domingo, 11 de julio de 2010

Las amenazas del oscurantismo religioso

Ramón Ábalo

Las embestidas del oscurantismo religioso contra políticas institucionales, o estatales, que pretenden legislar para preservar la seguridad física y psíquica de las mujeres, en un mundo que exige superar esquemas del pasado, como son el aborto, o el matrimonio entre personas del mismo sexo, coloca nuevamente la problemática en altos decibeles de enfrentamientos en lo general de la Nación y en particular en nuestra provincia. No nos puede asombrar si nos retrotraemos a una historia que deviene del fondo mismo de la historia de la humanidad. Desde siempre la religión institucionalizada, como la católica y su derivados, a partir de Cristo, es decir hace algo más de dos mil años, se inmiscuyó en los negocios terrenales de los seres humanos no obstante ser paradigma de una institución que tiene sus pilares en doctrinas abstractas que hablan del paraíso y del infierno, no detectables por el sentido común de la mayoría de los seres.

El cristianismo fue perseguido por los representantes de los entonces estados desarrollados de aquella época - y también por instituciones menores - pero con el transcurrir del tiempo multiplicó sus esfuerzos para mantener su voz y su discurso, precursor de las reivindicaciones fundamentales de los todavía miles de millones de pobres y excluidos del mundo. Imponer una visión colectiva de una deidad única y salvadora lo fue también por la fe, una política de conmover las conciencias asentada en la necesidad de creer en algo poderoso y propio que le permita sobrellevar los dolores, las humillaciones y las extremas necesidades de todo tipo. Sin dificultad tuvo la certeza que eso del Dios todopoderoso en el cielo, era imperioso - de imperio - inculcar, pero con el aditamento de un poder terrenal visible, objetivo y palpable. Fueron los sacerdotes, seguramente, como aquellos que Cristo había echado del templo por mercenarios, los que hicieron el viraje, y el enemigo principal - hablamos del catolicismo - ya no fue el Estado perseguidor, como aquel del imperio romano. El cristianismo primitivo dejó las catacumbas y las persecuciones y las cambió por un presente y futuro de esplendor bajo el paraguas de las conquistas y las rapiñas del imperio dueño del mundo entonces conocido.

No en vano la institución es hoy la poderosa Iglesia católica apostólica y romana, constituida en regenta del cielo y de la tierra, como dice una de sus oraciones, que son rezadas con fervor por los necesitados y los extraviados en las sinuosidades de la existencia cotidiana. Constituida en un cuasi imperio universal, impone sus visiones de un dios apocalíptico que caerá con todo su poder sobre aquellos que no le rindan pleitesía.

Los argentinos estamos en la cuerda floja en esta coyuntura histórica en que las mayorías nacionales y populares estamos recibiendo parte - una mínima parte - de lo que por derecho, como simples seres humanos, nos corresponde. El Estado nacional, en función de asegurar la gobernabilidad, que no quiere que se repita aquello del 2001 y el 2002, que le "costó la cabeza" a más de un presidente, varios ministros, senadores, diputados y funcionarios V.I.P., ha implementado decisiones políticas dirigidas a solucionar viejas protuberancias que afectan fundamentalmente al cuerpo social, al de los humildes y humillados: jubilaciones, trabajo, escolaridad, salud. En fin, esa dignidad negada desde siempre por un pasado que tiene nombre y apellido; imperialismo, la banca internacional y sus tentáculos el FMI, Banco Mundial, el consenso de Washington, el G8.

En la Argentina de los últimos tres años, esas conquistas han puesto en escena a los verdaderos enemigos del pueblo, y la Iglesia Católica es la encargada de santificar - como lo fue siempre - a eses enemigos. Pero algo más, es aliada sin pudor de los enemigos de la estabilidad institucional, de la democracia, al derecho de los pueblos a decidir su propio destino con libertad, igualdad y justicia social.

Sus discursos - escuchar al obispo Bergoglio, no más - y sus movilizaciones exhuman en el imaginario colectivo tiempos pretéritos de oscuridad, plomo y muerte. Por ahora son simples amenazas.

La Quinta Pata, 11 – 07 – 10

La Quinta Pata

2 comentarios :

Rodolfo Plata dijo...

Benedicto XVI, pontífice del oscurantismo religioso, llena los altares de santos y vacía las Iglesias de fieles, evidenciando que la doctrina y discurso de la Iglesia estan fuera de época y de cultura: http://www.scribd.com/doc/42618497/Imperativos-Que-Jutifican-y-Exigen-Urgentemente-Un-Nuevo-Enfoque-Del-Critianismo-A-Efecto-De-Actualizarlo-Renovarlo-Y-Enfrentar-Con-Exito-La-Crisis-De-La

Anónimo dijo...

PARECE UN CENTRO DE REHABILITACION EN PERU LLAMADO BETHEL

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