domingo, 20 de junio de 2010

Brasil. Sí, siempre Brasil

Natalia Brite

Del suicidio de Getulio Vargas al triunfo de Lula. De la rebeldía de Garrincha y la obsecuencia de Pelé, a la magia de Ronaldinho. La historia política y futbolera del gigante sudamericano.

Brasil desplegó su juego por el mundo. Ganó la Copa mundial de fútbol en cinco ocasiones. Una vez se coronó en Europa (Suecia 1958), dos veces en tierras latinoamericanas (Chile 1962 y México 1970), una en América del Norte (Estados Unidos 1994), y una vez en Asia (Corea del Sur-Japón 2002). ¿No les parece una exageración queridos brasileños?

Dos veces fue subcampeón: en su país perdió la recordada final de 1950, en un partido contra Uruguay que pasó a la historia como “el Maracanazo”. La otra medalla de plata llegó en 1998, tras el partido que perdió contra el país sede: Francia.

Desde 1810 comenzaron múltiples estallidos independentistas y la conformación de los nuevos Estados, en lo que José Martí llamó Nuestra América. En el extenso territorio que fuera colonia portuguesa rigió un Imperio entre 1822 y 1889, año en el que se instituyó la República.

El doctor Luiz Alberto Moniz Bandeira explica que “a mitad del siglo XIX, (Brasil) ya poseía un aparato burocrático-militar capaz de imponer, tanto interna cuanto externamente, la voluntad social de sus clases dirigentes; tenía una conciencia nacional. Fue el Estado-Imperio el que construyó la nación. Y ahí está la diferencia entre Brasil y los demás países de América Latina”.

En la primera mitad del siglo XX el poder se debatía (y alternaba) entre representantes de los intereses “cafeteros” de San Pablo, los “lecheros” de Minas Gerais y los “azucareros” del nordeste. En sintonía con los países vecinos, la institucionalidad democrática brasilera fue interrumpida numerosas veces entre 1930 y 1985.
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Para entender los contextos políticos de Brasil desde 1930 hasta hoy, aún sin pretensiones de exhaustividad, hay que detenerse en la figura política más relevante de ese siglo: Getulio Vargas. Cuatro veces ejerció la presidencia: tres periodos entre 1930 y 1945, y uno más entre 1951-1954. Sus políticas pueden emparentarse con el “peronismo” en Argentina, ambos enmarcados en lo que se conoció como “populismos”, caracterizados por el intervencionismo estatal, el nacionalismo económico y el avance en materia de legislaciones sociales y laborales.

Para Moniz Bandeira, la gestión de Vargas “vinculó el proletariado urbano con la fracción de la burguesía volcada hacia el mercado interno, mediante la institución de leyes sociales, atribuyendo al Estado un decisivo papel en el desarrollo del país; y jugando con las contradicciones entre las grandes potencias industriales”.

Vargas articuló en diversos momentos con sectores militares. Esta opción puede entenderse a partir de una reflexión de Bandeira: “el Ejército brasileño tuvo un decisivo rol en la industrialización del país, debido a que la mayor parte de su oficialidad provenía de las clases medias, con una fuerte conciencia nacionalista”.

Según Bandeira, Vargas reemplazó el modelo agroexportador por un “proceso de industrialización y diversificación del comercio exterior, como un proyecto de Estado”. Un objetivo básico de Vargas fue superar la situación de dependencia, en que la “monocultura del café mantenía al Brasil, subordinándolo a los dictámenes de los intereses de Inglaterra y de los Estados Unidos”.

El último mandato de Vargas, que comenzó en 1950, estuvo teñido por la rebelión de una facción militar –conocida como el "Manifiesto de los Coroneles"- y el polémico aumento del salario mínimo en un 100 por ciento. En agosto de 1954 se desató una crisis política marcada por la violencia que lo llevó al suicidio.

Cuatro años después, en 1958, el “jogo bonito” obtuvo su primera Copa. Mientras el seleccionado dirigido por Vicente Feota disputaba el Mundial de Suecia, en Brasil gobernaba Juscelino Kubitschek, proveniente de Minas Gerais. Fue el creador del slogan político “50 años de progreso en 5 años de gobierno”.

Según Bandeira, aquel gobierno modificó la presencia fuerte que tenía la cultura de élite europeizante. Generó un proceso de “industrialización y urbanización acelerado”, para lo cual “consolidó la supremacía de la burguesía industrial” y rompió relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le exigía medidas de estancamiento.

Durante aquella gestión, y en alianza con el entonces presidente argentino Arturo Frondizi, se impulsó “la Operación Panamericana”. Coincidieron en que “la principal amenaza para la seguridad hemisférica era el subdesarrollo y no el comunismo. Esto llevó a la creación del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio”.

El seleccionado brasilero del ´58 tuvo entre sus filas a tres excepcionales delanteros: Mario Zagallo, Edson Arantes do Nascimento (Pelé) y Mane Garrincha, también llamado "la alegría del pueblo" o "el Chaplin del fútbol". Brasil apabulló en la final a Suecia por 5 a 2.

Aunque muchos lo recuerden como analfabeto y alcohólico, Garrincha fue el inspirador del famoso grito “¡Ole, ole!” cada vez que dejaba atrás a su marcador de turno, aún con desviaciones en la columna y la zurda varios centímetros más corta que la otra. Según el escritor uruguayo Eduardo Galeano, “tenía un talento intuitivo para todo”.

En el torneo de Chile 1962, Brasil obtuvo el Bicampeonato Mundial. En ese equipo, dirigido por Aymore Moreira, Pelé jugó un par de encuentros y no continuó por lesión. Quien brilló fue Garrincha. Los dos jugadores representan el más alto gusto futbolístico brasilero e internacional, pero fueron diametralmente distintos.

El periodista Cayetano Ros, del diario español El País, escribió en 2008: “No hubo un futbolista más amateur en su espíritu que Garrincha. Ni nadie más profesional que Pelé. Garrincha fue incorregible y se peleó con el establishment. Pelé llegó a ser el establishment”. Efectivamente, el llamado “Rey” del fútbol fue, décadas más tarde, el embajador del deporte en el Foro Económico Mundial de Davos, reducto de los más influyentes empresarios del planeta.

En el mismo artículo, Ros relata dos hechos ocurridos en aquel Chile ‘62, y que retratan a Garrincha y al espíritu que trasmite el fútbol brasilero: "Maestro, ¿hoy es la final?", le preguntó el jugador al seleccionador Moreira. Ante la afirmación del técnico, el delantero respondió con toda naturalidad: "Ah, con razón hay tanta gente", luego su equipo venció a Checoslovaquia por 3 a 1.

Tras el partido, Garrincha recibió la embestida de un reportero: "Por favor, dos palabras para este micrófono". El hombre al que aplaudía el mundo se detuvo y replicó: "¿Dos palabras? Adiós, micrófono".

En 1962 Brasil estaba bajo el mando de João Belchior Marques Goulart, conocido popularmente como Jango. Era heredero de un gran terrateniente y fue el vicepresidente de Juscelino Kubitschek y su sucesor, Jânio Quadros. Con la renuncia de este, Goulart asumió en 1961 la presidencia. Inicialmente mantuvo un régimen parlamentario, dos años después motorizó el retorno al presidencialismo.

Goulart fue destituido por un golpe militar apoyado por Estados Unidos en 1964. Murió en el exilio, víctima del Plan Cóndor en Argentina. Según relata la periodista Stella Calloni, los dictadores Jorge Rafael Videla y Ernesto Geisel prohibieron su autopsia.

En un artículo publicado en el diario La Jornada de México, Calloni reproduce un testimonio del ex agente uruguayo Mario Neira Barreiro, detenido en Brasil por robo, asociación ilícita y posesión ilegal de armas. Ante las cámaras dijo: “No me acuerdo si usamos Isordil, Adelpan o Nifodin. Conseguimos colocar un comprimido en los remedios importados de Francia. Goulart no podía ser examinado por 48 horas o esa sustancia sería detectada”.

Entre 1964 y 1985 Brasil sufrió la más prolongada interrupción del orden democrático de la República. El resto del Cono Sur también era azotado por golpes de Estado digitados desde Estados Unidos. Moniz Bandeira explica cómo fue esa dictadura: “El régimen autoritario (…) asentado sobre las Actas Institucionales coexistió con las instituciones democráticas, al contrario de lo que ocurrió en Chile o en Argentina. Los generales se legitimaron en el poder mediante una elección formal por el Congreso”.

El investigador agrega que la “violencia no alcanzó los niveles que en Chile, Argentina y Uruguay. Durante los 20 años de régimen militar (…) hasta 1985, no hubo mucho más de 400 muertos y desaparecidos”.

En este periodo emerge el equipo campeón de 1970. En ese mundial, disputado en México, el técnico Mario Zagallo se convirtió en el primero en coronarse como jugador - dos veces - y también como entrenador. Una de sus características fue el ubicar a talentosos jugadores en posiciones que no eran las habituales. Jairzinho, Tostão, Rivelino y Carlos Alberto, entre otros. El plantel llegó a tener a cinco futbolistas habituales número diez entre los titulares.

En los meses previos a la competición el entrenador fue João Saldanha, de reconocida militancia comunista. La dictadura militar brasilera no toleraba esa condición y se vivieron varias polémicas, una de ellas incluyó a Pelé. Saldanha declaró al periódico O Globo que el jugador sufría de miopía y una lesión en la cadera, y anunció que no lo convocaría para el torneo. El entrenador fue relevado de su puesto.

Finalmente Pelé fue parte del equipo, hizo uno de los cuatro goles que los verdeamarelos marcaron en la final contra Italia. Se convirtieron, país y jugador, en tricampeones. Ese seleccionado es recordado como uno de los mejores en la historia de los mundiales, ganó los 6 partidos que disputó en el torneo.

Desde la restauración democrática de 1985, y fundamentalmente durante la década de 1990, Brasil estuvo marcado por al afianzamiento del proyecto neoliberal. Fernando Collor de Mello fue su más claro representante.

Llegó a la presidencia en 1990, tras una amplia utilización propagandística de los medios de comunicación hegemónicos. Fue quien inició en su país la política de privatizaciones. Su mandato duró solo 2 años. Renunció en 1992 cuando, a partir de graves denuncias del esquema de corrupción que rodeó a su gobierno, fue investigado y señalado culpable por el Congreso.

Itamar Franco, su vicepresidente, lo sucedió en el cargo. El escenario fue de crisis económica e hiperinflación. Nombró al entonces Canciller, Fernando Henrique Cardoso, como ministro de Hacienda, y juntos lanzaron el programa económico Plan Real.

Ese fue el contexto del cuarto campeonato mundial de fútbol que ganó el seleccionado brasileño. Estados Unidos fue sede del torneo mientras gozaba del mayor nivel de influencia política en el territorio latinoamericano. Era tal la supremacía que ejercía, incluso a nivel mundial, que logró ser organizador de la mayor competición de un deporte que, quizás, nunca entendió.

El equipo de Brasil del ’94 fue dirigido por Carlos Alberto Parreira, actual técnico de Sudáfrica. En esa formación sobresalieron los goleadores Romario y Bebeto. También brilló quien hoy ocupa el banco de director técnico de su selección: el volante central Dunga.

El Mundial de Estados Unidos significó la recuperación del “jogo bonito”: se coronó tetra campeón después de 24 años. Supo desplegar su estilo aún cuando debió jugar sobre césped sintético, piso que el país de las hamburguesas dispuso para sus canchas.

En el partido final se repitió el enfrentamiento de 1970: Brasil e Italia. Luego de un empate sin goles, los sudamericanos ganaron la definición por penales.

Un año después, el ministro Cardoso se convirtió en el nuevo presidente brasilero. Con formación en la sociología, el flamante mandatario fue reconocido internacionalmente por su labor académica. Su principal aporte había sido "Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica", publicado en 1969 junto con Enzo Faletto. Se trata de un texto de gran relevancia para la perspectiva crítica dentro de las ciencias sociales latinoamericanas.

A pesar de semejantes pergaminos, su gobierno se caracterizó por la continuidad política y económica del rumbo neoliberal. Renovó su presidencia en 1998, tras la reforma constitucional que habilitó la reelección. Por entonces Luiz Inácio Lula da Silva aparecía como figura del movimiento político opositor. En 2002 Lula se presentó por tercera vez como candidato y llegó a la presidencia de la mano del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). Actualmente cursa su segundo mandato.

En aquel año, Corea del Sur y Japón fueron los países sede del Mundial de Fútbol. La selección brasileña obtuvo allí su quinta coronación, esta vez de la mano del técnico Luiz Felipe Scolari.

Algunos de los nombres que integraron aquel equipo fueron Cafú, Edmílson, Roberto Carlos, Ronaldinho, Ronaldo y Rivaldo. En la final vencieron al seleccionado de Alemania por 2 goles contra 0.

Cuando el equipo dio la vuelta olímpica, aún Cardoso era el presidente. Ese año Brasil tuvo festejos por partida doble: el pueblo futbolero coreó los goles de sus ídolos; y el pueblo trabajador celebró el triunfo político de Lula, un obrero metalúrgico.


APM, 18 – 06 – 10

La Quinta Pata

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