domingo, 11 de julio de 2010

Crónica de otra muerte anunciada en una historia pasional y de intriga en la política de derecha en Guatemala*

Alfredo Saavedra

El 10 de mayo de este año, el abogado Rodrigo Rosenberg Marzano, tras bañarse y ponerse ropa deportiva, salió a eso de las 8 de la mañana de su apartamento en un elegante edificio de la exclusiva residencial zona 14 de la ciudad de Guatemala. Por medio de terceros había contratado unos matones, los contactó esa mañana por teléfono dándoles las señas de cómo iba vestido el individuo al que tendrían que liquidar. Eran las señas de su propia indumentaria.

Llevaba una pantaloneta azul, playera azul, calcetines blancos, zapatos blancos y gafas de sol. Al salir del edificio saludó al portero, subió a su bicicleta y se fue, pasando por All American Logistics, S. A., frente a unas palmeras jóvenes y cámaras de seguridad. Enfiló hacia el este, cruzó una calle y se sentó en la grama, a 300 metros de su apartamento, a la orilla de la Avenida de las Américas. Momentos después pasó un automóvil desde el que hicieron varios disparos con arma de fuego. Llevaba audífonos y escuchaba música cuando lo alcanzaron cinco proyectiles nueve milímetros, tres en la cabeza, uno en el cuello y uno en el pecho.

Rosenberg había recibido disparos desde atrás, a la derecha. Sólo el primer proyectil, como si la víctima todavía se hubiese enfrentado a sus asesinos, le dio en la cara.

Rosenberg Marzano yacía con el brazo derecho doblado, de espaldas a la Avenida de las Américas con la bicicleta a sus pies, eran las 8:10 horas. Su cuerpo olía a agua de colonia. Un asesinato de los miles que ocurren en Guatemala cada año desde una década y media antes de la guerra civil. Solo el dos por ciento de los crímenes, a veces tres, son resueltos cada vez. La policía, como siempre, llegó bulliciosamente y recolectó los casquillos, tomó fotografías y se llevó el cadáver para practicar la autopsia.

Rodrigo Rosenberg Marzano, de 49 años, profesor, abogado y político, previamente había grabado un vídeo acusando al gobierno del presidente Álvaro Colom, de su supuesto asesinato, en una intriga política que en el desarrollo de los acontecimientos parece la trama de una telenovela. Como esa acusación tuvo una trascendencia publicitaria sin antecedentes, el presidente guatemalteco al apresurarse a negar la acusación, ordenó de inmediato abrir una exhaustiva investigación del suceso.
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En el funeral, el lunes 11, se distribuyeron copias del vídeo, grabado con la asistencia del investigador privado y comerciante en ropa fina para hombres Luis Mendizábal y el político de derecha Mario David García, excandidato a la presidencia por un partido anticomunista responsable de contribuir a la represión en Guatemala, que dejó durante veinte años de guerra civil un cuarto de millón de muertos. Ambos personajes comprometidos en consecutivas conspiraciones.

Tres horas después del funeral, los canales de televisión locales suspendieron sus programas regulares para transmitir el vídeo desarrollado así: Rosenberg, con camisa blanca, traje oscuro, frente a un lienzo azul dijo: Mi nombre es Rodrigo Rosenberg, y si usted está viendo este mensaje es porque desafortunadamente me asesinaron.

Sus asesinos, dijo Rosenberg en un micrófono rojo, habrían sido el presidente de la república, Álvaro Colom, su esposa, Sandra Torres de Colom, así como su secretario privado, Gustavo Alejos, y otros.

Yo era - dijo Rosenberg con voz firme - un guatemalteco de 49 años. Tenía cuatro hijos divinos. Tenía el mejor hermano que uno se pueda imaginar. Tenía amigos fabulosos. Y el deseo incontenible de vivir en mi país. Este legado lo dejo por si algo me sucede.
Y lamentablemente sucedió.

En 18 minutos y 16 segundos explicó Rosenberg por qué el presidente de la república y sus colaboradores lo habrían asesinado. Porque él –dijo - Rodrigo Rosenberg, habría sabido demasiado sobre los bastardos, cobardes, corruptos y asesinos de este gobierno.

Álvaro Colom, socialdemócrata, presidente de la república desde hacía 16 meses, despreciado por los más ricos, querido por los más pobres, convocó a sus ministros y dijo: Lo que dice el señor Rosenberg no tiene sentido. Yo no soy ningún asesino ni ningún traficante. Sólo muerto me sacan de mi oficina. Eso último lo dijo el Colom ante la efervescencia que en su contra se estaba creando, pues la caída del gobierno parecía lo fundamental en el objetivo del suceso. El presidente Colom pidió a la Comisión de las Naciones Unidas contra la Impunidad en Guatemala aclarar el caso inmediatamente y aceptó gustoso la ayuda del FBI.

Como si Rosenberg al urdir su forma de morir hubiese hecho arreglos con los conspiradores Mendizábal y García, se produjo una reacción de repudio al supuesto asesinato dentro de sectores clase media de la sociedad guatemalteca y en particular de los partidos de derecha enfrentados al gobierno de Álvaro Colom. Estudiantes de las universidades privadas encabezaron una concentración en la plaza central, que se caracterizó por la presencia de gente bien vestida que llegó en automóviles último modelo, según lo reportaría la prensa local. En Facebook y Twitter, los opositores de Colom exigían el derrocamiento del gobierno, se recolectaron firmas, 30,000, la Cámara de Comercio llamó a una huelga general. Pero Colom cubrió la fachada del palacio nacional con un enorme cartel que decía: “En la Guatemala que poseemos vive el 51 por ciento en pobreza, 60 por ciento en el área rural, 23 por ciento son analfabetas, 50 por ciento de los niños menores de cinco años sufren de desnutrición crónica”.

El gobierno, por su parte, hizo llevar en camiones campesinos a la capital que se unieron a gente de los arrabales que apoya a Colom, quien con su esposa impulsa programas de desarrollo, que le han ganado la simpatía entre los estamentos pobres de la población, que forman mayoría en un país endémicamente paupérrimo y castigado por la violencia política y de la delincuencia común.

El Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, preocupado por la paz en Centroamérica, envió a su secretario general a Guatemala, quien se entrevistó con el presidente Colom y elogió su promesa de hacer frente a la acusación de Rosenberg.

Rodrigo Rosenberg, recién casado en 1985 con su primera esposa Rosa María Paiz Toriello, de una notable familia burguesa guatemalteca, viajó a Cambridge, Inglaterra, a especializarse en maestría en derecho internacional y derecho comparado. Rosa María dio a luz a un hijo. Rosenberg, lo suficientemente ambicioso, viajó a Harvard, Massachusetts, Estados Unidos, y obtuvo otro título. Pero entonces la madre, la italiana Rosa María Marzano, de una adinerada familia vinculada a la industria manufacturera, lo llamó a casa. Rosenberg obedeció y fundó un bufete con otros abogados, especializados en Derecho Empresarial. Equipó su oficina con maderas tropicales y las más modernas computadoras, y colgó sus títulos, Cambridge y Harvard, junto al retrato de su madre. En 1989 tuvo una hija.

Después, la universidad privada Rafael Landívar lo nombró catedrático. Rosenberg llegó en su auto deportivo con las bocinas de audio encendidas, escribió su nombre en la pizarra y habló con los estudiantes: “Y solo una palabra más a las damas de este salón. No se hagan ilusiones. Estoy casado.”

Pero Rosa María, decepcionada de su matrimonio, amaba a otro desde mucho tiempo atrás. Se divorció en 1997.

En el desempeño de su profesión con énfasis de servicio a la oligarquía criolla, Rosenberg se enroló en la política y consolidó relación con personajes de la derecha activa en su afán de lograr posiciones de importancia. No obstante que como abogado de la burguesía y profesor de la católica universidad, para estudiantes ricos, ya había acumulado un prestigio con buenos dividendos.

Rosenberg, uno de los abogados más exitosos del país, entonces vicedecano de una facultad de derecho, presidente del consejo de la cámara de comercio de Guatemala, tras el divorcio de Rosa María, se casó con Alejandra Margarita de Angoitia Noriega, de largo cabello negro, hermana del director adjunto de Televisa, el mayor grupo de medios mexicanos. De esta unión nacieron dos hijos. Pero no tardó ese matrimonio y tras la separación, la bella Alejandra Margarita viajó hacia México para una residencia temporal en ese país, dejándole los niños a Rodrigo.

Por entonces el abogado Rosenberg estableció amistad con la familia de Khalil Musa, un libanés que había llegado a Guatemala décadas antes y se había hecho rico en las industrias del café y los textiles. De esa forma conoció a Marjorie, hija de Khalil, una bella mujer de 43 años, casada y con dos pequeños hijos. Fue un amor a primera vista. Rosenberg estaba en trámites de divorcio de su segunda esposa y era un hombre considerado irresistible por las mujeres y que aunque con una calvicie incipiente era un individuo muy atractivo y además muy elegante.

Con la coincidencia de vivir en el mismo edificio, nació una relación amorosa clandestina cuando a propósito se reunían los dos al llevar a sus hijos a la parada cercana del bus escolar. Rodrigo aunque con dos matrimonios en su récord se enamoró con locura de Marjorie y al parecer era correspondido de igual manera, según se desprende de los textos en sus móviles durante la corta pero tórrida existencia que tuvo ese romance. Un mensaje de principios del año pasado decía: Buenas noches, mi princesita divina. Eres la más hermosa, la más dulce y la mujer más sensual sobre la tierra. Agradezco a Dios por esta bendición. Tú no sabes cómo se siente acariciarte. Tú no sabes que cada caricia me acerca más a ti. Te amo te amo te amo te amo. Mi vida es un cuento de hadas. Te agradezco, mi princesita divina. Buenas noches, mi Marjorie Rosenberg. Te adoro, mi amor. Tu príncipe por siempre. PS: Te amo, mi amor, cada día más. Sos mi vida entera. Te amo, querida. Te amo te amo te amo.

El padre de Marjorie por su riqueza y posición social llegó a la cúpula de la influencia en sectores vinculados al poder y de esa manera su nombre figuró en la nómina para presidir la junta directiva del Banco de Desarrollo Rural, la mejor institución bancaria del país con capital mixto del gobierno y del cooperativismo, pero con prestigio entre bambalinas de ser fuente de corrupción. Se presume que ante la eventualidad de que Musa llegara a ocupar el destacado cargo y poner las cosas en orden, hubo turbios intereses en tratar de impedirlo.

El 14 de abril de 2009, un martes al mediodía, el señor Musa, acompañado de su hija Marjorie, conducía su automóvil por una transitada avenida en el sur de la ciudad, cuando al esperar la vía en una luz roja de semáforo, hombres armados de ametralladoras les dispararon. Padre e hija murieron en ese lugar. La policía llegó junto con las ambulancias para iniciar una investigación que hasta la fecha prosigue.

Rosenberg había llamado a su amada, como lo hacía casi cada mañana. La invitó a cenar. Marjorie le contestó afirmativamente y le dijo que llevaría puesta la blusa que le regaló un día antes. Su último mensaje de texto lo envió Rosenberg a las 10:30 horas: Te extraño tanto, mi princesita divina. Y te amo. Te necesito más que nunca, mi amor. Te adoro. Tu príncipe por siempre y para siempre. Oh, amor de mi vida.

Rodrigo supo de inmediato la noticia, que pocos minutos después del atentado ya era difundida por la radio. Desesperado llegó hasta el escenario del crimen para ver por última vez a la amada. Tenía puesta la blusa para esa noche de la cena que ya jamás tuvo lugar.

A partir de ese día el abogado Rosenberg ya no tuvo descanso en denunciar el suceso como otro crimen del gobierno. Entró en un estado depresivo que lo llevó a la determinación del suicidio, pero apelando en su conciencia a la mejor forma de hacer de esa determinación un acto de venganza para con los que consideraba responsables del asesinato de Marjorie.

El hecho se reviste de incógnitas. En principio por qué los “amigos” que contribuyeron a la realización del vídeo no disuadieron a Rosenberg de tomar tan extrema decisión y aconsejarle otra forma de venganza si ese era uno de los fines de tan fatal destino. El comerciante y turbio investigador Mendizábal así como el controversial Mario David García, deberían haber discernido entre el sentido común de evitar la muerte del camarada y la intención fallida al final de derrocar al gobierno. Además, los amigos de Rosenberg que contrataron por él a los sicarios, por qué no indagaron más sobre el asunto.

También surge la interrogante del porqué Rosenberg pasó por alto el hecho de que al elegir el lugar de su muerte, olvidó o no se le ocurrió pensar en la existencia de cámaras de seguridad en los edificios circundantes. Eso dio la clave para la captura de los asesinos, quienes fueron plenamente identificados gracias a las videograbaciones de esas cámaras. De esa forma al producirse su captura, estos confesaron con detalle quién y para qué los habían contratado.

De esa manera quedó aclarado uno de los más extraños casos en la historia del crimen, en un hecho que absolvió de toda sospecha al presidente de Guatemala y sus allegados y de alguna manera hizo inútil el propósito de Rodrigo Rosenberg, que con su muerte solo conseguiría terminar con la angustia por la pérdida de la mujer amada.

* Nota basada en un reportaje de la revista ZeitOnline, de Alemania.


La Quinta Pata, 11 – 07 – 10

La Quinta Pata

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Muy mala sangre los primos de la ex del Lic. Rosenberg, pues como creen que pueden disponer de la vida de los demás, jamas imaginaron que estaban ayudando a Rosenberg a quitarse la vida él mismo...

Anónimo dijo...

Rodrigo Rosenberg queria ser asesinado, empezo por un crimen por dinero y termino con un crimen pasional. La muerte de su Marjorie es la causante de su desgracia, sin querer el la mando a matar.

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