Alfredo Saavedra
El presidente de los Estados Unidos de forma personal disuadió al estrafalario pastor protestante Terry Jones, de su intención de hacer una hoguera con textos del libro sagrado de los musulmanes El Corán, el 11 de septiembre, en la conmemoración del día del ataque a las torres gemelas del Centro Internacional de Comercio, en Manhattan, Nueva York, hace 9 años.
La acción del reverendo Jones, quien pastorea en Gainesville, Florida, la Iglesia Centro Mundial del Espíritu Santo, se proponía repudiar las sagradas escrituras del Islam, por considerar ese libro, según lo declaró, “inspirado por el Diablo”. Sin embargo, la coincidencia de hacer dicha quema el día en que se cumpliría un año más de la memorable destrucción de las mencionadas torres, en hecho atribuido a comandos originarios de Egipto y Arabia Saudita, se interpretaría como repudio a los hechores e instigadores de ese ataque que mató unas 4 mil personas, incluyendo gente de origen hispano.
Aunque el ataque ha sido atribuido en forma específica al grupo terrorista islámico Al Qaeda, cuyo líder Osama Bin Laden negó participación en ese hecho la tarde de ese suceso el año 2001, corrieron versiones poco acreditadas de que el atentado había tenido otro origen, incluyendo la especulación de que había sido el presidente Bush el interesado en crear una situación de esas proporciones para justificar la intervención armada de los Estados Unidos en países del mundo árabe no afines a su gobierno.
Como haya sido, la intención de quemar los ejemplares del Corán, levantó una ola de atención en la opinión pública de Estados Unidos y otras partes del mundo, durante la semana pasada, siendo el punto central de la noticia en los grandes medios, que han creado en torno del evangelista Jones una figura de importancia en el acontecimiento internacional. Aunque fue el general Petraus, comandante de las fuerzas de ocupación en Afganistán, quien tocó las campanas de alarma, al advertir que la consumación de la intención del pastor Jones, pondría en peligro a sus soldados, esa preocupación fue secundada por el gobierno estadounidense al considerar que además comprometía la seguridad de sus ciudadanos desperdigados en todos los países de la región musulmana.
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