Ramón Ábalo
Está comprobado que en política no solamente se es lo que se es, sino también lo que se representa. Y si le llevamos el apunte al amigo Aristóteles, que dijo que todo es política en la actividad humana, fácil es concluir que en toda acción humana suele haber una duplicidad que puede ser legítima pero otras no, o al menos tiene todo los condimentos de lo que el término duplicidad significa en el saber suburbano o callejero: el careta, el de la doble cara, el que dice algo y hace otra, traidor, hijo de mala madre, soplón, cana, cabrón, hijo natural, yuta, capanga.
¿Y cuál de las dos caras (o caretas) es la identificatoria real del sujeto? El arte teatral, por ejemplo, desde muy antaño se identifica con un logo que son dos caretas: pero una es la de la comedia y la otra la de la tragedia. Y la política – como todo lo humano – es una mezcla de drama y comedia, que a veces suele culminar en tragedia. Y todo esto viene a cuanto de lo que con toda intensidad se desliza desde las dramáticas testimoniales de las víctimas, como asimismo la pérfida comedia de represores y sus cómplices. Hace tres semanas fue Eugenio París quien dijo de su calvario en las mazmorras de la dictadura. Fue preciso en sus contundentes afirmaciones, como cuando puso en tela de juicio a personajes actuales, especialmente factótums de la política, que tuvieron que ver, en aquellos tiempos, con las prácticas terroristas del estado. No fueron torturadores, no manejaron la picana ni violaron a prisioneras, tampoco fueron componentes de los llamados "grupos de tareas" – aunque algunos sí – ni asesinaron impunemente. Pero desde sus puestos civiles, como en la política, se identificaban ideológicamente con la ultra derecha fascistoide, nazista y franquista, justificando y con apoyaturas concretas, la metodología de la barbarie genocida.
Eugenio París (el Queno para sus amigos) deslizó entre varios nombres, el de Guillermo Amstuz, actual senador provincial por el PJ, viejo militante peronista desde esa ultraderecha en aquellos tiempos. Junto con Amstuz estaban en la misma vereda Pardal, Abhiaggle, Manzano, Roitman, la gorda Mosso, algunos que militaron en la CNU (Concertación Nacional Universitaria), grupo que se acopló a la Triple A y tenían que ver, también, con la Línea Nacional, expresión del mismo olor fascistoide al interior del movimiento. Y como dice Gerónimo Morgante, en su testimonio en nuestro libro Mendoza montonera, en autoría con Hugo De Marinis: "...nunca se acercaron a la Tendencia (NR: Tendencia Revolucionaria, la izquierda del peronismo)... eran tipos espías o informantes...todo lo que pasaba en el ejecutivo lo pasaban a la Legislatura...estuvieron con López Rega. Acá pegaban carteles a favor de López Rega...cuando cae el Brujo ponían carteles ‘la vida por Isabel’...el juicio (contra Martínez Baca) lo manejaron ellos...por un lado el Chango Díaz, el Pato Made, Boris de ATSA...".
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