domingo, 20 de junio de 2010

¿Así que la Jabulani no dobla ni hace caso? *

Orlando Barone

Todo cuanto decían de vos Jabulani. Y de pronto nos sorprendiste desnudando tu vocación de entrega. Gracias pelota. Tu nombre “Jabulani” de origen zulú ya se celebra traducido a “Pipita” Higuain tres veces. Todavía te falta ser traducido a otros nombres que te tenemos preparados para nuevos espectáculos. Gracias por haberte vuelto obediente y dejarte mimar por la Argentina. Jabulani quiere decir celebra o regocijo; y es tan perfectamente redonda como la luna llena o como El Aleph, “una esfera pequeña, tornasolada, de casi intolerable fulgor…” como dice Borges. Y como dice Maradona: “la selección fue implacable”. Es decir: no se aplaca. Es implacable desde los pies a la cabeza. Desde el corazón a la uña encarnada o al tobillo escoñado. Y nos remite en un viaje sin estaciones desde la remota brizna seca de un potrero del suburbio a una cancha de césped rasurado por coiffeurs y no por cortadores de césped con guadaña. Si la palabra “implacable” existiera como verbo sería “implacar”. Y se conjugaría en presente: yo implaco, tu implacas, el implaca…etc. En futuro sería “implacará”. Mirá que lindo que sonaría este augurio futbolero: “en este mundial implacaremos con la sensibilidad implacable de los pies”. Si lo sabrá el “Pipita”. Si lo sabrán “la pulga”, el Kun y el apache, implacadores al acecho y al asecho, con c y con ese respectivamente. Gracias “jabulani” exótica y cerril.

Fabricada tal vez por factorías que no pasarían sin vergüenza por el ojo de una aguja. Pero purificada en los botines argentinos el jueves a la hora del desayuno, ya no en Tiffany`s como dice Capote, sino en un desayuno bilingüe con elaboración gourmet en Sudáfrica y con delivery puerta a puerta para cuarenta millones de argentinos. Pelota de fútbol. Tan ardua, indócil y retobada que se decía que eras maldita. Y te volviste lúdicamente maradoniana. De Maradona. De Maradó. Del ave Fénix. Del dios de barro de galeano. Del de la mano del pecado, que prueba cómo los mejores argentinos adoran ese pecado. Y los peores cara de mufa siguen viéndolo como un gol indecente porque son ellos los que tienen pensamientos indecentes.

Jabulani no importa si estás hecha de hielo y de marketing. Es como si ya hubieras decidido por quién te dejarías derretir y por quién te dejarías toquetear y calentar con los “pies manos” de jugadores implacablemente cariñosos. “Pies manos” delicadísimos que hasta tienen callos y machucones de terciopelo, resabios de Fuerte Apache o de un baldío de tierra con cascotes. Y que hoy se embellecen con manicuras expertas en manitas de muñecas y con cremas que les regalan las botineras.

Gracias “Jabulani”. Si en lugar de diseño y material de ciencia hubieras sido de trapo, igual te hubieras entregado a la Argentina.

Pensar que te teníamos miedo.

* Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Junio de 2010 en Radio del Plata, 18 – 06 – 10

La Quinta Pata

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