Julio Rudman
El gobernador de mi provincia sigue dándome letra. Así que las quejas, por favor, solicito dirigirlas al 4° Piso de la Casa de Gobierno, Barrio Cívico, Mendoza, a nombre del contador Celso Jaque.
Hago una enumeración, no taxativa, de sus gestos prototípicos. Saludó a un prócer muerto en el siglo XIX, deseándole éxitos en la prosecución de su obra. Le pagó un cachet de $350.000 al grupo musical Los Fabulosos Cadillacs. Restringió el reparto gratuito de preservativos a los jóvenes, en los picnics del 21 de setiembre y en recitales, so pretexto de que los usaban "para hacer globitos". Anda chocho promoviendo que nuestra cordillera se transforme en queso gruyère, supuestamente, para favorecer el desarrollo minero...de las empresas mineras.
Es justo reconocer que la oposición no se la hace fácil. Está tratando de re-estatizar Obras Sanitarias Mendoza y, todavía, las aguas bajan turbias. Eso le pasa porque, como decía mi vieja, "el que se acuesta con chicos amanece mojado". Los chicos Vila y Manzano le mojaron la gestión.
Como si todo esto no fuera suficiente, ahora da luz verde a sus funcionarios para no cumplir una ley. Así es. El contador va a hacer confeccionar una lista de todos aquellos empleados del Estado provincial que, por razones de "objeción de conciencia", se nieguen a casar homosexuales. Doble metida de pata. En primer lugar, las leyes están para ser cumplidas y si no te la bancás, tenés que renunciar y quedarte a tomar matecito con las vecinas. Es diurético y se conocen historias interesantes. En segundo lugar, si se confecciona la lista, estás legalizando el escrache, esa maravillosa creación de protesta cívica, creada por H.I.J.O.S., para contarle a la sociedad que un genocida vive entre nosotros.
Es imperioso aclarar a los sufridos lectores que la ley promulgada en estos días, no contempla la objeción de conciencia en su articulado.
Si, finalmente, la iniciativa prospera, le voy a pedir al primer mandatario provincial que me excluya de pagar la tarifa de la luz, porque mi conciencia me objeta alimentar las ganancias de una empresa privada. Que me permita pasar los semáforos en rojo, porque mi conciencia considera que la fluidez del tránsito es más natural. Que me permita ocupar un inmueble cualquiera, porque estoy en contra de la propiedad privada. Y otras ridiculeces por el estilo.
Como trato de ser lo menos escatológico que puedo (y puedo poco, en verdad) tengo que decir que, una vez más, el gobernador ha orinado hacia el exterior del recipiente. O sea.
La Quinta Pata, 23 – 07 – 10
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