vamos a comenzar a criar niños o a vivir en pareja. La normativa regularía una cantidad de situaciones que existen hace tiempo. Les daría amparo legal a ciudadanos y ciudadanas que viven en Argentina y que deberían tener los derechos que tiene cualquiera. Es terrible lo que dicen los detractores de la igualdad, cuando pronostican que los niños que crecen con gays van a ser gays; nosotros mismos fuimos criados por parejas heterosexuales. Y no es una decepción que un hijo nuestro no sea homosexual, como sí lo es para muchos matrimonios varón-mujer tener un hijo gay. Estas concepciones son las que demuestran que se tiene una acepción negativa de la sexualidad diversa.

- ¿Cómo se sustentan los argumentos surgidos de la Iglesia, que se amparan en la defensa de los chicos frente a la adopción por parejas gay?
- A mi no me puede convencer de su preocupación por los niños una institución que exhibe un alto índice de abuso de menores. Que juzguen primero a sus propios fieles y a sus sacerdotes pedófilos.

-¿Hasta dónde llegan las demandas del colectivo homosexual?
- Creer que las demandas de nuestro colectivo se agotan en el matrimonio es un reduccionismo absoluto. Somos un gran grupo, muy diverso internamente, y esta ley favorecería específicamente a cierto sector o clase social dentro de este. Nosotros y nosotras no estamos determinados solo por nuestra condición sexual, pertenecemos a distintas clases sociales, tenemos diferente acceso a la educación, nos insertamos laboralmente de diversos modos. Tomo esto en cuenta porque sé que hay cosas que son mucho más urgentes que el matrimonio, pero también creo que existe hoy la posibilidad política de avanzar en este tema, y hay que apoyarlo.

- ¿Qué cosas son más urgentes?
- La derogación de los códigos contravencionales de las provincias; hay que terminar con el poder que ostenta la policía sobre nosotros, porque son ellos los que se llevan todas las noches a las compañeras travestis, les piden coimas, las golpean y hasta son asesinadas. Hay muchos otros puntos importantes para transformar, como los contenidos educativos heterosexistas con que se forman los niños y niñas. El matrimonio no es lo más importante, pero es un gran avance, por el cual se ha peleado mucho y marca un hito.

- ¿Cómo conciben desde el colectivo la idea de familia?
- Las formas vinculares de construir nuestros parentescos son muy diversas y distintas a las de la mayoría de los heterosexuales. Me parece más interesante poder hablar de parentesco y no de familia. Porque en este sentido muchos de nosotros y nosotras son expulsados de su familia de origen. Después de eso, las construcciones vinculares que comienzan a darse no tienen que ver con los lazos sanguíneos. Cada uno se arma un grupo de afectos que son los que te van a acompañar hasta que te mueras. Esta realidad se ve más crudamente en el colectivo transexual, donde la mayoría no puede volver nunca más a su casa. Ese es un tema que requiere una discusión política más avanzada; debemos pensar cuáles son los derechos que se pueden empezar a generar para estos nuevos grupos, encontrarles amparo legal. Y no tiene ya que ver con el matrimonio, ni con la idea de mono o poligamia.

- Entonces, familia y matrimonio están sujetos como instituciones al mismo cuerpo de valores tradicionales. ¿El matrimonio gay sigue siendo un matrimonio?
- Lograr el matrimonio gay es ganar pisos democráticos, desde los cuales seguir peleando por otras cosas como colectivo y como sujetos. Pero esto no quita que, como yo lo veo, el matrimonio como institución esté obsoleto; lo que sucede es que la realidad siempre se mueve más rápido que la legislación, porque ya estamos pensando en otras formas.

- Poco tiempo atrás aparecía lejana la posibilidad aún de la unión civil. ¿Qué sucedió para que ahora sí se discuta una legislación más avanzada?
- La unión civil que se aprobó a comienzos de este siglo XXI fue más bien un placebo, que sirvió en su momento para tranquilizar un poco el reclamo, pero no fue en absoluto el acceso real a los mismos derechos. Es decir, por nuestra condición sexual seguimos estando un escalón más abajo que el resto de la ciudadanía. La sociedad está avanzando, las realidades cambian diariamente y los grupos conservadores que hasta hace no más de cuatro años nos hubiesen prendido fuego, hoy ceden hasta la unión civil por miedo a que se legalice el matrimonio gay. Ese fue el nuevo piso, pero queremos llegar al nuevo techo y luego construir uno más alto. No tenemos que perder de vista que, si logramos la sanción de esta ley, Argentina sería el primer país latinoamericano en permitir esta igualdad de derechos. Muchas veces, en la convulsionada coyuntura que vivimos no terminamos de darnos cuenta de la envergadura de estas discusiones. Yo creo que hay un movimiento político y social regional muy importante. No hace falta ser oficialista en Argentina para entender que el modelo abierto en 2003, con Néstor Kirchner y su continuidad con Cristina Fernández, abrió debates democráticos que la sociedad se debía hacía tiempo. Es el caso de la política de derechos humanos y la cárcel para los responsables del terrorismo de Estado, los temas vinculados a la distribución de la riqueza, con el intento de modificación de las retenciones a la exportación agrícola, la asignación universal por hijo. Es importante, entonces, que exista un gobierno que esté apostando a una universalidad democrática. Debemos ser conscientes que se ha dado un proceso de participación ciudadana totalmente alejado de lo que fue la década de 1990, y que esto se observa en varios países de América Latina. Este es un escenario en el que es posible concretar nuevos avances.

APM, 14 – 05 – 10

La Quinta Pata

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