Juan Pablo Rojas
La resistencia a la hegemonía de los poderes fácticos del gobierno de Cristina Fernández, a través de ciertas medidas, y los ajetreados pergaminos de Néstor Kirchner generaron la adhesión de pequeños grupos que hasta ese momento bollaban entre proyectos con escaso poder de aplicación y grandes dificultades de concreción.
Este conjunto de actores que manifestó su apego al kirchnerismo a partir de la 125 y continuó amigándose con el oficialismo con la aplicación de iniciativas provenientes del campo popular se fue robusteciendo. Pasó de ser una pequeña fracción consolidada a un agregado de dimensiones relevantes que crece al mismo tiempo que sus chances de inclinar los comicios de 2011. En esto tiene su lugar la ineptitud de la oposición para conformar una alternativa seria.
El proceso de ensanchamiento es importante, aunque tiene sus costos, la esencia parece haber ido diluyéndose lo cual produce temblores en la aguja de la brújula. Esta apreciación no tiene que ver con una mirada esencialista de la cosa, sino más bien, es una mirada sobre la conducta de aquellos que tuvieron la valentía de quemar las naves apenas olieron tierra firme y que hoy el proceso los encuentra en un segundo plano, un tanto apabullados por el arribo de fracciones que traen consigo una historia hecha a poncho y facón.
La retracción de estos sectores incipientes, es una expresión poco favorable para la renovación del terreno político, que seguramente tiene vinculación con la mirada desencantada o con un recorte defectuoso de la lucha que requiere la disputa por el poder, pero en definitiva un obstáculo para la irrupción de un nuevo modelo de sociedad.
El camino hacia la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sirve para demostrar esa parábola. La efervescencia y el entusiasmo que despertó la lucha por su sanción, se empezó a difuminar apenas se concretó; contrariamente, las corporaciones mantuvieron sus posiciones, asumieron la derrota de una batalla, pero no abandonaron la guerra. Mientras tanto, de este lado, el prado se va poblando tímidamente, de flores con colores y aromas que animan desconfianza.
Pero la reclusión y la inacción no son gestos de adhesión sino de abandono. Este aquí y este ahora reclaman voluntad y presencia en el terreno práctico, es allí donde deben embarrarse los que creen que hay una realidad diferente que espera, es en la disputa por los espacios de poder donde debe haber presencia y arresto. Un nuevo modelo comunicacional no se hace con mejores contenidos o antenas más altas, se construye con voluntad e intervención. Esta ley, después de 20 años de elaboración, se hizo posible por la voluntad política y es en este campo donde se la debe sostener y sustentar.
Río de Palabras 32, 21 – 10 – 10
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