sábado, 3 de julio de 2010

Tres mujeres de ultraderecha en EE.UU. al borde de un ataque de rematada locura

Alfredo Saavedra

La señora Sarah Palin, exgobernadora de Alaska y excandidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano, hizo erigir recientemente en su casa de Wasilla una cerca de 4 metros de altura, para evitar ser espiada por su nuevo vecino, el periodista Joe McGinnis, quien prepara una biografía no autorizada sobre la mencionada dama. La decisión de la señora Palin agrega otro elemento a su carrera política matizada de no pocas excentricidades y que en este caso le sirve en bandeja al vecino fisgón, otro motivo más para que aderece su libro con una sabrosa ensalada de curiosidades en la vida de la derechista mujer.

Es un trío de mujeres radicales que encabeza la señora Palin, dos de ellas más conspicuas que la tercera, en popularizado conjunto muy activo preparándose para las elecciones presidenciales de la poderosa nación en el año 2012. Las otras dos mujeres de esa tríada son la flaca Ann Coulter, una furibunda conservadora y la comediante Victoria Jackson, que busca un puesto en la tarima política del partido en ebullición denominado Tea Party (Partido del Té), una vanguardia de renegados republicanos que está cobrando auge sobre todo por su testaruda oposición a las iniciativas del presidente Obama.

Respecto de su nuevo vecino, el escritor McGinnis, un experto en periodismo de investigación, la exgobernadora Palin declaró que: “Conociendo su cáustico estilo, no es de esperar nada bueno del trabajo que realiza fisgoneando en mi casa.” Y preguntó: “¿Qué espera obtener espiando al cuarto de mi hija, viendo lo que se hace en la cocina o mirando hacia la piscina?”. La señora Palin, durante la campaña presidencial del 2008, fue objeto de chanzas en la televisión, debido a la sucesión de graciosos disparates que soltó al hablar para la prensa, en particular para las entrevistas de la punzante Katie Couric, de los noticieros de la ABC.

Sin embargo la Palin ha tenido una legión de simpatizantes que a lo mejor ven en sus excentricidades las cualidades indispensables para gobernar a los Estados Unidos, en justificación de la sentencia de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Con el arrastre que tiene la presunta candidata, no es remoto que logre su anhelo de llegar a la primera magistratura de esa nación y si ya en el pasado reciente hubo en el presidente Bush un gobernante con iguales atributos, no es de dudar que el electorado de derecha vote con entusiasmo por la extravagante mujer. A lo mejor la señora Palin tiene como principal atractivo su estilo oratorio de ama de casa gruñona. Porque además con la voz destemplada con la que grita en forma desaforada en la tribuna, más parece que estuviera estrangulando a alguien en un acceso de enajenación mental.
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Por su parte Ann Coulter, una radical derechista, si no fuera por su extremado furor reaccionario podría tener cuando menos el atractivo erótico que esconde con la obsesión fascistoide que le ha robado la belleza que pudo haber tenido si le hubiera favorecido la cordura. Es una rubia clásica, de piernas largas aspirando a competir con las de la gloriosa diva Marlene Dietrich, pero la cara de amargura que tiene casi siempre le echa a perder el rostro bonito desfigurado por sus gestos de mujer perversa y loca. Si algún día llegara a la presidencia de los Estados Unidos, posibilidad que no se descarta, se convertiría en la versión femenina de un nuevo Hitler.

Esta Ann Coulter es en realidad odiosa, y a lo mejor eso será una cualidad en la derecha paleolítica de los Estados Unidos. Los que creen en la reencarnación piensan que en esta mujer mora el alma del nefasto Joseph McCarthy, quien con su fobia anticomunista destruyó las carreras de intelectuales y artistas durante la Inquisición de los años 50s. Llegó a Canadá el año pasado para hablar de sus despropósitos ideológicos. Sólo tuvo mediano éxito en Vancouver, donde pudo hablar luego de su fracaso en la Universidad de Ottawa, donde estudiantes consecuentes con el concepto científico de la política rechazaron su presencia. El repudio que le impidió en esa ocasión exponer sus diatribas le causó un ataque de nervios y al huir de la capital canadiense dijo tener la impresión de que se fraguaba un atentado en su contra. Como sea, de agudizarse la fobia ultraderechista de la Ann Coulter, si es cierto que es encarnación de McCarthy, puede ser que tenga el mismo destino del maquiavélico senador, es decir terminar en un asilo para enfermos mentales.

Con menor protagonismo que el de la Palin y la Coulter, pero buscándolo con más ambición en la política que el que pobremente le dio las televisión, está la comediante Victoria Jackson, quien fue más o menos conocida en el mundo del espectáculo por el papel de mentecata que tuvo en el show “Saturday night live” en rol que todo parece indicar sigue desempeñando en la vida real.

Incrustada en el ya mencionado Tea Party, la Jackson, que no es la hermana del finado Michael, en una reciente demostración en contra de Obama, en Washington, tocando un ukulele cantó con su estilo de boba una tonada con el título de “Hay un comunista en la Casa Blanca”. Esta Victoria Jackson, tras su caracterización de tonta en el mencionado show, entrevistada en presentaciones formales resultó que no era por actuación que parecía torpe sino que es su natural modo de ser.

Asidua a las concentraciones del Tea Party, no faltó a las efectuadas contra el proyecto de salud impulsado por el presidente Obama, con lo que se puede apreciar que la posición de esta mujer es tan obtusa que ni aún por el favor que le haría esa política, cede en beneficio de su salud mental, que tanto la necesita.


La Quinta Pata, 03 – 07 – 10

La Quinta Pata

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