Emilio Marín
La defensa de los derechos humanos debe ser global. Importan mucho los juicios por las violaciones a esos derechos cometidas en la dictadura. Pero también los delitos actuales, como la desaparición de Julio López.
Al jefe de gabinete no se puede menos que comprenderlo cuando en su comparencia en Diputados fue hostigado por el "Grupo A"; dos bancadas se retiraron en señal de protesta (Coalición Cívica y Proyecto Sur). En la exposición, que el funcionario hacía porque es su obligación legal, defendía las posturas del oficialismo en materia de seguridad. Dijo que en cuanto a homicidios, un delito que sí o sí se denuncia, la tasa local es mucho más baja que en otros países de la región. Desde ya, esa marca no significa que aquí se viva en el mejor de los mundos ni que un solo homicidio no duela terriblemente en el círculo familiar y social de la víctima.
La derecha de afuera y de adentro del gobierno (Daniel Scioli está allí, al menos todavía) agita alguna muerte producida en una salidera bancaria. Muchos argentinos, en cambio, sin minimizar eso, recuerdan más dramas como el de Jorge Julio López.
López, ex militante de la JP Regionales, fue secuestrado en 1976, cuando Ramón Camps regenteaba la policía bonaerense y su mano derecha era el comisario Miguel Etchecolatz. Aquel hombre joven sobrevivió a las torturas y a la cárcel; en 2006, venciendo sus temores propios y familiares, fue el testigo central contra Etchecolatz y el cura represor Christian von Wernich.
La historia es conocida, pero vale la pena refrescarla en pocas palabras. El 18 de setiembre de 2006, día de los alegatos de la querella contra aquellos personajes, el albañil López desapareció. De allí que algunos organismos de derechos humanos lo calificaran de "desaparecido 30.001". La expresión no gustó nada a Néstor Kirchner porque podía dar a entender que este continuaba la violación de esos derechos. Pero aclarada esa duda, efectivamente López fue el desaparecido 30.001. Es una forma de decir, claro, porque en los años de democracia hubo otros asesinados antes que él, como el adolescente Walter Bulacio, y desaparecidos como el estudiante platense Miguel Bru.
Leer todo el artículoEn relación a López, la actuación del kirchnerismo fue lamentable. En particular la de Aníbal Fernández, que era entonces ministro del Interior. En los primeros días de la búsqueda dijo que quizás López estaba tomando mate con alguna tía. Se perdieron así horas preciosas para la investigación de la desaparición forzada, que tampoco fue la carátula inicial pues el juez eligió una mucho más light: "averiguación de paradero".
Las condenas a Etchecolatz y Von Wernich mostraron la fuerza de la democracia y de una justicia lentificada que aún en puntas de pie y con tres décadas de demora llegaba a la cita. Pero no hay que hacerse el distraído: la desaparición del testigo fue un acto de fuerza de los represores, incluso de los que están detenidos. Fue una señal de que están dispuestos a vender muy caro su derrota política y judicial. Y lo que es peor, hay un resultado concreto: esa desaparición quedó impune. A cuatro años, la causa López no registra avance ninguno. El único progreso es que miles de argentinos lo recordaron ayer con marchas en Buenos Aires y La Plata.
"Viva el cáncer"
El gobierno hizo una primera demostración de fuerza, en el sentido de contar apoyo de sectores juveniles, al concretar el martes 14 el acto público en el Luna Park. Un estadio repleto y sobre todo muy entusiasta aplaudió a rabiar a Cristina Fernández, quien reemplazó a su esposo, a 72 horas del problema de salud que provocó su internación.
En ese escenario se profundizó un fenómeno que viene de al menos los últimos dos años: el kirchnerismo viene aglutinando a una nueva militancia social y política. Esta tendencia explica el aval explícito que la presidenta dio días atrás a la importante movilización protagonizada por los estudiantes secundarios de la Capital Federal.
El Frente para la Victoria ha detectado ese mayor interés y aceptación política que tiene entre segmentos juveniles, de obvia importancia a la hora de agitar e influir en el desenlace de los debates políticos más generales. Cristina y Néstor Kirchner, más la primera que el segundo, están motivando que nuevas camadas se sumen a la actividad política. Esto explica que personajes como el ex menemista Jorge Asís debiera admitir que Kirchner está más cerca del 40 por ciento que algún candidato opositor del 30.
Pero no es solo una cuestión de porcentajes electorales. Es ante todo un dato político: el kirchnerismo está reclutando una joven guardia, de la que carecen sus adversarios. ¿Cuántos jóvenes están dispuestos a militar con algún compromiso serio al lado de Mauricio Macri, Julio Cobos o Eduardo Duhalde? Elisa Carrió a lo sumo pudo poner en cancha un "sub-45" dirigencial que se cuenta con los dedos de las dos manos...
Esa parada en el clásico escenario del boxeo de tiempos de Tito Lectoure permitió calibrar mejor cuál era el grado de enfermedad que padecía Kirchner. Lo objetivo es que a tres días de la internación, el hombre estaba nuevamente en cancha, o al menos sentado en el banco de suplentes. Sus enemigos, en cambio, lo daban otra vez por muerto.
Mariano Grondona escribió el jueves 16 en Gaceta Ganadera: "a las dictaduras autodefinidas como interminables las alcanza tarde o temprano un dato insoslayable: que hasta los hombres autodefinidos como providenciales son, también, física o políticamente ´mortales´". En estos conceptos se alaba la enfermedad del adversario, en la línea histórica de "viva el cáncer" con que el gorilismo festejaba la enfermedad terminal de Eva Perón.
Pero también se desliza en ese artículo la imputación al gobierno de ser una dictadura. ¿Estará preparando Grondona las condiciones para que el "Grupo A" no participe de las elecciones de 2011 al prejuzgar que va a perder y que serán organizadas por una "democradura"?
En ese mismo pasquín, Joaquín Morales Solá tituló el lunes: "Comienza a dibujarse la finitud kirchnerista". Según el periodista complicado en la justificación de la apropiación de Papel Prensa por Clarín, "el peronismo siempre aspirará a destinos más luminosos de poder que los que presagian esos quebrantos políticos y corporales".
Buen presupuesto, si lo votan
Como si fuera un rito sagrado con el que hay que cumplir al filo de la primavera de cada año, el PEN presentó en la fecha prevista el proyecto de Presupuesto Nacional 2011.
Amado Boudou fue el encargado de dar a conocer los números gruesos de la iniciativa, que entusiasmaron a los legisladores del FPV y sus aliados en la Cámara Baja, y encresparon a los que se sienten en bancas opositoras.
Los primeros, en línea con el proyecto, encomiaron el aumento de las partidas para infraestructura, educación, Asignación Universal por Hijo y otros destinos sociales.
Los segundos atacaron con las objeciones de otros años: que la inflación será muy superior al 8-9 por ciento previsto, que el aumento del PBI será mayor al diagnosticado y el oficialismo apunta más bajo para disponer de las sumas que realmente se recauden (la cifran en 70.000 millones de pesos anuales).
Algunos opositores ya han adelantado a los medios que si el oficialismo insiste con estos números "dibujados", le bajarán el pulgar. Si así ocurre se podría tratar de una nueva piedra en el camino del gobierno, o como gusta decir a la jefa de Estado, un nuevo "palo en la rueda".
Si el debate se empantana y no hay resultados favorables, quizás el Ejecutivo busque seguir trabajando con una prórroga del presupuesto 2010.
La presidenta parece haber tomado como bandera de su presupuesto a la partida destinada a Educación y Cultura (6.296 millones de pesos, 173 por ciento más que en el ejercicio actual). Ella ha subrayado que en 2011 las universidades públicas nacionales recibirán 13.257 millones de pesos. Y este hincapié en lo educativo se redondea con la propaganda de que Argentina destinará al rubro el 6,47 por ciento del PBI. La performance fue elogiada en el reciente Encuentro Iberoamericano de Educación realizado en Buenos Aires.
Por eso, en una valoración rápida y sin haber husmeado en todos los números del proyecto presupuestario, se puede calificarlo de positivo con límites. Uno de los aspectos negativos lo enunció el viernes Martín Sabbatella en la Universidad Nacional de Córdoba en diálogo con el periodista Edgardo Mocca: se prevé más ingresos por IVA que por impuesto a las ganancias.
Otro dislate, que el diputado de Nuevo Encuentro no va a mencionar porque comparte la estrategia oficialista, es que Boudou elogió la decisión presidencial de pagar más deuda externa con divisas del Banco Central. Como se recordará, en lo que va del año se han destinado a tal fin 5.000 millones de dólares. Para el próximo año serán 7.502 millones de dólares, que al cambio actual suponen unos 30.000 millones de pesos.
Esa cifra es exactamente la que el gobierno admitió que costaría pagar el 82 por ciento móvil a los jubilados. La pregunta de cajón es: ¿por qué tanto dinero para los acreedores externos en una deuda externa sospechada de ilegítima y en cambio tanta negativa a honrar la deuda social con los abuelos argentinos?
La Arena, 19 – 09 – 10
La Quinta Pata
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