Hugo De Marinis
Admitamos: a los Grondona, Majul, Lanata, Ruiz Guiñazú, etc., hay que contraponerles una versión progresista de la realidad. O, más que eso, despanzurrarles sus razones centro-derechosas o fachas, sus deshonestidades, dobleces y felonías, aunque más no sea para que no se la lleven tanto de arriba.
También hay que reconocer que ser oficialista es duro, en especial cuando antes se ha sido una fiera denunciante, independiente e incorruptible y hoy, por fin, se logran entender – enmendando errores pretéritos – las amenazas de la vernácula hegemonía herida a lo que se ha logrado desde 2003 a la fecha por pueblo y gobierno.
Este entendimiento maduro conduce a los panelistas muy justamente a largar las buenas ondas que hacen falta y por supuesto a que ciertas ambigüedades propias (en algunos casos, hedores) se pasen por alto.
Aquí viene el tema de los límites y unos pares de preguntitas: ¿Cuánto estoy dispuesto a pasar por alto? ¿Hasta qué nivel de hedores puedo soportar? ¿Cualquier crítica al gobierno es funcional a la derecha? Que Walmart, el campeón neoliberal de los contratos basura en el mundo entero tenga un chivo en 6, 7, 8 ¿es coherente con la línea del programa? ¿Esta multinacional – que aquicito nomás en Córdoba – raja sin miramientos a los trabajadores (sin ir más lejos, a Luciano Álvarez el viernes pasado) que desean sindicalizarse? ¿Que obra de connubio, aquí, en la China y en Canadá, con policías locales para moler a patadas a laburantes díscolos?
¿No sería ético que los admirados panelistas se nieguen a recitar tan deplorable chivo? ¿O que los organizados compañeros seguidores del programa que tan bien le ha hecho a nuestra tele les sugieran a los panelistas que con Walmart se dejen de joder?
La Quinta Pata, 18 – 07 – 10
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