Alfredo Saavedra
Las últimas noticias este sábado, filtradas de la prensa internacional, daban cuenta de supuestos reveses para los rebeldes en Libia, que habrían retrocedido de la mayor parte de sus posiciones, atacados de forma despiadada por las fuerzas leales al gobierno de Muammar Khadafi.
De todo el conflicto no ha sido posible obtener información fidedigna, debido a que al parecer hay un consenso de la prensa oficial de ofrecer versiones favorables a los opositores a Khadafi, en lo que puede interpretarse como la buena intención de mantener en alto la moral no solo de los protagonistas directos en la ofensiva contra el gobierno libio, sino de quienes esperan con la respiración sostenida la caída del excéntrico pero carismático líder árabe, sostenido en el poder de cierta forma por sus simpatizantes que forman buena parte de la población.
El canal informativo
Al Jazeera, sigue de tal manera la línea parcial de CNN, CBS y otros medios de occidente, que ahora parece aliado a ellos, tal vez en un esfuerzo por ganarse la confianza que no le han tenido. La falta de objetividad es evidente pues los despachos informativos no dejan de llevar su carga de opinión desfavorable al régimen khadafista.
Resultó muy significativo desde el principio advertir de qué forma el discurso de la secretaria de estado Hillary Clinton tuvo la característica de inclinar su fuerza en contra de Khadafi, casi de primas a primeras pidiéndole que se apeara del gobierno, lo cual no hizo ni ella ni su jefe Barack Obama con respecto a Egipto, donde hasta que no vieron que la cosa se ponía color de hormiga con la unanimidad de las masas, cesaron de implorar por una “solución pacífica”, y le pidieron a Mubarak que se fuera, tal vez a sabiendas de que lo haría a un retiro dentro del mismo Egipto, a lo mejor con la ilusoria esperanza de recuperar su puesto en El Cairo.
Con la situación en los últimos días, cuando la protesta en contra de Khadafi se ha convertido en un conflicto bélico, para desventaja de quienes esperaban que las protestas siguieran el ritmo pacífico de los egipcios y que Khadafi cometiera el disparate de provocar un genocidio para justificar una intervención absoluta, con los protestantes convertidos en rebeldes armados las cosas cambiaron y ahora al régimen se le adjudica el beneficio de legítima defensa.
Leer todo el artículoEn Libia se ha dado un contexto diferente, pues el dictador cuenta con un sector de la población en su favor, dado el hecho de que lo ha mantenido engatusado con regalías que no le resuelven su condición de pobres pero que los mantiene engañados y sometidos. Sin que llegue a tanto ese “servicio” a los ciudadanos, como en el caso de Kuwait, donde cada nativo tiene garantizado un ingreso mensual sin trabajar pues esa es tarea para los ilotas del exterior, Khadafi ha tenido el cuidado de repartir limosna con generosidad a sus súbditos que saben que de ninguna manera la recibirán si la riqueza del país llegara a caer en manos de los tigres del norte (Estados Unidos, Inglaterra, Francia).
Lo que desconcierta es que los grupos de protesta resuciten el pabellón de la monarquía como símbolo de su movimiento. Eso despeja la duda de que sus líderes estén inspirados por principios revolucionarios, pues se sospecha que lo que desean es el retorno al reinado de los monarcas que gobernaron Libia hasta que los destronó Khadafi con los oficiales que lo acompañaron en la revuelta nacional. Tal vez el movimiento de protesta esté meneado por intereses ligados al viejo orden.
Khadafi nunca ha sido santo de la devoción de los Estados Unidos, ni de los antiguos colonizadores (Inglaterra, Francia e Italia) tal vez desde su origen como promotor de un movimiento auto proclamado “socialista” y, definitivamente, por su defensa del principal recurso natural nacional: el petróleo. Recuérdese que al parecer por ese antecedente y porque siempre lo tuvo entre ceja y ceja, el pésimo actor de cine Ronald Reagan, siendo en 1986 presidente de los Estados Unidos, ordenó el bombardeo de la residencia de Khadafi en Trípoli, matando a una hijita de este, lo cual habrá despertado la ira del jefe beduino, quien habría ordenado el derribamiento de un avión de pasajeros, que pagarían con sus vidas el crimen de aquel. Como quien dice, donde las dan las toman.
No ha sido Khadafi una blanca paloma y ahora la prensa revela que los hijos no le van a la zaga en picardías y a varios de ellos se les sindica de irregularidades y de conducta desordenada. En los últimos días ha salido a luz un hecho que revela no solo falta de moral en ellos sino de la complicidad en eso de figuras famosas en la farándula de los Estados Unidos. La cantante negra Beyonce recibió alguna vez un millón de dólares por cantarle unas canciones a uno de los jóvenes Khadafi. Igual cantidad recibió la trompudita Mariah Carey, por cantar una o dos canciones al mismo u otro de los Khadafi. De igual forma fue compensada la cantante portuguesa canadiense Nelly Furtado, quien hace dos días aseguró que devolvería ese dinero, es decir el millón de dólares a alguna entidad de beneficencia.
Pero al final de cuentas la guerra contra Khadafi será definida por las naciones interesadas no en ninguna tal democracia como se pretexta, sino en el petróleo, pues como ha insistido el corresponsal Mitch Potter, lo que interesa es el aceite y nada más que el aceite.
La Quinta Pata, 06 – 03 – 11
La Quinta Pata
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