El funcionario Martín García – Presidente de la Agencia Télam – dijo en un reportaje publicado en el diario La Nación: “Soy primero militante, después periodista".
Las expresiones de García dieron nuevamente pie a la oposición partidaria y mediática para continuar con un nuevo capítulo en la ofensiva contra la política de medios que lleva adelante el gobierno nacional.
Es en este escenario que se pretende instalar una falacia sostenida en una impoluta objetividad necesaria para el desenvolvimiento de la tarea periodística.
“Informar con objetividad”, “partidismo y propaganda electoral versus libertad de expresión y pluralidad informativa”, son expresiones vertidas por la diputada. Nociones estas que – consideramos – requieren un fuerte trabajo que esclarezca los bordes conceptuales y sus alcances. No es la intención de estas líneas ingresar en las profundidades de la disciplina que las alberga, pero sí está en nuestro ánimo interrogarnos acerca de algunas cuestiones que hacen a la construcción de lo humano de este mundo.
Nada mejor que la palabra cría para nombrar a los recién llegados a este mundo. Esta noción remite a la idea que indica que los sujetos somos construidos y nos construimos en relación siempre a otro humano y a la cultura que nos recibe. Al decir de Octave Manonni, la naturaleza es muda. No es porque en ella habite el silencio, sino porque en sí misma, no puede producir humanidad.
Nuestra biología es insuficiente para dar paso a un sujeto y es – en primera instancia – de la mano de los adultos que reciben al cachorro humano y por su intermedio, en el nido de la cultura que lo abriga, que los sentidos que se comparten lo bañarán, inscribiéndolo en un mundo que – al momento de su llegada – ya está hecho. Será tarea de la cría apropiarse de esos sentidos, resignificarlos y relanzarlos de modo novedoso al mundo que recibió su existencia.
En este sentido, podemos decir entonces, que lo que conocemos como realidad está hecho de un entrecruzamiento entre el registro simbólico y el imaginario, comprendiéndose así que aquella es una construcción humana y – como tal – social, histórica y contingente.
¿Qué ves cuando me ves? Jorge Lanata, en su programa DDT expresó que “Me importa un pomo el bicentenario… es como una fiesta obligada, no se entiende bien qué es… me dediqué a ver las caras de la gente que estaba ahí, es increíble ver la cara de la gente sintiendo nada, que está ahí de compromiso absoluto…por guita, porque le dijeron que lo echaban del laburo, por lo que fuera… porque lo arrearon, pero que está muerta, ahí”
Alfredo Leuco profetizó el sábado 22 de mayo en su columna de Perfil que “El Bicentenario, en lugar de convertirse en un símbolo de unidad y cohesión nacional, va a expresar como nunca desde 1983 la fractura expuesta de una sociedad envenenada por el odio”.
Joaquín Morales Solá señalaba en el diario La Nación, singularidades del acto al que él sí concurrió, que en el fondo marcaban donde estaba su corazoncito: “El otro acto fue el de la reapertura del Teatro Colón, donde convivieron amablemente peronistas, radicales, socialistas y la centroderecha de PRO. Más allá de las personas que allí expresaban esas ideas, es probable que en ese estilo, civilizado y pacífico, se esté incubando el futuro no tan lejano de la Argentina.”
Pepe Eliaschev por su parte, una vez finalizados los festejos de los 200 años de la Revolución de Mayo, cavilaba: "Nadie entiende por qué, ni para qué tamaño desbarajuste, pero por todas partes un patrioterismo banderillero y desfachatado pretende justificar el desorden, como si esta gestualidad callejera tan desaforada fuese equivalente a la exaltación de nobles ideas nacionales."
Al mismo tiempo, Fito Páez – que sí estuvo allí – con la sonrisa de oreja a oreja y el corazón hecho mariposa technicolor, le dijo a los dos millones que estaban sintiendo nada, a los envenenados por el odio, a los que estaban en un acto de estilo bárbaro y belicoso, a los portadores de un patrioterismo banderillero y desfachatado de gestualidad callejera y desaforada: “Gracias Buenos Aires, ni un sólo incidente, una maravilla”.
Un mismo acontecimiento fue visto e interpretado de dos modos diferentes. Los periodistas reputados, independientes, referentes mediáticos, describieron un escenario. Fito Páez y los millones que estaban allí registraban una vivencia divergente al relato de la corporación.
Ellos y NosotrosAhora bien, de este lado estamos nosotros, los destinatarios de toda la información que ellos hacen circular por el éter, el papel y las pantallas.
Nosotros, que estamos siendo atiborrados por las palabras que eligen proferir, al mismo tiempo que somos desnutridos por las que eligen silenciar.
Por eso mismo, a nosotros nos queda la responsabilidad de proclamar una narrativa que brinde las herramientas para construir con heroísmo el mundo en el que queremos dejar nuestra huella. Porque nuestro mundo tendrá la dimensión de nuestros relatos. Y en esta labor – contrariamente a ellos – no estamos solos.
Nosotros sabemos que multiplicar ha sido, es y será nuestra tarea.
La Quinta Pata, 28 – 11 – 10
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