domingo, 19 de diciembre de 2010

Jaque entre minería, petróleo y agua

Ramón Ábalo

Una mescolanza de temas críticos a resolver perentoriamente le esperan al gobierno de Jaque inmediatamente que alboree el nuevo año y tiene que ver con los recursos para hacer obras y apaciguar las exigencias de los estatales que lo tienen a mal traer desde hace meses. La cuestión no es tan dramática en cuanto le sea posible una ingeniería financiera en sectores que aparecen positivos, de lograrlos, para conjurar dolores de cabeza y nubarrones políticos que lo acechan en el umbral de las elecciones.

En petróleo tiene que lograr lo que ya tiene planeado. Los contratos de concesión están vigentes pero apunta a que los saldos de las regalías se engorden con un par de puntos más, y ello lo intentará con un simple decreto para sortear las contras de la oposición, exigiendo que la decisión se trate en la Legislatura.

En cuanto a minería, con un proyecto en puerta cual es el llamado San Jorge, un emprendimiento que es el más caliente de todos, porque se tiene que adecuar a la ley nacional que pone algunas trabas, pero mucho más fuertes desde los sectores ecologistas, que no quieren saber nada de nada en cuanto se habla de esta materia.

Y claro, el gran argumento oficial es el de las inversiones, fuentes laborales, desarrollo económico y diversificación de la producción. No es poca cosa, lo que no significa que las arcas del Estado se vayan a multiplicar en la tenencia de dólares o de humildes pesos, como lo imaginan los Jaques y Cía. Porque cuando se habla de inversiones, se habla fundamentalmente de inversiones del capital extranjero, y de esto los argentinos tenemos dolorosas experiencias, como lo son, precisamente en los rubros petróleo y minería, en manos del capital extranjero, y como lo es, en gran parte, la mega producción. Sin volver muy atrás la mirada crítica, la vitivinicultura – la moneda fuerte mendocina – está explotada en no menos de un 80 por ciento por capitales extranjeros. Nativos son emprendimientos de pocas hectáreas de viñas y una que otra bodeguita, tanto que desde estos lugares se expande un tipo de producción vitícola como en los caldos con denominaciones "patero", "casero" o "artesanal", denominaciones que dicen a las claras de la modestia de sus productores.

Inversiones para qué
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Aquel estado de bienestar del primer peronismo lo fue gracias a sus políticas nacionales y sociales. Nacionalizó la banca y el comercio exterior, avanzó sobre la producción del petróleo y el gas, enfrentó con fuerza a la oligarquía de la pampa húmeda, antinacional y pegada a los faldones del imperialismo inglés. Perón sabía bien de lo que había que hacer para dotar de bienestar a los sectores más humildes, los siempre explotados del pueblo argentino. En aquellos tiempos lo dijo claramente:

Un frigorífico inglés se instaló en nuestro país en 1905. Trajo como masa de inversión un millón de libras esterlinas...Cuando hubo instalado su maquinaria y sus locales, pidió al Banco Nación un crédito que fue sucesivamente aumentando hasta la suma de 100 millones. De manera que sobre 100 millones de pesos, el capital extranjero radicado era sólo el 10% y el 90% provenía del crédito local. Ahora bien, el primer servicio remesado a Londres tuvo una utilidad del 10%. Vale decir que, con su primera remesa financiera, repatrió el capital radicado y durante los 50 años siguientes, nos descapitalizó a 10 millones por año, en total 500 millones. Este era el proceso común seguido por todas las empresas inversoras y que explican, simple y objetiva, la razón por la cual era indispensable a la economía argentina realizar cuanto antes la recuperación para evitar la progresiva descapitalización. Otro típico y más constante ejemplo surge de los ferrocarriles ingleses, que fueron fundados, trazados y extendidos por empresas argentinas, y que en pleno período de desarrollo y expansión, resignaron su manejo ante las imposiciones del capital extranjero y sus apoyos nativos. Este proceso combinado de deterioro de las economías nacionales continúa en forma imperturbable: pérdidas de resortes que conforman la soberanía y absorción del capital acumulado con el esfuerzo nacional.

Con respecto a los ferrocarriles, el mismo Roca criticó duramente a su cuñado Juárez Celman, entonces presidente de la nación, porque fue el impulsor de la privatización de los ferrocarriles. La vocación entreguista y cipaya de las denominadas clases dirigentes viene desde el fondo de nuestra historia, y cada tanto, como ahora, se auto-recicla con fulgurantes oropeles.

En ninguna parte del mundo ni en ningún momento histórico la inversión extranjera fue un bálsamo para los pueblos respectivos.

Y en el rubro del agua, el gobierno ha tenido que hacerse cargo de la especulación de la empresa privada que tuvo la concesión del agua potable. En los años en que succionó a los usuarios no invirtió un solo peso, lo que provoca situaciones críticas – y hasta de angustia – a amplios sectores de la población, incrementadas las peripecias por el faltante provocado por las pocas nevadas en el invierno, por un lado, y la paulatina desaparición de las llamadas nieves eternas o glaciares.

Y en este rubro, ya en manos del estado nuevamente, cobra gran relieve la poca decisión política de ese estado en sacar la plata necesaria para el cumplimiento puntilloso de gobernar, de los bolsillos de aquellos que más tienen. Aquí tiene plena vigencia la llamada tasa 0, por lo cual a las empresas no se les cobra una parte de ciertos impuestos a la renta. Por lo tanto, por dar un ejemplo irritante, las grandes bodegas como Chandón (francesa), no pagan ni un mango, lo mismo Pescarmona, empresa multinacional, y cientos más. La minería apenas si desembolsa como canon sobre la producción un 1,5 por ciento, y remesa a sus metrópolis miles de millones de dólares anuales, al igual que la telefónica y las petroleras, aquellas canadienses y estas españolas.

Volviendo al agua, gran parte se escurre en el uso súper masivo en los countries, piletas de natación, hoteles, mansiones, bodegas, metalurgia, y pagan el mismo canon que cualquier hijo de vecino, como somos los de la Calle Larga y la Media Luna, y que este verano nos tenemos que resignar con un lavado o higienización con saliva, como los gatos, porque tampoco en las acequias corre el líquido vivificante. Aquellas acequias cantarinas de la Mendoza de antaño, ni señales. Menos los pesos necesarios en las arcas del Estado para desparramarlos en bien de la comunidad. Y algo peor en este rubro del agua: si la minería se expande, entonces sí que aquella metáfora gatuna será una dramática realidad. Y entonces, ¿inversiones para qué?

La Quinta Pata, 19 – 12 – 10

La Quinta Pata

1 comentario :

Anastasia Silva dijo...

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