domingo, 28 de noviembre de 2010

La obscenidad en aeropuertos de USA, en la monarquía inglesa y en nuestra lengua

Alfredo Saavedra

Como un asalto sexual califica un editorial de la prensa inglesa el procedimiento de registro a los viajeros en los Estados Unidos, que junto a otras medidas de escrutinio físico han causado el repudio del público que, la semana pasada, por efecto del mayor movimiento de pasajeros con motivo de las festividades del Día de Acción de Gracias, estalló en protestas a través de los medios de comunicación.

Un hombre que fue sometido a ese registro en el aeropuerto de Tacoma, Seattle, dio la alarma a principios de la semana, cuando dijo que un oficial a cargo del procedimiento le había estrujado los testículos para comprobar que no llevara un explosivo entre sus genitales. La descripción del ofendido resultó más que obscena, pues dijo que el oficial demoró tocándole el pene y el escroto, en lo que consideró llevar muy lejos la medida.

En el caso de las mujeres se considera que es un abuso el manoseo que se les hace de sus partes íntimas, que incluye manipulación de los pechos, que para el caso mejor sería que se les practicara un mamograma in situ para que la auscultación tuviera un beneficio médico. Aunque son agentes del género femenino quienes tienen a su cargo ese registro, el exceso implícito es el que ha causado indignación en los viajeros.

Esa medida se agrega al llamado escaneo físico que consiste en hacer una radiografía corporal que aunque no define la identidad del sujeto, lo expone a radiación, cuyos efectos se encuentran en debate, pero que además se estima, según denuncias, a que los oficiales a cargo del procedimiento eventualmente puedan hacer mal uso de las tomas efectuadas.

Los oficiales encargados de la revisión mediante el llamado “pat-down” o sea un procedimiento semejante al que en idioma español es conocido como cacheo, usan guantes profilácticos, más para cuidar de su salud que la de los viajeros, pero eso no impide que la manipulación se convierta en un abuso. Las autoridades tendrán que cuidar que los agentes a cargo de ese registro no sean depravados para que ese examen no se convierta en un acto de perversión.
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Mientras tanto el presidente Obama ha condonado esa medida, asegurando que se hace en defensa de la seguridad nacional, pero también de la seguridad de los viajeros. En entrevista el viernes, le dijo a la periodista Bárbara Walters, que en tanto no se encuentre un procedimiento menos o no invasivo, será mejor continuar con esa medida que lamentar un atentado terrorista en el que puedan perecer cientos de personas.

Mientras tanto, del otro lado del Atlántico la atención del público fue acaparada por el anuncio del compromiso matrimonial del príncipe William con la plebeya Kate Moddleton, acontecimiento que hace una continuidad sin solución de una monarquía que perpetúa el parasitismo de una familia que vive de forma regalada a expensas de un estado anacrónico.

Ese suceso, el del compromiso matrimonial, ha tenido repercusiones en todo el territorio que constituye el denominado reino y que además de numerosos puntos en todo el globo incluye a Canadá, donde los medios de comunicación emplearon gran parte de sus espacios en noticiar el acontecimiento, publicando inmensidad de fotografías de la pareja por casarse.

En Londres se ha levantado un escándalo relacionado con esa noticia, luego de que el obispo de Willesden, Peter Broadbent, de la Iglesia de Inglaterra, criticó la alharaca de la prensa en el anuncio mencionado y dijo que la familia real “eran unos vividores, corruptos y sexistas”. El obispo dijo que en la llamada realeza prevalece en los varones la tendencia al mariposeo y que poca importancia dan al matrimonio.

En ese sentido puso como ejemplo el caso del príncipe Carlos, a quien llamó “orejotas” y la princesa Diana, a quien se refirió como la “muñeca de porcelana” vaticinando para el príncipe William y su prometida, un matrimonio de poca duración como el fracasado entre la madre del príncipe heredero y su padre, ahora casado en nuevas nupcias con la divorciada Camila, con la que tuvo un romance antes de la suntuosa boda con la pobre Diana, que terminó en forma trágica su existencia.

El obispo Broadbent dijo de la familia real que eran unos “superficiales” que “le costaban un ojo de la cara” a los contribuyentes. El prelado, quien se define como un republicano a quien le viene flojo la monarquía, tuvo que presentar una disculpa pública por sus comentarios, tal vez presionado ante el hecho de que la reina Elizabeth, la matrona del regio clan, es la suprema gobernadora de la Iglesia de Inglaterra, a quien el obispo le debe pleitesía, incluyendo a la dinastía, conforme a la ley, según lo citado por la prensa.

Respecto a lo del galanteo en la corte inglesa, el mordaz escritor español José de Villalonga dijo, hace unos años en uno de sus comentarios, que el príncipe Felipe, consorte de Isabel II, gustaba de “tocarle las nalgas” a las doncellas de palacio, sin que la reina se inmutara por ello, “a lo mejor –decía el cáustico comentarista – haciendo la vista gorda en tanto no dejara de tocarle las nalgas a ella”.

Por último, recordamos que en estos días se reunirían varios capítulos de la Real Academia de la Lengua, para discutir importantes cambios en el idioma español. Fundamentalmente para decidir aspectos sobre ortografía, en particular uno referente al uso de los acentos gráficos. Ha habido una moción que propone la supresión de la tilde, como en el idioma inglés, donde no existe. Pero no se puede asumir que todo el mundo en la cultura del idioma español conoce el énfasis del acento prosódico y en ese sentido podrían sonar muy mal palabras como vehículo, obstáculo, el sacrosanto tabernáculo y no digamos la referente a las extremidades del pulpo: tentáculos, que se convertiría en una verdadera obscenidad.

La Quinta Pata, 28 – 11 – 10

La Quinta Pata

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