Matías Perdomo Larrea
“La ley de medios es para todos, también para los monopolios” expresa la nueva consigna de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, el colectivo social formado en 2004 que sintetizara en 21 puntos el espíritu de la ansiada norma para regular el ámbito de lo audiovisual en nuestro país. El mensaje será manifestado por miles de personas que marcharán el martes 28 de setiembre por Tribunales Federales, en la ciudad de Buenos Aires, ante la inminente resolución de la Corte Suprema de Justicia del recurso de amparo solicitado por Clarín sobre el artículo 161, que impone un año de plazo para adecuarse a la nueva ley.
Mientras, se observan los primeros efectos positivos de la aplicación de la denominada ley de medios. Clave es recordar que durante años la comunicación audiovisual fue desarrollada por los monopolios bajo un estricto criterio de interés comercial. La omnipotencia del mercado, premisa tan mentada como obsoleta del liberalismo económico, nos gobernó casi por completo en esta materia. Por eso es vital revalorizar que la nueva ley le devuelva al Estado, es decir, a la política sobre los intereses económicos particulares, la potestad de regular la comunicación audiovisual bajo un criterio de interés público.
El reordenamiento de la grilla de canales en el cable es un ejemplo de la aplicación de este criterio. Acostumbrados por mucho tiempo a determinar el orden de los canales según sus propios intereses, a partir del próximo 1 de octubre, los cableoperadores deberán ajustarse a la resolución de la Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), que establece que las primeras señales de la grilla corresponden a los canales de TV destinados a la difusión de noticias; seguidamente, deberán priorizar a las señales de aire y, tras ellas, a las señales públicas.
Con reciente presentación, el canal infantil Paka-Paka, marcará el camino en la reconfiguración de los valores que se transmiten a nuestros pibes. Pensada como señal que aporte a la educación y la cultura de los más pequeños, contrarrestará el penoso maltrato propinado hacia los más chicos en los últimos tiempos, situación que llegó a límites extremos cuando inescrupulosos productores de contenidos lucraban colocando en su pantalla a niños bailando (trabajando) en horario de protección al menor.
La nueva ley se respira en el ambiente a pesar de su lenta aplicación y es esperable que a partir de las últimas resoluciones adoptadas por la AFSCA, esta frescura primaveral se potencie. La sociedad parece ir convenciéndose de los beneficios que acarrea este proceso desmonopolizador, lógicos en cualquier acto democratizador. Nuevas voces se incorporan a la disputa discursiva y Todo Negativo no parece ser la dominante sensación.
Río de Palabras 30, 23 – 09 – 10
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