domingo, 19 de diciembre de 2010

Típicos vaivenes del kirchnerismo, con la oposición anclada en el Club de París

Emilio Marín

Por la represión en Villa Soldati y los acuerdos con el gobierno de Macri, se podría afirmar que Cristina Fernández siguió girando a la derecha. Pero la aparición de Nilda Garré en un nuevo ministerio implica lo opuesto.

Los gravísimos incidentes en el Parque Indoamericano donde murieron tres personas – en principio por balas policiales – profundizaron un sesgo conservador y hasta policíaco en el gobierno de Cristina Fernández.

Es que en primera instancia había coincidido con la solución represiva del gobierno de Mauricio Macri, quien nunca pensó en otra cosa que en desalojar policialmente a los miles de okupas.

El primer día del desalojo, cuando se produjeron dos muertes, la Policía Federal – en la órbita del ministerio de Justicia – reprimió con igual saña feroz que la macrista Policía Metropolitana.

La Gendarmería aún está analizando la pertenencia o no de las balas homicidas a las escopetas 12.7 milímetros usados por los azules. Los trascendidos de la fiscalía de Sandro Abraldes indican que esa es la principal pista en cuanto a la muerte de esas primeras dos víctimas.

Ante el impacto negativo que tuvo en el país tal represión, y en base a sus convicciones democráticas, la presidenta de la Nación dio un paso atrás. Se diferenció de lo actuado por Macri, a quien acusó de querer incorporar a la Argentina al club de países xenófobos. Y se negó a enviar a la Federal para reprimir por segunda vez a los ocupantes del Indoamericano, que habían vuelto al lugar y eran muchísimos. Una encuesta realizada por el Ministerio de Desarrollo Social arrojó que había en ese lugar 5.866 personas, pero con su grupo familiar eran 13.333.
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Había que tener una mentalidad muy neonazi, como la del jefe de gobierno de la Ciudad, y muy cerrada a la realidad, para aferrarse al esquema represivo y paranoico de suponer que esa multitud estaba operada por narcos extranjeros.

Cristina, que es una mujer inteligente, decidió dar ese paso atrás. Abrió una negociación política con el macrismo y los ocupantes afectados por el crónico déficit de viviendas.

Y en simultáneo tomó medidas importantes sobre las fuerzas de seguridad, creando un nuevo ministerio a cargo de Nilda Garré. La designación tuvo un claro mensaje de que se piensa atacar el esquema represivo y corrupto que ha campeado en la Federal y otras fuerzas de seguridad.

Por el perfil de la ministra, siempre asociado por la derecha a los sectores radicalizados del peronismo de los ´70, se nota que el gobierno nacional quiso indicar a los cuadros policiales que "se acabó la joda". Se supone que ahora sí los civiles y la democracia mandarán en el viejo edificio de calle Moreno, escenario de tantas tropelías contra los derechos humanos.

Menos bigotes
Garré desembarca en Seguridad con su equipo de colaboradores de Defensa con un agregado interesante, Cristina Caamaño, ex fiscal del caso Mariano Ferreyra. El resto viene de años de trabajo conjunto en el piso 11 de Defensa.

Los dinosaurios de la Federal y los oficiales del mismo signo ideológico en la Prefectura y Gendarmería (la Policía de Seguridad Aeroportuaria es más democrática tras el paso de Marcelo Saín), tuvieron preocupación por el volantazo dado por la presidenta. Estaban muy cómodos con la jefatura del comisario Néstor Valleca, de antecedentes represivos pese a los cuales fue designado por Néstor Kirchner en 2004.

Y en política, esos comisarios, prefectos y comandantes de Gendarmería se sentían protegidos por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, verdadero mandamás en el anterior esquema gubernamental.

Fernández no solo avalaba lo actuado por Valleca sino que juraba que la Policía Federal era un modelo de fuerza democrática. Esa opinión no se sostenía por ningún lado. Gustavo Vera, de la Cooperativa La Alameda, insistió en el programa de TV de Nelson Castro, que la PFA fue denunciada por su entidad debido al cobro de coimas para permitir el funcionamiento de talleres clandestinos donde se explota el trabajo esclavo. Los pagos ilegales también garantizan el esquema de prostíbulos y juego clandestino.

El cronista le cree al casi ignoto Vera y no al mediático jefe de Gabinete, que hizo una incursión por "678" donde el panel híper kirchnerista lo mimó, sin repreguntarle sobre el papel de la Federal en la represión de Villa Soldati. Luciano Galende y los suyos, a pura sonrisa con el invitado, ni siquiera le preguntaron sobre lo que era obvio: la jefa de Estado había recortado su poder en el gabinete. No le interrogaron sobre la salida de dos funcionarios "suyos", como el secretario de Seguridad, Sergio Lorusso, y el subsecretario de Seguridad de Espectáculos Deportivos, Pablo Paladino. A posteriori cayó una tercera pieza, Héctor Masquelet, cesante en la Secretaría de Justicia. El señor de los bigotes quedó debilitado en el gabinete nacional.

En ese programa de la televisión pública tampoco se le pidieron precisiones sobre el pacto con Macri para el desalojo del parque. Ese compromiso tiene un sesgo antipopular pues plantea castigar a quienes ocupan terrenos públicos o privados. Rodeado de ministros del PEN y del macrismo, Fernández puntualizó que "todo aquel que usurpe no tendrá derecho a formar parte de un plan de vivienda ni de ningún plan social de ninguna característica. Esto es una decisión para todo el país, ya que son acciones cuestionadas y criticadas por nosotros". El G-6 de la UIA y las grandes cámaras empresarias salió a defender políticamente ese acuerdo entre la jefa de Estado y el PRO.

La realidad muestra que si una parte de la población necesitada no se movilizaba, no habría habido siquiera estos anuncios. ¿Y la quieren castigar por eso? ¿Alguien sensato cree que así se impedirán nuevas tomas de tierras? Para ello habría que desactivar "la bomba social", atendiendo a la problemática de la vivienda, en vez de poner en la calle a miles de policías y gendarmes.

Anclado en París
Lo del gobierno kirchnerista fue negativo en lo actuado al principio y al final de la crisis por la toma del Parque del sur de la capital. Y en forma contradictoria con esa represión y el acuerdo con Macri, estuvo el positivo nombramiento de Garré, quien de un solo saque descabezó la cúpula federal y mandó a retiro a 13 comisarios generales y mayores.

Ahora se abre un nuevo debate político, con implicancias en la elección presidencial de 2011. ¿Qué seguridad se privilegiará? ¿La de quienes viven en countries y dicen que Argentina es peor que Colombia (los más operados por Clarín llevan la comparación a Bagdad), o la seguridad de los argentinos de a pie?

La distinción es muy necesaria, porque con la agitación de la inseguridad han medrado no sólo chantas como el seudo ingeniero Juan Carlos Blumberg sino también lo peorcito de la derecha vernácula: Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez y el propio Macri.

Parece favorable que el libreto a enriquecer por Garré sea el Acuerdo de Seguridad Democrática impulsado por el CELS, INECIP, Abuelas, Alberto Binder, León Arslanián, Horacio Verbitsky y Saín, entre muchos otros.

Pero incluso ese guión merece debate y precisiones. ¿Se hará hincapié en las acciones del Estado para combatir el trasfondo del delito con políticas de inclusión social? Sería lo recomendable. ¿O, por el contrario, se pondrá énfasis en ocupar la Capital y el conurbano bonaerense con 7.000 gendarmes, tanquetas y armas por doquier? En estos casos sí que el orden de los factores altera el producto.

Como para insuflar más optimismo en la opción democrática por la que se inclinaría el gobierno nacional, hay que tomar nota de la última reunión de presidentes del Mercosur, en Foz de Iguazú. Allí la mandataria argentina hizo un encendido llamado para que se admita la incorporación de Venezuela, que –dijo – ha sido muy solidaria con los países de la región. La decisión se mantiene trabada por la derecha de Paraguay en el Senado.

Y, en tanto se procesa esa sumatoria, hay que valorar la aprobación de un Estatuto de Ciudadanía que dará el mismo trato a las personas nacidas en cada uno de los países del Mercosur. Así Macri y los muchos xenófobos de su partido (y de fuera de él, PROcesistas o no), quedarán sin ninguna apoyatura legal en sus campañas racistas de casi "Haga Patria, mate un boliviano".

Los vaivenes políticos típicos del kirchnerismo se reproducen en el pago de la deuda externa y la negociación con el Club de París. El ministro de economía estuvo en la capital francesa y empezó el tira y afloje con los representantes de los 19 países centrales agrupados en ese Club. En principio la deuda impaga de 2001 sería cercana a los 6.700 millones de dólares, que con intereses y punitorios podría elevarse a 9.000 millones.

Amado Boudou pide reducir esa cifra y un plan de pago a varios años, que la contraparte procura achicar a uno o dos años a lo sumo.

El ministro negoció y volvió. La que quedó anclada en París fue la oposición conservadora del Grupo A, que en 2011 habrá dejado de existir como tal. El duhaldismo, el radicalismo, el macrismo, el lilismo, etc., le dan la razón a las exigencias de los dueños del Club parisino y al FMI, a favor de un ajuste en contra de los intereses nacionales. Y éstos son muchos, casi tantos como los 40.091.359 habitantes que cantó el Censo 2011 realizado justo el día que murió Néstor Kirchner.

La Arena, 19 – 12 – 10

La Quinta Pata

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