Rodrigo Farías
La revocación del expediente Thomas-Pura de Arrabal por la Corte Suprema de Justicia hace de este 15 de junio un día histórico. Resulta difícil expresar la magnitud política, histórica y social que abre este fallo unánime y caer en la cuenta que esta generación está presenciando el hundimiento de los monopolios comunicacionales, una de las instituciones más poderosas y totales creadas en el seno del neoliberalismo; algo que resultaba impensable, sino imposible, hace tan sólo algunos años.
El precedente que sienta el fallo no es menor, disciplina una actitud que estaban asumiendo las derechas de contar con la complicidad de jueces operadores de sus intereses en desmedro del propio sistema democrático. Derechas impedidas hoy, a fuerza de conciencia histórica, de recurrir a su tradicional recurso del Golpe.
Luego de esto, es esperable que el Grupo Clarín y similares continúen con un mayor ímpetu haciendo lo que vienen dictaminando sus salvajes querencias en los últimos tiempos: sembrar el caos, fomentar la anarquía, propagar el odio y la sinrazón en la sociedad y en el arco opositor. Coherente con lo anterior, es que el diputado Thomas, sin siquiera abrevar las negativas consecuencias que recaerían sobre él mismo, haya desplegado un accionar jurídico tan pulsional y carente de fundamento contra la Ley de Medios; que Carrió de manera aberrante pronostique día por medio a cuatro voces, por veinte canales y retransmitido el doble de las veces, una explosión social. El debate por la ley de medios no ha resistido eufemismos.
Todo esto es histórico. Será que los procesos corren más rápido que las ideas. Será que el movimiento al que estamos asistiendo supera las fronteras y la cronología a corto plazo a la que nos habían acostumbrado. La semana pasada fue solicitada en Venezuela la orden de captura por fraude del magnate de los medios privados de aquel país. Aquí mismo pende de un hilo el desenlace de la causa, que tiene casi diez años, contra la dueña de Clarín por presunta apropiación ilegal de hijos de desaparecidos. ¿Alguien recuerda acaso, luego de décadas de impunidad, que se intente juzgar por algún delito a alguien poderoso?
Tomar el matutino hoy, por supuesto nunca Clarín, y leer que en los últimos años se ha triplicado la cobertura previsional, que hay más niños en las escuelas, siembra alguna esperanza en el espíritu pos-apocalíptico. Aún así queda mucho por remar, por luchar y militar. Deberá prestársele suma atención a la batalla que comienza ahora por el proceso de desinversión de los poderes fácticos.
Río de Palabras, 17 – 06 – 10
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