Rodrigo Farías
En una viñeta de dos cuadros Miguel Rep marca la cancha y con habilidad quirúrgica define el sustrato que en definitiva atraviesa la discusión por la problemática sindical. En el cuadro superior se ve un grupo de “gronchos”, “peludos”, “panzones” y “bigotudos” golpeando el bombo, hay matones pero también luchadores, obreros con pancartas y gritos de reclamo, algún siniestro pegando un tiro al cielo. “La Patota Sindical” titula el cuadro que no puede dejar de ser multicolor. Debajo, en el segundo cuadro de la viñeta, observamos una antítesis monocromática a esa “patota”: predominio del color azul, homogeneidad de los personajes, todos tienen cascos, gases, escudos, botas. Es una fuerza de choque, de orden, los milicos vienen respaldados por un camión antimotines. “La Patota Empresarial” reza el título.
El titular de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, está preso bajo sospecha de haber sido uno de los responsables intelectuales del asesinato del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra. Sindicalista ferroviario en un momento pero luego devenido empresario de la rama, eventualmente debía colapsar tal contradicción. Pedraza, historia de lucha, suma de poder, entrega y decadencia espera su juicio tras las rejas. Enfrentó a la dictadura para luego ceder ante el menemato traicionando las bases que le daban razón de ser a su existencia. Durante varias generaciones más continuarán latiendo las llagas que dejaron sus traiciones al movimiento obrero.
La discusión sobre el sindicalismo en la Argentina es legítima, más aun cuando algunos de sus representantes actuales son gente como Pedraza o el Momo Venegas. Sin embargo, estamos completamente perdidos si tal problematización acerca de las definiciones que deben existir respecto de la misión y función del sindicalismo es cooptada por el discurso y la ideología empresarial.
Clarín, La Nación y los medios de derechas del país han exhibido un particular interés por el caso Pedraza. Se apuntan esfuerzos coyunturales orientados a debilitar al gobierno nacional vinculándolo con la figura del sindicalista. Sin embargo, dentro del largo plazo, se apunta en realidad a corroer al símbolo a través del hombre, suplantar el sindicalismo por Pedraza, con el objetivo de debilitar y hacer desaparecer al sindicalismo en sí.
En esta actitud de los medios se trasluce la figura de una “patota” complotista, fratricida, histórica que emana un odio gorila que tiene como excusa la corrupción pero que atenta en realidad contra los trabajadores y, sobretodo, contra los trabajadores organizados. Hablemos de un sindicalismo mejor, sin Pedraza, pero no caigamos en la trampa de hacerlo a través del discurso que tratan de imponer los medios. No olvidando que todos somos trabajadores y hermanos.
Río de Palabras 42, 10 – 03 – 11
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