Por Vicente Zito Lema
Si las manos de la abuela no tuvieran
esa mala enfermedad que las tiembla
por cierto cumpliría las reglas de su oficio
y haría un buen pan que tendría las formas
del rostro de Salvador
lo comeríamos en silencio cuando anochece
y así quedaría en nosotros mucha de la fuerza
del compañero asesinado
Tampoco cuesta imaginar que si la muerte al abuelo
no lo hubiera buscado
podaría sabiamente las ramas de la viña
para que otra vez su vino fuera una fiesta
lo pondría sobre la mesa
larga y de madera perfumada que resiste todo
como la patria de Salvador
la luna brillaría sobre la tierra
y el aire del patio sería el espeso aire
de las minas de cobre
por las que también luchaba
el compañero asesinado
El resto de nosotros no tiene buen oficio
las mujeres aman y sueñan
socorridas por la esperanza
arreglan la casa
o trabajan en inútiles oficinas
mi padre a su vez tiene los ojos azules
día a día más ausentes
y carga y descarga ese viejo revólver de
cowboy que nunca usó
Qué pueden ofrendar entonces
al compañero asesinado
más que una nueva tristeza o un brindis
de duelo en una vieja historia
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