domingo, 24 de abril de 2011

Campesinos

Juan Pablo Rojas

“…Mohammed tiene once años. Hace esto desde los cinco. Si supiera leer, y leer en inglés, podría entender la inscripción que él pega en cada una de sus obras: Esta pelota no ha sido fabricada por niños.”
(Mano de obra, Eduardo Galeano)

El 17 de abril de 1996 la policía de Brasil asesinó a 19 campesinos del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra. El tremendo acontecimiento se recuerda cada año para retratar la suerte de las mujeres y los hombres que se resisten a abandonar sus tierras. A partir de aquel entonces el Día internacional de la Lucha Campesina es recordado con distintas acciones por las agrupaciones campesinas e indígenas que se articulan en movimientos y federaciones preocupadas por revertir la aplacante realidad que desde hace décadas se manifiesta impiadosa. Con organización y lucha, estas agrupaciones transmiten y contagian la esencia de una batalla tan extensa como la esperanza que la mantiene viva.

Sin embargo, la mayoría de los trabajadores de la tierra permanece al margen de toda organización, sin contar con las herramientas mínimas para reconocerse en su situación, ignorando sus derechos y sus libertades. La ominosa realidad en la que se encuentran es nutrida por una red poderosa que esconde sus intersticios pero no oculta sus patrocinantes: medios de comunicación, funcionarios judiciales, instituciones educativas y todo lo que se desprenda de ellas funcionan al dedillo.

Si algo profundizó la aguda situación de las familias campesinas fue la instalación definitiva del modelo neoliberal en la producción agraria. La expansión del horizonte sojero transformó a miles de pequeños propietarios en decenas de miles de desocupados que no tuvieron ni la oportunidad de ser obreros hambreados. Seguidamente el desarrollo de las economías regionales impulsó un circuito inédito de trabajadores golondrinas, aproximadamente son 350 mil los obreros migrantes que viajan por todo el país, el 90 por ciento está en negro según la Encuesta Permanente de Hogares.

El gobierno nacional intenta darle un giro a esta situación, así lo dejó sentado Álvaro Ruiz titular de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA), “no hay razones económicas ni razones de imposibilidades prácticas para cumplir con el flamante Estatuto del peón. Lo que hay es una expresión de capitalismo salvaje que trata de apropiarse de la mayor parte de la renta de cualquier manera”, sentenció el funcionario.

Sin embargo, más allá de los numerosos casos de trabajo en condiciones de esclavitud y de explotación infantil descubiertos en establecimientos rurales, la problemática exige redoblar los esfuerzos.

Río de Palabras, 24 – 04 – 11

La Quinta Pata

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