Marcos Meloni
Mendoza y sus diarios. En la edición anterior fue nuestra provincia, sus canales y sus autodenominados periodistas de la "polémica". Hoy nos convoca nuevamente la polémica, pero no de la que hablan nuestros burdos presentadores, sino la que se genera a partir de los comentarios volcados, compartidos en las ediciones on line de los medios gráficos locales más vendidos. Tanto Los Andes como Uno ostentan una gran cantidad de comentarios por nota pero, pequeño detalle, no todas las publicaciones o "noticias" están habilitadas para expresar el punto de vista del lector interactivo. Si pensamos en aquellas que sí están abiertas para plasmar reflexiones de la libre expresión y reflexión, podemos llegar a sorprendernos de muy mala manera. Lo que más choca es el criterio previo que posee el llamado “administrador” de lo comentado, que naturalmente recibe órdenes de un editor responsable y coherente con los intereses de los distintos jefes a los que responden y dobla la cabeza. Aunque sabemos lo peor, a veces esperamos que las voces aparezcan, tomen forma y se vean. Las pantallas de todos los cibernautas que se “informan” se tiñen de un condimento más que saturado de impunidad, de falta de responsabilidad y respeto en muchos casos.
En los comentarios se pueden encontrar letras con balas, alambres de púas, repugnancia entre otros atributos. Aunque el eje, no parece, ES la fobia a los pobres en todas sus variedades. Pero no es el único. El gobierno nacional no se queda exento. Aunque parezca descabellado todo se resuelve en un axioma bastante sencillo. Más evidente imposible. Mientras más ofendidos se sientan los monopolistas más utilizan los recursos que tengan a mano, hasta los más sucios y mentirosos. El claro ejemplo es la falsa ilusión de que nuestras palabras van a formar parte de la opinión de esos espacios destinados a la contaminación de la información, ni pensar la comunicación.
Frente a esta farsa mediática, entre otras peores, nos exponemos de manera engañosa a una manipulación de manera muy estratégica a lo que debería ser la opinión pública, ese producto que tanto ambicionan los grandes holdings que luchan por sus intereses a corto plazo, carentes de solidaridad humana conocida. De cuántas maneras más van a representar lo que no son. Esperamos que uno de estos días alguien de estas empresas se digne a decir seguimos intereses meramente económicos y junto a eso el poder y la gloria, y de paso si quieren que digan Malvinas volveremos para darle un cierre con encanto y nostalgia por los tiempos donde la moda por demás impuesta era la bota.
Río de Palabras 29, 09 – 09 – 10
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